El Rayo Vallecano se vino de la Comunidad Valenciana de vacío. El partido, suspendido en su momento por lluvia como si de un partido entre colegios se tratase, pudo disputarse finalmente en el Ciutat de Valencia el pasado miércoles. Después de recobrar mínimamente las sensaciones, de volver a ganar dos partidos seguidos y hacerlo también fuera de casa tras meses de desastre, el aficionado miraba la tabla de la Liga 1|2|3 y veía al Rayo casi más cerca de Primera que de 2ªB, una alegría aún mayor al comprobar que aún quedaba un partido por disputarse.

Pero en esta suerte de ‘Dr. Jekyll y Mr. Hyde’ en la que se ha convertido la entidad de la Avenida de la Albufera vivió otro capítulo desastroso con la visita rendida al Levante en su feudo. El equipo granota se iba a apuntar los tres sin hacer demasiado mérito, en un partido sin demasiadas ocasiones.

El Rayo Vallecano sigue teniendo los mismos problemas de construcción de juego que en la era Sandoval. Baraja no ha encontrado aún la manera de transformar el dominio inofensivo en un juego alegre que permita llegar a la portería contraria. Baena, Trashorras, Fran Beltrán, Cristaldo o Zuculini, da igual la mezcla. La máquina no funciona.

Sin embargo, el problema de cara al gol parece más evidente aún. Tampoco se entiende la decisión tomada por Baraja, casi a la desesperada, de introducir a los tres delanteros centros de la plantilla (Miku, Javi Guerra y Manucho) en los minutos finales del encuentro. El equipo salió de inicio con un 4-4-2 en el que Embarba y Álex Moreno debían surtir de balones a la pareja Miku-Guerra. Campaña marcó a los 24 minutos, y Baraja tuvo que mover el banquillo en la segunda mitad. Diego Aguirre, útil como lateral, interior o extremo, y casi inédito esta temporada, entró para reemplazar a Razvan Rat y buscar aún más profundidad. Fran Beltrán sustituyó a Baena para aportar frescor a la construcción vallecana.

A quince minutos del final, Manucho calentaba en la banda dispuesto a saltar al césped. La sorpresa fue que el sustituido era Adrián Embarba, posible centrador de balones para tratar de empatar. Un empate que no llegó, y el Rayo cayó en un nuevo intento de recuperar su identidad. Por si faltaban pocos 'nueves' en el área contraria, hasta Paulo Gazzaniga subió para tratar de rematar el último córner del partido.