Si existe un equipo al que la suerte parece serle últimamente esquiva en los sorteos, ese es sin duda el Villarreal CF. Ya en la pasada edición de la Europa League, hubieron de verse las caras con tres rivales realmente duros de pelar: Nápoles, Bayer Leverkusen y Liverpool, en dieciseisavos, octavos y semifinales respectivamente. Tan sólo el Sparta de Praga, en cuartos, se antojó en su momento un rival más asequible para los amarillos. Para mayor dificultad, la vuelta de las cuatro eliminatorias tuvo lugar lejos del actual estadio de La Cerámica. Este curso dio mejor suerte a los amarillos en la fase de grupos, donde quedaron encuadrados junto a Osmanlispor, Zurich y Steaua de Bucarest. Se postulaban, por tanto, como el gran favorito en todas las quinielas para conseguir el primer puesto del grupo, pero unas actuaciones irregulares les hicieron conformarse con el segundo puesto, que les deparó finalmente este duro enfrentamiento.

 

Circunstancias casi análogas a las de la pasada edición

Como si de un dejá vu se tratase, el camino para los de La Plana resulta bastante similar al del curso 2015-16; no sólo por el desarrollo de la fase de grupos y el rival al que deberán batir, sino también por el momento de forma de cada equipo y clasificación en sus respectivas ligas. Hace aproximadamente 365 días, Marcelino se encontraba preparando intensamente la ida de los dieciseisavos de final de este torneo después de haber ´tirado´ el primer puesto de la primera fase. Encuadrados con Rapid de Viena, Viktoria Plzen y Dinamo de Minsk, se encontraban líderes del grupo cuando sólo faltaba una jornada, en la que ambos se medían a clubes con nada en juego. No obstante, un empate en tierras checas provocó el descontento y decepción de Marcelino y sus ayudantes, y éste se incrementó cuando supieron que, por no haber hecho debidamente su trabajo, deberían medirse a un Nápoles al alza. Casi tres meses después, los groguets se encontraban en un buen momento de forma en la Liga, debido principalmente a su gran eficacia defensiva. No obstante, el conjunto napolitano seguía figurando como favorito para llegar a octavos, aunque se anticipaba una igualada batalla. Comandados por Maurizzio Sarri, estaban en condiciones de disputar el título de Liga a la Juventus, aunque este acabó cayendo en manos de la vecchia signora

Pero no sólo la situación de los españoles se asemeja tremendamente a la de la anterior campaña, ya que, en la presente, también deben rendir batalla ante un complicado rival por su deficiente actuación en los treintaydosavos de final. Si comparamos la situación del Nápoles de la temporada 2015-16 con la de la Roma de 2016-17, se hallan más similitudes de las esperadas. Además de pertenecer al mismo país, Italia, ambos conjuntos llegaron a esta instancia y consiguieron el primer puesto del grupo sin problemas, más bien arrasaron contra sus rivales. Más llamativo fue el caso del Nápoles, único equipo en el torneo que ganó los seis partidos de la primera fase; la Roma cedió tres empates. Para mayor inri, si en la postrera campaña la Juventus encontraba como su principal adversario al Nápoles, en esta ocasión son los romanos; si bien es cierto que, pese a ser segundos, se encuentran a la considerable distancia de siete puntos respecto a los líderes.

Las rachas recientes de Villarreal y Roma invitan a los segundos, pese a la calidad del rival, a mostrarse optimistas de cara a lograr el pase. En las jornadas ya pertenecientes al 2017, los de la capital italiana han cosechado cinco victorias ligueras, frente a una única derrota en los seis partidos disputados. Por su parte, los de Escribà comparten el número de derrotas, una, con su próximo adversario, pero la cifra de duelos vencidos dista mucho de la suya. Una victoria amarilla y cuatro empates en los cinco duelos en que los castellonenses no se han ido de vacío. Basarán, probablemente, sus argumentos para superar la eliminatoria en su admirable fortaleza defensiva y en un buen resultado en la ida.

