El telón de la temporada 2007/2008 se cerraba para el Barça de forma estrepitosa, inusual  para una plantilla que supo ganarlo todo, y también perderlo. Al timón del barco se erguía por aquel entonces la figura de Frank Rijkaard, ese entrenador que volvió a encumbrar al club catalán a lo más alto tras varias temporadas a la deriva y sin rumbo. Con Ronaldinho como buque insignia, el equipo azulgrana saboreó las mieles del éxito sin frontera alguna, el cual terminó agasajado hasta la extenuación. Sin embargo, la campaña 2007/2008 establecía el punto y final a una etapa que devolvió las ilusiones perdidas de todo barcelonista para retomar viejos fantasmas.

El ir y venir del curso se rubricó la noche del Calderón. Cualquier resquicio de volver a levantar al cielo el trofeo liguero caía en saco roto en la jornada 26 frente al Atlético de Madrid en feudo rojiblanco. La noche del 1 de marzo de 2008 el equipo de Frank Rijkaard claudicó a orillas del Manzanares para servir en bandeja el campeonato a manos del eterno rival. El Barça llegaba al choque encumbrado en la segunda plaza, tan sólo dos por debajo del líder, un Real Madrid vestido de galáctico que buscaba con ahínco la reconquista de la Liga.

David venció a Goliat

El Barça apostó por el equipo de las grandes citas, volviendo a dejar en el ostracismo bajo la sombra del banquillo a Deco. El portugués, que había perdido la confianza del técnico holandés, se convertía en el fiel reflejo de la mala salud por la que atravesaba el equipo. La tripleta atacante formada por Ronaldinho, Eto’o y Henry acaparaba el protagonismo de un Barça declinado, todo lo contrario del fulgor producido por la dupla colchonera integrada con Diego Forlán y el ‘Kun’ Agüero a la cabeza.

Agüero, Forlán y Maxi Rodríguez, los autores de los goles del Atleti. Foto: AT. Madrid

De la mano de Ronaldinho los azulgranas golpearon primero a la media hora de partido. Una obra de arte firmada por el brasileño puso en pie al Vicente Calderón, rendido a la chilena del astro azulgrana que intentaba mostrar la senda de la victoria. Sin embargo el ‘Kun’ Agüero se encargó de cambiar la historia de la noche. Ocho minutos bastaron para que el argentino fusilara a Valdés, con ayuda de Carles Puyol, empatando el encuentro. Un recital que repetiría a falta de tres minutos para el descanso, esta vez asistiendo a su compatriota Maxi Rodríguez dando la ventaja por la mínima en el luminoso a los ‘colchoneros’.

El inicio del segundo asalto reflejó el ciclón que puso fin al primero. Agüero, que bailó toda la noche sobre Carles Puyol, provocó el penalti que refrendaría Diego Forlán para terminar firmando el último del Atlético con una obra de arte que evidenciaba la gran noche del argentino. A manos de Samuel Eto’o el equipo catalán maquillaba el luminoso en las acaballas del encuentro (4-2), incapaz de superar al equipo madrileño que volvió a encontrar el agua en el oasis que atravesaba.

Un total de seis goles dónde cinco terminaron con sabor sudamericano. A excepción del tanto final de Samuel Eto’o, el resto de dianas las firmaron jugadores sudamericanos. Agüero, por partida doble, junto a su paisano Maxi Rodríguez protagonizaron la pareja de baile de un tango argentino al que se sumó el uruguayo Forlán. Por parte del Barça lo hizo el brasileño Ronaldinho, regalando los últimos destellos de su magia en su último gol con la zamarra azulgrana.

Debacle final

A partir de aquella noche el equipo catalán se enfrascó en una espiral negativa, despidiendo la Liga en el mes de marzo e incapaz de alzar el vuelo en la competición doméstica. Terminó relegado a la tercera plaza, sobrepasado por el Villarreal CF, diez puntos por encima, y humillado por el Real Madrid, proclamado orgulloso campeón con una diferencia abismal de 18 puntos de distancia sobre los azulgranas. La rúbrica a una temporada ínfima llegó en la jornada 36 con el clásico como escenario. Un Barça abatido reconoció al recién condecorado vencedor de Liga en su estadio con un pasillo para la historia, acompañando un marcador que terminó por reflejar la estrepitosa campaña de la travesía azulgrana (4-1).

Aquel final de ciclo abrió las puertas de uno nuevo. Revolución y renovación se aliaron bajo la batuta de Pep Guardiola, alzando la figura de Leo Messi como el nuevo estandarte del equipo para liderar una de las etapas más gloriosas del FC Barcelona tras la marcha de Ronaldinho, el hombre que forjó al alumno para convertirlo en maestro.