El Santiago Bernabéu acogía un duelo de los que marcan porvenires. De esos que hacen sostener la respiración. Por la magnitud del lugar, por la historia de los presentes y por las aspiraciones en juego: un título de Liga y la tranquilidad de no merodear posiciones indeseadas, casi impronunciables. El contraste de estilos también suponía un aliciente extra para los aficionados al fútbol. Ese cariz táctico tendría el sello de dos estrategas: Zidane y Setién. Y, con todo, el balón comenzó a rodar por el verde. 

Boateng sacó de centro en la soledad que procura la nueva norma. Movió para Viera y Las Palmas empezó a querer hacer funcionar la maquinaria. Empezó el partido, sin embargo, con gol anulado a Morata. La jugada por la banda de Bale, que sirvió una delicia de centro, fue rematado por el delantero en posición antireglamentaria. Primer susto para Varas. Primer aviso de los blancos, que no querían relajaciones.

El hielo en la Unión Deportiva se atrevió a romperlo un desenfadado Viera, orquestando el centro del campo y dando fluidez a las líneas. A partir de ahí, Simón ensanchó el campo y Jesé empezó a entrar en juego. Roque disparó y el esférico se marchó alto sobre el marco de Keylor Navas. Había comenzado el choque con alegría, movilidad en ambos bandos y poca precisión, propia de los minutos iniciales.

El partido se vuelve loco

Los amarillos daban muestras de querer dar profundidad al campo y en ello trabajaron. Dani Castellano, como es habitual, se esforzó en recorrer su costado; David Simón, que cada día se asemeja más a su mejor versión, aquella del año del ascenso, también aportaba velocidad. Y el Madrid dio su primer zarpazo. Un agujero en la defensa visitante dejó espacio suficiente para que Kovacic pusiera un pase milimétrico a Isco, que definió ante la salida de Varas.

Y la réplica la dio Tana al minuto de sacar de centro. Una buena combinación y un movimiento genial del futbolista grancanario dejaron lugar a un disparo que se coló por la escuadra izquierda de la meta de Keylor Navas. Partido frenético en el Bernabéu. De los que no dejan respirar. Setién daba advertencias a la dupla de centrales, formada por Bigas y por Lemos, señalándoles que guardaran sus posiciones y no dieran tanta facilidad a los movimientos rivales.

Todo ello en el primer cuarto de hora. Tal vez eran minutos de los más intensos que hayan jugado uno y otro equipo en las últimas semanas. Seguía sin dar tregua el encuentro y nueva acometida de los amarillos. Un contragolpe en superioridad numérica llevó a Viera a conducir la acción, abrió a Jesé y este se topó en su disparo con Carvajal. La presión de Las Palmas empezaba a ahogar en primera línea a los merengues, que esperaban sus oportunidades con el balón en los pies. Y cuando lo hacían, sabían de lo que se trataba, aunque con Isco bastante retrasado con respecto de su posición habitual. 

Las Palmas pone la pausa

Los primeros compases del choque no dieron tregua alguna. Pero la Unión Deportiva se propuso dar mesura y tranquilidad a lo que construía. Sin nervios, con la convicción de que la propuesta 'setienista' es la única vía para lograr objetivos. El primer inconveniente del partido para Las Palmas llegó en el minuto 25. Pedro Bigas sufrió un golpe en la nariz por parte de Dani Castellano en un lance en área propia. Tuvo que ser sustituido; en su lugar entró Aythami Artiles. 

Otro contragolpe amarillo puso en peligro la solvencia defensiva local. Jesé superó en velocidad a su defensor, envió el cuero para Boateng y este, de primeras, mandó el balón alto sobre la portería de Navas. El exfutbolista del Real Madrid había llegado con ganas a la que fue su casa. Apretaba la Unión Deportiva, incluso a balón parado, su faceta menos exprimida. Un testarazo al borde del área pequeña fue desviado sobre la línea por Ramos. 

