Jugar como local conlleva para cualquier equipo un plus de intensidad y buen juego que le hace más propenso a conseguir la victoria. Para los equipos pequeños esto se acrecenta teniendo en cuenta la menor capacidad que tienen para sacar los puntos a domicilio. Es por eso que debemos destacar el papel que ha jugado La Rosaleda en este año que cerramos en poco tiempo, donde el equipo ha vivido una serie de altibajos físicos, dos cambios de entrenador, cambios importantes en la plantilla, pero la afición siempre ha estado ahí, en los buenos y malos momentos, convirtiéndose más que nunca en ese jugador número 12 que cualquier equipo necesita.

El 2016 comenzaba con buen pie, una buena racha en Liga tras un inicio desastroso de liga con tan solo dos victorias en La Rosaleda (ante Real Sociedad y Deportivo), y una buena serie de refuerzos presentados por el recién nombrado director deportivo entonces, Arnau. La temporada 2015/16 finalizó con una posición privilegiada para el conjunto malacitano, octavo a tan solo cuatro puntos de Europa, y un registro como local de cinco victorias (Celta, Getafe, Sporting, Levante y Las Palmas), tres empates (Real Madrid, Espanyol y Rayo) y tres derrotas (Barça, Valencia y Athletic).

Después de esto, llegó la inesperada marcha de Javi Gracia al fútbol ruso y la llegada de Juande Ramos en lo que prometía ser un proyecto ilusionante que, tal y como afirmó el entrenador en su presentación, "aspiraba a llegar a Europa'', unas palabras que han dañado mucho la etapa vivida por el míster manchego en tierras malagueñas, que ha finalizado siendo un fracaso. El exentrenador de Sevilla y Real Madrid, entre otros, ha decidido dejar su puesto después del bochorno vivido en la eliminatoria ante el Córdoba. Cierto es que en Liga la posición no es del todo mala, pero las sensaciones son horribles. Una posición obtenida gracias a las victorias como local y a pesar de la mala imagen defensiva del equipo, que hacía aguas por todas partes, aunque los de arriba se encargaban de hacer las delicias de los aficionados que soñaban vanamente con posiciones europeas.

Cinco victorias de nueve encuentros en Martiricos

Esta mitad de temporada que está a punto de terminar ha dejado en la boca de los malaguistas un sabor amargo, sobre todo después de los últimos partidos donde, más allá de los resultados, el equipo no parecía estar sobre el terreno de juego. Una serie de altibajos en el juego que era visible y que no enmascaraban ni los golazos de falta de Sandro. A la vista está, los tres últimos encuentros disputados daban un golpe de realidad sobre lo mal trabajado que estaba el equipo. El Granada, que apenas si da señales de vida para salir del descenso, consiguió irse con un punto bajo el brazo y jugando en algunas fases del encuentro mejor que los ​bokerones. ​No obstante, el mejor ejemplo lo tenemos en la visita al Pizjuán, donde le bastó diez minutos al once de Juande para tirar el partido por la borda en lo que fue el peor partido en faceta defensiva de la reciente historia del Málaga. Aun así, tres días después volvimos a ver una defensa frágil como el cristal ante el Córdoba, confirmándose la eliminación de la Copa del Rey. Las cinco victorias consecutivas en La Rosaleda valieron alejarse del descenso, y es que a domicilio la cosa tampoco va nada bien.

En estos días se dará a conocer al sucesor del entrenador manchego, suenan Rubi, Sergio González y Óscar García. Habrá que ver por quien se decanta Arnau y como empieza el año 2017. Lo que se espera no volver a oir son los cánticos en contra de los futbolistas que defienden la elástica blanquiazul, como los que se escucharon contra el arquero ucraniano Boyko en la eliminación ante el Córdoba.

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Sobre el autor
Pablo Gil Mora
Futuro periodista. Aprendiendo de lo bueno de esta profesión, aunque también de lo malo. "La prensa es la artillería de la libertad''.