El nombre de Antoine Griezmann resuena en todos lados. Ya sea en Madrid, donde aún forma parte del equipo rojiblanco; en Inglaterra, donde se le relaciona fuertemente con el Manchester United tras sus polémicas declaraciones; como en Estados unidos, donde se encuentra disfrutando de una de sus pasiones, la NBA. Primero se fue a Cleveland para ver cómo los actuales campeones derrotaban a los Celtics, y ahora se encuentra en Boston, ya que no se quiere perder ningún partido de los playoff antes de viajar con su selección. Esperemos que esto le sirva para despejar sus ideas y aclarar su futuro.

Mientras él goza viendo el mejor baloncesto del mundo, los colchoneros están en vilo. No consiguen conciliar el sueño desde que el principito anunciara que está dispuesto a cambiar de reino para conseguir títulos. Estas declaraciones han creado debate, y es que unos consideran que es una falta de respeto hacia la entidad (todavía) del Manzanares, mientras que otros lo perciben como una llamada de atención al club para que fichen jugadores importantes, para poder pelear con los gigantes de tú a tú y no verse envuelto en una batalla perdida desde el principio, como le pasó a Don Quijote.

Decida lo que decida el francés, no queda otra que aceptarlo. En el caso de que elija quedarse un año más, será más que bienvenido en el nuevo estadio (seguramente sería más aplaudido que el cambio de sede al Wanda Metropolitano). Pero en el caso que cogiera las maletas rumbo a Manchester, o a cualquier otro lado, habría que darle las gracias, ofrecerle la mano y despedirse. Y es que, como defiende la corriente de pensamiento estoica, no hay que preocuparse por algo cuya solución está fuera del alcance de nuestras manos.

¿Por qué preocuparse si un jugador se marcha? Como dijo el ídolo rojiblanco, Fernando Torres: “Queremos que los jugadores se quieran quedar, no que se queden”. Es hora de dejar el tema, lo que tenga que suceder, sucederá. Pero mientras, vamos a disfrutar de las buenas noticias como que los jugadores ya no ven al Atlético como un equipo de paso para saltar a otro más grande, sino como un club en el que poder desarrollar su carrera futbolística. Este es el caso de Alexandre Lacazette, que está como loco por recalar en la entidad colchonera.

 Fernando Torres: “Queremos que los jugadores se quieran quedar, no que se queden”Y mientras los futbolistas de fuera quieren venir, disfrutemos del placer de ver cómo los que han crecido en las categorías inferiores del Atleti renuevan, entre lágrimas, compromisos que los unen casi hasta el final. Referencia a Koke, sí. El canterano ha demostrado su amor incondicional, una vez más, por los colores rojiblancos. Al igual que hacen otros jugadores como Saúl, Torres, y hasta algunos que no proceden de la cantera, como Juanfran, Godín y Giménez. Hay un grupo muy sólido, que no se vendrá abajo por la marcha de un hombre, aunque sea el balón de bronce. Si decide marcharse, no hay duda que sí, existe vida después de Griezmann.