Esa calma venía acompañada de algunos despliegues en ataque, poniendo en entredicho a la zaga madridista. La salida de balón amarilla era fluida y no mostraba los defectos de las últimas jornadas, mientras que el peligro en los contraataques recordaba a aquella Unión Deportiva de las primeras jornadas de Liga. Roque y Viera comandaban el timón del encuentro. Se aferraban a él y marcaban la pauta con destreza. 

Alternativas y partido abierto

El Real Madrid presentó sus cartas y no estaba dispuesto a ser sometido. En los últimos minutos de la primera parte se vio la mejor versión blanca en tiempo reducido desde el gol. Cerrando líneas en defensa y desmelenándose en ataque, las acometidas finales vinieron por su parte. Bale, muy incisivo durante el transcurso del choque, no dejó de intentarlo. Igual que Morata, ofreciendo desmarques continuamente. 

Bale pone el partido en un pañuelo

Puso el balón en movimiento el Madrid y no tardó el partido en volverse loco. Bale dio una patada por detrás a Viera, lo empujó y vio la roja. Fernández Borbalán consideró desmesurada la acción del delantero galés y dejó al conjunto blanco con uno menos con toda la segunda parte por delante. Primer contratiempo serio para Zidane en el encuentro. 

Aun así, los locales sacaron coraje y se recompusieron rápidamente. Lo intentaron, si bien los visitantes quisieron, como ya hicieran en el primer tiempo, poner la pausa. Y en uno de los ataques, una mano de Ramos hizo que el colegiado señalara penalti. Jonathan Viera chutó, Navas rozó y el esférico se coló en la portería. Las Palmas se ponía por delante, con uno más, pero con más de media hora de juego por delante. 

Boateng desata la locura

El Madrid, desbocado, dejó lugar a las contras de la Unión Deportiva. Un pase en largo que encontró a Boateng posibilitó el 1-3. Las Palmas dominaba, se gustaba y desataba la locura de los amarillos desplazados hasta el Bernabéu. Lo intentaban los locales a balón parado, estrellando incluso un balón en el larguero. En ese mismo contragolpe, Jesé estuvo a punto de sentenciar el choque y anotar el uno a cuatro. 

Las Palmas llegaba con mucho espacio, aprovechando los huecos que dejaban los merengues en sus desesperados intentos por reducir la ventaja. Mientras, empezó el baile de cambios en ambas filas. Setién dio entrada a Mateo García en sustitución de Kevin Prince Boateng, mientras que Zidane introdujo en el campo a James y Benzema en detrimento de Morata y Kovavic. No daba con la tecla el técnico francés. 

El Madrid asedia y empata

Aun con diez futbolistas sobre el verde, el Madrid creaba ocasiones y llegaba con peligro. El espíritu blanco impide que los jugadores se rindieran antes del pitido final. Pero la Unión Deportiva hizo la lectura idónea acorde con el momento del choque: colocar bien a sus futbolistas, líneas ordenadas y asentar la posesión. Tocar y tocar para cansar a los nueve efectivos de campo que tenía el cuadro de Zidane sobre el césped. 

Las carambolas no estaban a favor de los blancos. Benzema primero, casi a bocajarro, y Cristiano Ronaldo más tarde, tuvieron sendas ocasiones para recortar diferencias y poner el partido en un puño. Y el encuentro se rompió. Hasta que el árbitro decretó penalti por mano de Dani Castellano, en una acción similar a la de Ramos al comienzo de la segunda parte. Cristiano lo transformó. Y volvió a creer el luso, que poco más tarde, de un testarazo sensacional, colocó el empate a tres.

Las alternativas se sucedieron en los últimos minutos de partido. El Madrid no bajó los brazos y Las Palmas, agazapado y replegado en defensa, esperaba alguna ocasión fugaz para volver a decantar la balanza a su favor. No lo consiguió ninguno. Reparto de puntos que supo a poco a los blancos por la magnitud del partido y también a la Unión Deportiva por cómo tuvo el choque de cara. Lo seguro: nadie quedó indiferente.