El conjunto de Julio Velázquez se vuelve a dejar dos puntos en casa tras recibir un desafortunado gol en propia puerta en el último minuto de la segunda mitad. Los madrileños fueron superiores todo el encuentro a excepción del último cuarto de hora, donde marcaron pero, a su vez, se vieron dominados por un Zaragoza que recibió un regalo en forma de empate en el 90.

Santo Domingo siempre se ha tenido como un fortín para los alfareros. No obstante, hace dos jornadas, el equipo de Velázquez cayó en casa con el Numancia, por lo que el club quería devolver a la afición esa sensación de parapeto amarillo contra el Zaragoza de Agné, que visitaba Alcorcón con el fin de seguir en la buena línea de juego que afirman tener y escalar posiciones hacia puestos de play-off de ascenso.

Claros y concisos

Velázquez propuso un juego plagado de movimientos desde el inicio, alternando la posesión de una banda a otra y también pases largos y cortos. Además, el técnico amarillo quiso que sus jugadores no se precipitaran y fueran seguros en todas sus decisiones, algo difícil porque el Zaragoza ejercía una presión bastante estructurada. Cabe destacar que ambos conjuntos preferían ser consistentes en el medio del campo, pasando el ataque a un segundo plano.

Con el paso de los minutos, era cada vez más clara la estrategia a seguir de los dos clubes ofensivamente hablando: el elenco de Velázquez se decantaba por la banda izquierda para crear más peligro, mientras que los maños, ante la superioridad local, consideraron que el contraataque sería la opción más acertada. El Alcorcón fue en este sentido más directo, dejando claro que los tres puntos se tenían que quedar en casa.

Se le acumulaba el trabajo al equipo cesaraugustano: los alfareros eran muy organizados y precisos en todos sus movimientos, además de presionar arriba a los visitantes, lo que hacía que los zaragozanos tuvieran cada vez más problemas en defensa. El tanto del Alcorcón podía llegar en cualquier momento si Raúl Agné no hacía algo para evitarlo.

Faltaba rematar

Al pasar el ecuador de la primera mitad, fue Dmitrovic el que tuvo que intervenir en un par de ocasiones con grandes paradas para librar a su equipo de una sorpresa. De hecho, el Zaragoza comenzó a tener una mayor presencia en campo contrario, algo que, en parte, le venía bien al conjunto amarillo para que la zaga visitante abriese más huecos en defensa y, por ende, tener más espacio.

El encuentro estaba siendo, de forma global, bastante irregular, ya que en unos minutos podían haber numerosas ocasiones de peligro y en otros, sin embargo, el juego se desarrollaba principalmente en el centro del campo y sin dar pie a esas jugadas ofensivas. El Alcorcón era superior en todos los ámbitos y el Zaragoza parecía completamente desconcentrado del partido.

De cara a la estética, ambos clubes no ofrecían un duelo muy atractivo: los aficionados eran conscientes de que su equipo era superior pero, la emoción brillaba por su ausencia. Esto era un reflejo de que no era suficiente ser mejor. La meta del fútbol son los goles y los de Velázquez no finalizaban sus oportunidades con éxito, siendo este un síntoma de un gran problema en ataque. Sin más que añadir, el partido se fue al descanso con el resultado inicial.

Los maños empezaron a apretar

El Zaragoza quiso sorprender en la misma primera jugada de la segunda parte metiendo a todos sus hombres en campo contrario y achicando a los alfareros, algo que no fue muy efectivo puesto que los de Velázquez no tenían intención de abandonar ese protagonismo que les había caracterizado. Con tímidas llegadas, el equipo maño le iba ganando cada vez más terreno al local.

Viendo el panorama del encuentro, Velázquez miraba de reojo con mucha frecuencia al banquillo, dado que el trabajo de su plantilla no estaba dando sus frutos. No obstante, el primero que movió ficha fue Agné, que sacó a Dongou en lugar de Lanzarote para ir a por todas. El Zaragoza había conseguido que el Alcorcón dejara de ser el dueño del partido con más organización y presión sobre los amarillos.

Owona fue el héroe y David Navarro el villano

La afición empezaba a pitar a su club ante la clara indisposición de cara a portería. De hecho, parecía más cerca el gol visitante que el local. Desde el punto de vista técnico, la falta de verticalidad era el principal obstáculo del conjunto de Velázquez, que sacó a Luque en sustitución de Kadir para arreglar la situación. En cualquier caso, los alfareros no ofrecían una buena faceta ofensiva.

Pero el Alcorcón no se podía permitir perder más puntos y Owona, en el minuto 79, adelantó a los locales tras un saque de esquina de Óscar Plano. Como era de esperar, el Zaragoza replegó a los de Santo Domingo en busca del empate en los últimos minutos, aunque los de Velázquez supieron calmar ese arreón maño.

Un fallo que llevó al desastre

Sin embargo, el enemigo estuvo esta vez en la propia plantilla amarilla: David Navarro no se entendió con Dmitrovic en un despeje y el central marcó desafortunadamente en propia portería, poniendo el empate en el marcador en el minuto 90 y la desesperación en la cara del técnico local. El encuentro acabó con el 1-1 y la afición alfarera no era capaz de creer cómo se le había escapado a su club la victoria en los últimos instantes. Otros dos puntos que el Alcorcón deja escapar una jornada más.