Dicen que el ser humano es el único en tropezar dos veces con la misma piedra (puede que más), y es lo que se vio en el partido de ida de semifinales de Champions League entre Real Madrid y Atlético de Madrid. Los colchoneros llegaban a una nueva eliminatoria europea con ganas de revancha tras haber perdido dos finales ante los blancos y caer en cuartos en 2015. Además, los de Zidane habían ganado 0-3 esa misma temporada en el Vicente Calderón, asestando un duro golpe a la moral rojiblanca. Por todo ello, los aficionados esperaban a un equipo compacto, serio y con cierta rabia por lo acontecido en las últimas campañas. Nada de eso se vio aquel día sobre el terreno de juego.

Pérdida de identidad

El Atleti no llegaba en mal momento a la eliminatoria, después de haber dejado fuera a Leverkusen y Leicester. El Madrid venía de sufrir bastante más ante el Bayern y seguían peleando la Liga contra el Barcelona en cada jornada. La situación no se presentaba mala para el club de la ribera del Manzanares, pero quién sabe si por miedo escénico, fantasmas del pasado rondando la cabeza del equipo o exceso de presión, el equipo no estuvo a la altura de lo que se le pide a una entidad como el Atlético de Madrid. Los blancos ganaron el partido por 3-0 con tres tantos de Cristiano Ronaldo, que fue la pesadilla de la defensa rojiblanca toda la noche. El portugués remató con precisión cada ocasión que tuvo y el marcador fue un verdadero reflejo de lo que se vio sobre el césped.

No fue la derrota por tres goles lo que decepcionó al público, sino la actitud mostrada por gran parte de los jugadores en aquel partido. Salvando a Carrasco, Oblak y puede que alguno más, el resto estuvieron desaparecidos. La presión de ganar al eterno rival pareció ser demasiada y los jugadores no se entendieron como acostumbran. Jugadas individuales, pases a ningún lado, y lo peor, pérdidas constantes en balones divididos, lo que demostraba que ese día el Madrid jugó con más intensidad. Aquel Atleti no parecía el de Simeone, parecía el de diez años atrás cuando los derbis eran partidos plácidos para el Real Madrid y una pesadilla para el Atleti.

Reflexiones en frío

Muchos aficionados colchoneros criticaron ese día la actitud del equipo y la falta de garra que se le exige. Simeone ha logrado componer en los últimos cinco años, un equipo que ha peleado de tú a tú con los grandes de Europa. Ha conseguido hacer olvidar a todo el mundo que el Atleti no debería estar en esa lucha, teóricamente. Ha posibilitado que los aficionados rojiblancos volvieran a soñar con ver a su equipo en lo más alto, y hasta en dos ocasiones estuvo cerca de lograr el único título que falta en sus vitrinas. Las críticas de aquella noche vinieron por la pérdida de esa esencia que se les exige como mínimo. Claro que el Atleti puede perder 3-0 contra un equipo que triplica su presupuesto, pero se espera que al menos se deje la piel en el campo para salvaguardar el orgullo y tener la conciencia tranquila por haberlo intentado todo. Es cierto que en la vuelta el Atleti venció 2-1 y llegó a parecer posible la remontada con dos goles en quince minutos y un Madrid perdido, pero la táctica conservadora tras los tantos y el resultado de la ida fueron demasiado lastre para un equipo que en este caso, sí se dejó todo sobre el césped del Calderón en su última noche europea. 

La mayor decepción de la temporada fue esa pérdida de identidad en el partido más trascendente de la temporada, pero la afición atlética no se caracteriza por ser rencorosa, sino por animar más fuerte todavía a los suyos para que logren los objetivos. La temporada del Atleti ha vuelto a ser magnífica, teniendo en cuenta que el objetivo era acabar en tercer puesto en Liga. No solo eso, también se logró alcanzar dos semifinales, en las que solo Barcelona y Real Madrid pudieron apear a los de Simeone de nuevas finales. Cierta decepción pero en el global gana el optimismo por goleada.

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Sobre el autor
Víctor Sánchez Franco
Periodismo y Comunicación audiovisual. Redactor en Villarreal Vavel y Atleti Vavel, y copresentador de Silbato Deportivo. Ahora en Baloncesto Fuenlabrada Vavel.