Hay momentos claves a lo largo de la temporada que marcan un antes y un después. Milésimas de segundo que se deciden por buena o mala fortuna. Que decantan la balanza para un lado u otro. Los amantes de este deporte lo saben y, quizás por ello, se estremecen de placer cuando el dios del fútbol está de su lado y llegan a soltar lágrimas cuando la suerte les esquiva.

Un gol, un solo gol, es capaz de teñir de rosa el panorama o de oscurecerlo de sopetón. Es la magia del balompié en su máxima esencia. Es imposible predecir cuándo ocurrirá algo que cambiará el destino de un equipo, el futuro más inmediato de todo un club. Hay jugadas difíciles de explicar, simplemente ocurren y dejan boquiabiertos hasta a los analistas que pretenden hacer de esto una ciencia exacta. El fútbol es psicología, creer y pelear hasta el final. Y es cruel y justo al mismo tiempo, pero, sobre todo, sorprendente.

Porque Marbella y San Fernando salieron al ruedo con la necesidad imperiosa de ganar. Para ello, Méndez y Álvarez arriesgaron en sus respectivos onces. El marbellí cambió de portero (Manu Fernández, ex del Dépor, bajo palos), y obligatoriamente dio el lateral derecho a Marcos Ruiz por la sanción de Carlos Julio. También se decidió por darle la casaca del 9 a Pedro Mérida en lugar de Okoye y Ze Turbo, balas que se guardó en la recámara. Junto a ellos, Joseba Beitia esperó su turno en el banco, mientras que el italiano Michele recuperaba su sitio en el eje de la zaga.

Por su parte, Méndez dio continuidad a su línea de cuatro, que protegían a un Salva que volvía al once. Temiendo las diagonales de Kike Márquez, Mario actuó por delante de Regino y logró su cometido: frenar en lo posible al virtuoso extremo sanluqueño. Francis ocupó la mediapunta, escoltado por Lolo y Galindo y Espinar fue el elegido para pelear con los centrales en detrimento de Trujillo. El canario esperó su turno al igual que Carralero.

Pastoso inicio

Los corsés tácticos se impusieron, como era de esperar. Ambos equipos vestían de etiqueta y sudaban lo indecible por caprichos del astro rey que elevaba el termómetro por encima de los veinte grados. Quedaba claro que esta batalla también sería una carrera de fondo en la que se impondría el más fuerte.

Espinar, Rubén y Pedro Mérida pudieron inaugurar el electrónico 

El San Fernando, quizás temiendo un desenlace funesto, quería romper el tedio de los primeros minutos. El choque, marcado por el calor, dormía pastoso sin apenas ocasiones hasta que Espinar se marcó una gran jugada individual que asustó al Marbella. Fue en el 18’ cuando el loreño sentó a Michele y cedió a Dani Martínez. El madrileño volvió a buscar al ariete, que llegaba escorado desde la izquierda, y remató con la testa al lateral de la red.

Poco tardaron los locales en volver a avisar, ya que Rubén remató en el borde del área pequeña un servicio lateral de Francis antes de toparse con el portero. Parecía, viendo el panorama, que el equipo de Méndez tenía la intención de anotar para sembrar el pánico ante un rival venido a menos por las circunstancias.

Pese a ello, el conjunto malagueño reaccionó por medio de Pedro Mérida que, a la media hora, se encontró con Salva en un uno contra uno. Fue la más clara para los de Miguel Álvarez, que poco después probaron fortuna en una de las pocas acciones en la que deslumbró Kike Márquez. Desde el pico del área grande soltó un latigazo con rosca que desvió el arquero isleño para evitar el 0-1.

El más entero golpea primero

En la reanudación, Álvarez decidió sentar a Goti y dar entrada al veloz Ebu. La declaración de intenciones en los marbellíes era dar ese pasito adelante para llevarse los puntos. Y cuanto más rápido mejor. No obstante, los de la Costa del Sol se encontraron con un actor inesperado. Regino voló a los 50 minutos en un saque de esquina para rematar lo que parecía un gol cantado en el primer palo. Milagrosamente, Manu se estiró para sacarla de la misma escuadra y dar alas a su equipo.