 

El ´submarino´ intentará repetir el desenlace final de 2016

El 18 de febrero de 2016 era un día marcado en rojo para la afición del Villarreal, era la ida de los dieciseisavos. Marcelino alineó a todos los titulares disponibles, excepto a Bakambu, posiblemente a modo de advertencia. Por su parte, el técnico Maurizio Sarri dejó claro que le gustaría llegar lejos en Europa, pero que consideraba necesario ahorrar fuerzas para disputar el cetro doméstico. En consecuencia, dejó en el banquillo a su referente goleador, Gonzalo Higuaín. Fue un partido bronco, físico, impreciso y que pudo irse del lado de cualquiera que hubiese mostrado algo más de pegada. A falta de diez minutos, una falta ubicada en la frontal del área defendida por Reina acabó en las mallas debido a un impecable lanzamiento de Dénis Suárez; el marcador no se volvió a mover. Buen resultado se antojaba el 1-0 para los de La Plana, aunque sabían que deberían sufrir en la vuelta.

Una semana después, San Paolo recibía a los suyos con un buen ambiente, pero no el aterrador que se da en otras ocasiones, ya que las principales esperanzas de la afición se encontraban en la Serie A. Higuain sí que formó parte del 11 inicial en este decisivo duelo, ya que tenían la necesidad de remontar. Un buen inicio del Villarreal, que mereció el 0-1, se vio contrarrestado por un gol de Hamsik al cuarto de hora en su primera llegada al área. Jarro de agua fría para los visitantes, que debían marcar si querían evitar la prórroga. Los Gli Azzurri se vieron motivados por el gol, y estuvieron realmente cerca del segundo. Sin embargo, cuando más sufría el Villarreal, un centro de Pina desde fuera del área se envenenó y acabó en las mallas de Pepe Reina. Después de haber conseguido anotar, los visitantes se limitaron a no dejar huecos en defensa y jugar al contragolpe, ante un rival que parecía verse incapaz de anotar dos goles. El duelo finalizó con un 1-1 que dio el pase a los españoles, que desearán repetir suerte en esta edición.

 

Efectividad plena ante equipos italianos

El principal motivo por el que los hombres de Escribà deben confiar plenamente en sus opciones, junto a la gran calidad de sus futbolistas pese al mal momento actual, es el estupendo bagaje del equipo ante conjuntos del país situado en el centro-sur de Europa. Cuatro equipos ya lo han intentado sin éxito: Brescia en la extinguida Intertoto; la propia Roma y Nápoles, por dos ocasiones, en la Europa League y el Inter de Milán en la Champions League. Fue en verano de 2003 cuando se dio el primer enfrentamiento del Villarreal frente a un conjunto italiano, en la tercera ronda de la Intertoto. El 2-0 conseguido en El Madrigal dio tranquilidad a los de Pellegrini, a quienes bastó el 1-1 de la vuelta para superar sin problemas la eliminatoria. El único precedente entre los clubes que se verán las caras el jueves aconteció en la 2003-04, en los octavos de final de la competición. En la ida, el Villarreal se impuso por un claro 2-0 que le convertía en serio favorito; no obstante, los romanos lograron ponerse 2-0 en el Estadio Olímpico, y tan solo un gol de Sonny Anderson evitó la prórroga, el duelo finalizó 2-1

Sin duda alguna, la eliminatoria más importante y emotiva disputada por los castellonenses ante italianos se dio en marzo de 2006. En los cuartos de final de la Liga de Campeones en su primer año de participación, los amarillos debían medirse al poderoso Inter de Milán. El 2-1 en tierras italianas no desanimó a los amarillos, quien solo necesitaban un gol para superar la eliminatoria. Fue Arruabarena el héroe de la noche, tras anotar el único gol cabeceando un centro de Riquelme. Los dos últimos precedentes son ante el mismo equipo: el SSC Nápoli. En la campaña 2010-11, el sorteo los unió en dieciseisavos de final, y el resultado en tierras napolitanas fue un empate sin goles. Cinco minutos mágicos dieron el pase al ´submarino´ en la vuelta, ya que en ellos remontaron el 0-1 inicial y lograron el pase. Estos antecedentes, unidos al ya mencionado también ante el Nápoles cimentan las esperanzas del Villarreal, que desea que ´a la séptima no vaya la vencida´.