No era un día para florituras. Y se notó. Pero, eso sí, era un partido para imponer respeto, para decirle al mundo (o a la categoría), que, a pesar de ser un equipo modesto, no necesitas jugar excesivamente bien para ganar. San Fernando y Mancha Real se citaron en Bahía Sur en zona tranquila, con ilusión porque un triunfo les hacía soñar con cotas mayores. Sin embargo, ambos se contentaron con un punto que, eso sí, sabe mucho mejor a los visitantes por la forma en la que se produjo.

Y es que el San Fernando continúa gafado en casa. Únicamente ha logrado dos triunfos en el Iberoamericano en lo que va de curso y no es capaz de controlar el ritmo del duelo como lo hace cuando actúa como forastero. Cosas del fútbol. Antonio Méndez repitió el once que triunfó en Córdoba a excepción del lateral derecho, que ocupó Regino en detrimento de Mario. El técnico sevillano, así pues, se decantó por la pareja de centrales cedida por el Elche: Fran Martínez y un Rubén García que se estrenó en casa con muy buenas sensaciones.

Por su parte, Arsenal no contaba con su máximo goleador, Airam Benito (14 dianas, pichichi del grupo), pero sí que podía aprovechar las virtudes de su nuevo fichaje, Álvaro Férnandez, y de un Elady que sigue sorprendiendo a propios y extraños con actuaciones que huelen a plata.

El viento racheado condicionó el comienzo del encuentro. El San Fernando, bastante acostumbrado a dejarse llevar por las primeras impresiones, no estaba cómodo. El viento en contra evitaba sus clásicas transiciones rápidas y los desplazamientos rápidos, mientras que la defensa adelantada hacía posible un susto a la contra.

Precisamente, una situación similar provocó el primer susto en las inmediaciones de Salva con una jugada individual de Elady que Regino fue incapaz de cortar y que culminó con un disparo que se topó con el pecho del meta castellonense.

El viento racheado condicionó el desarrollo del choque

La nota positiva en este comienzo fue Iván Bazán. El sevillano ha recuperado su mejor versión para alegría de una afición que le adora prácticamente desde que llegó a La Isla. Su verticalidad y la de Carralero ponían sobre aviso a Borja Romero y a León. Los acercamientos llegaban, en parte fabricados por un Espinar muy trabajador como siempre pero carente de remate al ser incapaz de estar dentro del área para culminar los envíos.

No era el día, como se ha comentado, para ver fútbol espectáculo. Tampoco fue el partido de Fran Martínez, que tuvo que retirarse a la media hora de juego por una posible rotura en los isquios. Méndez lo tuvo claro: vuelta al plan inicial, Mario al lateral y Regino acompañando a Rubén.

Invitado a la fiesta del gol

Todo cambió poco después. Antonio Luque, que había visto la cartulina amarilla minutos antes, no se amilanó. El lateral zurdo subió para acompañar una opción que Iván trabajó por la banda inversa después de un cambio de orientación de Gerrit. Bazán peleó un balón que en un principio parecía indomable y logró sacar un globo al que ningún atacante azulino estaba en posición de rematar.

Ni falta que hacía. Luque le comió la tostada a Borja Romero y, como una exhalación, se encargó de golpear el esférico a la red antes de celebrar el tanto también al galope. Sin duda, un momento difícil de olvidar para el pileño, que ha recuperado la ilusión por el fútbol en la plantilla comandada por Méndez.

El gol puso contra las cuerdas al Mancha Real, que se vio obligado a lamerse las heridas. A pesar de todo, los verdes se mantuvieron en el partido, aunque bien es cierto que el San Fernando tuvo en sus botas la sentencia en el arreón final del primer periodo. Y es que Regino remató desde el punto de penalti un envío de Dani Martinez en el lanzamiento de una falta y a punto estuvo de superar a Emilio, mientras que Mario intentó superarlo con una vaselina que interceptó el portero.

Luque adelantó al San Fernando con su primer gol del curso

Por aquel entonces, León, que se vio superado por Iván Bazán, tuvo que dejar su sitio a Linares al ver la cartulina amarilla. Arsenal no quiso arriesgarse y gastó una bala de su banquillo para disputar con garantías la segunda mitad. Tras la reanudación, el San Fernando pudo asegurarse el triunfo en apenas cinco minutos, pero no acertó con la red.

Espinar, con todo a favor, perdonó en el uno contra uno ante Emilio al estrellar su disparo en el lateral de la red. Por su parte, Iván Bazán en el 55’ se dio una gran carrera para tratar de acompañar a Carralero, que no dudó en asistirle. Sin embargo, a la hora de la verdad, el ex del Gerena y el San Roque de Lepe disparó de primeras por encima del larguero.

Frenazo a las ilusiones isleñas

Estaba cómodo el equipo de Méndez en esta tesitura. Parecía que el Mancha Real se iría arriba desesperadamente y dejaría desguarnecida la retaguardia, pero ni mucho menos fue así. El equipo jiennense supo leer mejor el encuentro y refrescó su vanguardia con la entrada de Manolillo y Juanpe.

Poco a poco, el Club Deportivo cayó en la precipitación de querer sentenciar el choque cuanto antes, buscando esa tranquilidad que no llegaba. Con esa idea, Méndez dio luz verde al debut de Zelu. El extremo fue, durante la recta final, el mayor peligro de un equipo que era incapaz de controlar el juego y se partía en demasía. El Mancha Real no creaba excesivo peligro, pero tampoco dejaba espacios atrás.

A falta de un cuarto de hora, Josema remató desviado un lanzamiento de falta y, poco después, lo intentó Juanpe también a balón parado. El miedo a ganar se apoderó de La Isla y el viento helado pareció ganar aún más protagonismo en unos últimos minutos no aptos para cardiacos.

Elady empató en una de las últimas jugadas del encuentro

El Mancha Real, que sumó tres puntos la semana pasada tras ganar en el descuento, repitió la historia. Fue una jugada sin aparente peligro, un balonazo a la frontal del área que Álvaro se encargó de amortiguar con toda la intención del mundo. El cuero cayó en las botas de Elady. El ex del Real Jaén no perdonó y superó a Salva por debajo de las piernas. El esférico entró llorando ante la impotencia isleña y la algarabía visitante.

La grada de Bahía Sur se dio cuenta entonces de que su equipo había vuelto a desaprovechar una oportunidad de oro para seguir soñando. El fútbol les había frenado de forma algo cruel y premiado a una escuadra que supo sobrevivir y atacar en el momento justo. Al final, un punto para cada uno y la sensación de que el viento se llevó la oportunidad de que el Club Deportivo se asomase a los puestos de cabeza. 

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Sobre el autor
José Manuel  Gallardo
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