Y es que, a partir de ahí, el Marbella fue superior. Sobre todo a balón parado. Primero Lolo cabeceó al palo un saque de esquina desde la izquierda y cinco minutos más tarde Pedro Mérida se topó con Vukcevic cuando ya cantaba gol.

Precisamente el delantero visitante todavía rumiaba su desdicha cuando fue sustituido por Ze Turbó para dar aún más dinamita al ataque marbellí. Méndez movió también ficha aportando experiencia al terreno de juego con Bruno Herrero y Carralero.

El intercambio de piezas era clave. Uno de los dos equipos debía imponerse con piernas frescas. Se palpaba en el ambiente. Una internada de Mario por la derecha dejó a Carralero con todo a favor en el segundo palo para marcar. Sin embargo, un prodigioso Marcos Ruiz evitó el disparo.

Andrés adelantó a un Marbella superior a balón parado

El partido estaba roto. Había entrado en la fase que adoran los espectadores y repudian los técnicos. Corría el minuto 70. El Marbella forzó un córner que despejó sin aparentes problemas la defensa pero cuyo rechace le cayó a Andrés Sánchez previa asistencia de Ebu. Desde la frontal, con la zurda, el lateral izquierdo se sacó un latigazo imparable. El balón entró seco, abajo, donde más duele. Y el San Fernando agachó la cabeza.

La escuadra azulina se nubló. Quería y no podía. Era un animal herido intentando descargar su furia ante un rival mucho más cómodo. El Marbella sabía manejar el partido a su antojo y el San Fernando luchaba contra él y contra el reloj. Tirando de veteranía, Andrés Sánchez, Kike Márquez y compañía forzaron diversas cartulinas amarillas a Dani Martínez y a Trujillo, que salió para apelar a la heroica.

En los últimos compases, Ebu y Ze Turbo gozaron de la posibilidad de sentenciar, pero optaron por el adorno en lugar de por la eficacia, algo que también le falló a un Espinar que remató libre de marca a bocajarro ya en el descuento y se encontró con Manu.

El fútbol es creer

El partido agonizaba irremediablemente hasta que llegó el milagro. El árbitro señaló un bote neutral dentro del área marbellí tras un encontronazo entre el portero y Rubén. El San Fernando ya era todo corazón. O casi. Porque Regino quiso ser el más listo del barrio cediendo en cortito a Carralero, pero se encontró con el inteligente despeje de la zaga visitante, muy atenta.

El esférico voló hacia la parte izquierda del campo, donde Bruno, de espaldas, le dio más morbo al asunto mandando un acertado envío a la zona caliente del área. Allí, en la frontal, Lolo respondió con un certero cabezazo que despejaba momentáneamente el peligro.

Se creía triunfador el Marbella y no le faltaba razón. Sin embargo, no contaban con ese impulso final del equipo que agoniza. No hay razón capaz de explicar de dónde sacó la fuerza Dani Martínez para prepararse un chut desde la frontal con más fe que otra cosa.

Lolo Garrido cazó un balón dividido en el último segundo y llevó la locura a Bahía Sur

Era imposible que ese esférico atravesara semejante bosque de piernas, pero el madrileño disparó con furia. Creyendo en un milagro que se produjo. Lolo Garrido pasaba por allí y tuvo la sangre de horchata  de detener el cuero con la izquierda. Era su momento. Esperó y lanzó un zapatazo con el alma al lugar donde Manu solo pudo estirarse para hacer más dramática o embellecer la situación. El balón había entrado. El empate era un hecho y la locura se apoderó de Bahía Sur.

Foto: Salvi Reyes
Foto: Salvi Reyes

Es solo un punto, pensarán algunos. Al menos un punto, pensarán otros. Pobres ignorantes ellos. El fútbol va por sensaciones. Y el partido de hoy deja al San Fernando como triunfador moral que ve más cerca la permanencia y al Marbella como el gran derrotado que se complica su panorama de cara a los playoffs