"Galicia, contigo empezó todo". Sí, así es. En A Coruña, Estadio de Riazor, el Deportivo como local, los vascos como visitantes y dos aficiones repletas de nervios y tensión, por dos motivos muy distintos.

Allá por un primero de junio 2013, los de Phillippe Montanier rompieron con todo lo anterior, dieron un golpe sobre la mesa sobre todo, dieron a conocer dos colores, un sentimiento, una pasión; en definitiva, un equipo, a toda Europa. Pero, ¿qué pasó aquel día? Ni más ni menos, que el acontecimiento más determinante de los txuri-urdin en la última década.

Podía ser un Deportivo de la Coruña - Real Sociedad más, pero no fue un duelo cualquiera. Había mucho juego, el ambiente lo dejaba entreveer, las hinchadas reforzaban esta idea y sobre el verde la intensidad era más que evidente. Los del técnico galo venían jugando a las mil maravillas, un fútbol vistoso, asociativo y sobre todo, ganador. Si por algo destacaba aquel conjunto, era por deleitar al espectador, pero más que nada, por practicar un fútbol espectacular.

Muchos son los nombres que los fanáticos donostiarras recordaran, entre ellos: Carlos Vela, Antoine Griezmann, Asier Illarramendi, Iñigo Martínez, Claudio Bravo... Dichos jugadores y otros tantos hicieron soñar a una afición necesitada de alegrías y cansada de penas, que había sufrido mucho en el infierno de Segunda y que una vez en Primera, había tenido que vivir momentos críticos en los que el descenso se aproximaba y rondaba el entorno blanquiazul.

No hay nada que el tiempo no cure, por lo que el tiempo se encargo de curar las heridas más profundas y a ello se le sumo un proyecto de futuro, con grandes futbolístas, un gran cuerpo técnico y el apoyo de una hincada comprometida. Por si fuera poco, se le sumo la ayuda del Sevilla, que se enfrentaba al Valencia en la última jornada ligera, y que venció por cuatro a tres, para dejarlo todo en manos de los vascos.

Griezmann fue el encargado de hacer realidad un sueño inesperado, y toca hacer incapié en la palabra "inesperado", por el hecho de que los donostiarras pasaron del infierno al cielo en una temporada, en 38 partidos. De hecho, todo estaba por decidir hasta el último de los encuentros, donde la Real podía culminar el trabajo de un año, si se imponía al Depor y el Valencia caía derrotado. Y así fue. Los valencianos cayeron ante los hispalenses y los vascos se impusieron a los gallegos para desgracia de unos y fortuna de otros.

Es por esto, que la Real recordará por siempre Galicia, si bien el escenario es distinto, dejando Riazor atrás y teniendo Balaídos como puerta europea.

VAVEL Logo