En Vitoria la pelea por la salvación se les queda pequeña. Han demostrado competir contra los más grandes y hacerlos sufrir, robarles puntos con casta y coraje y sorprender a más de uno a pesar de ser un recién ascendido. Y es que este Alavés sabe lo que quiere y a lo que juega, lo que lo hace ser muy peligroso. Sin jugadores contrastados pero con gran calidad y sacrificio, el equipo de Pellegrino se ha asentado en la Liga Santander en una zona noble de la tabla, esperando sin armar ruido a que los resultados le acompañen y puedan sorprender en la competición liguera (una vez que no corre peligro la permanencia) y dar algún que otro susto en la Copa del Rey, donde siguen vivos y con posibilidades de plantarse en semifinales.

Pero para ello Pellegrino ha confeccionado un plantel duro de batir. Partiendo desde una dureza defensiva con centrales contundentes como Laguardia (solo ha encajado 17 goles en liga, los mismos que el FC Barcelona) y con un ataque rápido y vertical con delanteros veloces y en buen estado de forma, como el fichaje veraniego Deyverson. Por bandas, el recorrido en banda zurda del lateral Theo Hernández da muchas oportunidades en ataque a un equipo que tiene el gol como asignatura pendiente y al que le cuesta un mundo acercarse a la portería rival. El francés, cedido por el Atlético de Madrid, está siendo una de las revelaciones de este campeonato gracias a su gran velocidad y despliegue físico en ataque, incorporándose desde el lateral.

Un equipo duro y peligroso que ha hecho sufrir y sudar a los grandes de la categoría, sumando ante Barcelona, Atlético de Madrid o Villarreal, con un estilo de juego definido y sin fisuras en defensa que está siendo uno de los animadores de la temporada. Un equipo que no mira para abajo sino para engancharse en puestos europeos y que desea ser de nuevo el conjunto glorioso que llegó a disputar una estupenda final de Uefa ante el Liverpool. Rocoso y duro de pelar.

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