Una extensa novela de ficción que, tristemente, se convirtió en realidad. Un manual de instrucciones sobre cómo hacer todo mal, o casi todo, a la hora de gestionar una entidad deportiva. Un compendio de errores que daría para empapelar la Alhambra. De todas estas maneras y muchas más se podría resumir la temporada de un Granada Club de Fútbol que fue engullido de pies a cabeza. Desde un inicio tardío hasta el horrendo final, pasando por una serie de catastróficas decisiones, el descenso de categoría se convirtió en un resultado más que merecido a las andanzas del club rojiblanco. Sin embargo, y pese a lo que supone la pérdida del puesto en el máximo escalafón del fútbol español, lo peor de la temporada es el cómo se llegó a tal desenlace. A través de estas líneas trataremos de desgranar el porqué de que el coliseo del Zaidín no vea desfilar el año que viene por su verde a los Messi, Cristiano, Griezmann y compañía.

Tarde, ¿desinformado? Y mal asesorado

Desembarcaba Jiang Lizhang en Granada a mediados de junio. Los rumores escuchados meses atrás se hacían realidad y el club andaluz cambiaba de manos italianas a chinas. Hombre de negocios e interesado en el fútbol, Jiang cumplía su sueño de entrar en el mundo del balompié con una puesta de largo cargada de ilusión y buenos propósitos. Nada más lejos de la realidad.

El cambio en la propiedad afectó a la planificación de la nueva temporada de un Granada que perdió un mes en despachos y notarías. Un mes que, en un abanico de tres meses entre liga y liga, se antoja mucho derroche.

Pere Guardiola, el ideólogo del desastre. (Foto: Antonio L. Juárez)
Pere Guardiola, el ideólogo del desastre. (Foto: Antonio L. Juárez)

La llegada del capital asiático se produjo mediante la intermediación de un hombre que ha tenido gran culpa de los males que han castigado a los nazaríes este año: Pere Guardiola. El hermano del afamado Pep Guardiola fue el encargado de hacer de celestino entre Pozzo y Jiang, y de configurar buena parte de la estructura directiva y deportiva a través de Media Base Sports, agencia que preside. Colocó en los despachos de Los Cármenes a un Director Deportivo sin experiencia en el cargo y, a la postre, superado y devorado en las negociaciones. Para el césped optó por la misma fórmula: jóvenes aún por hacerse un nombre en el mundillo y que tendrán que ganárselo en otro lugar dado el rendimiento. Cómo el que maneja los hilos de un teatro de marionetas, Pere se dedicó a situar sobre el retablo los muñecos que le interesaban sin atender al beneficio del proyecto. En el teatro, al menos, el titiritero se expone a la crítica del público al terminar la obra. Todavía se espera por la capital granadina al artífice de tal desastre.

Para culminar la entrada triunfal quedaban las sorpresas que el verano fue deparando. El riguroso control financiero impedía a Jiang la inversión que, presuntamente, hubiera deseado. Las maneras de incrementar ese tope conllevaban una ampliación de capital que se hacía imposible en el mercado estival por tiempo y forma. Como puntilla, las cláusulas que incluía el contrato de compraventa con Gino Pozzo y que suponían para el Granada el expolio de los puntales de su plantilla y la rémora de un filial costoso y al servicio del transalpino. Cosas, o parte de ellas, que el actual mandatario nazarí parecía desconocer.

Sin cabeza y con pies de barro

La plantilla que ha defendido, por decir algo, esta temporada la camiseta rojiblanca tenía graves defectos de fábrica. Los nuevos dirigentes no rompieron con el anterior modelo implantado por Pozzo y basado en las cesiones como ingrediente principal. Desde las canteras más importantes de Europa llegaron futuras promesas a las que el peso de la categoría les ha sobrepasado, tales como Jéremié Boga o Sergi Samper. Algunos tenían calidad pero la demostraron a fogonazos; otros ni eso. Del resto de cedidos poco se puede hablar. Sólo Guillermo Ochoa y Andreas Pereira se pueden salvar de la quema.

Paco Jémez y Javier Torralbo 'Piru': destruir sin reconstruir. (Foto: Antonio L.Juárez)
Paco Jémez y Javier Torralbo 'Piru': destruir sin reconstruir. (Foto: Antonio L.Juárez)

A las numerosas cesiones se sumaron fichajes en propiedad que terminaron de conformar un maremágnum de idiomas y nacionalidades que imposibilitaron la unión de un vestuario fragmentado. Vestuario que necesitaba de líderes que pusieran orden en mitad del caos y los cuales fueron desterrados por los ideólogos del proyecto. Rubén Pérez, Fran Rico y Ricardo Costa fueron víctimas de una dirección deportiva que atendió a lo individual antes que al colectivo, sin que ni siquiera en lo primero se mejorara lo que había. Todo ello propició la conformación de un conjunto de futbolistas, mal llamado equipo, que fue incapaz de hacer frente a los obstáculos que se presentaban, que se dejó llevar durante gran parte del curso y que avergonzó a toda una afición con su falta de lucha y compromiso.

El liderazgo anteriormente mencionado no llego ni desde el campo ni desde el banquillo. Paco Jémez prometió al aficionado granadinista que se sentiría orgulloso de su equipo pero fue el primero en tirar la toalla. Es muy probable que desde los despachos no cumplieran con lo que le sedujeron pero la mente del técnico tampoco estuvo al 100 por 100 en Granada, queriendo escuchar cantos de sirena desde la Federación Española y poniendo su cargo a disposición del club a las primeras que vinieron mal dadas. Jémez fue un visionario que no hizo nada por evitar lo que se venía.

Esta imagen, la ha
Esta imagen, la habitual tras cada partido del Granada esta temporada. (Foto: Antonio L. Juárez)

Un hombre de la casa llegó para intentar arreglar el mayor entuerto que jamás se hubiera encontrado. Lucas Alcaraz luchó y luchó y, durante cierto momento del campeonato pareció poder ganar la batalla, pero el guión de la temporada parecía ya escrito. El peso de la realidad lo arrastró al despido tras criticar abiertamente la capacidad del bloque al que entrenaba y de los dirigentes para los que trabajaba. Curiosamente, el hombre que lo puso en la calle, Tony Adams, es el mismo que cogió su testigo para terminar de abochornar a la parroquia nazarí y acabar reafirmando lo que dijo Alcaraz.

Todo el cúmulo de hechos analizados anteriormente hicieron que el Granada perdiera la categoría sin dar sensación de luchar por mantenerla. Esa impotencia del seguidor nazarí al ver que el barco se hundía y nadie hacía nada por mantenerlo a flote es lo más negativo de un año para olvidar. El futuro depara el bonito reto de recuperar el puesto y de reencontrarse con una afición dolida. Los pasos ya se han comenzado a dar. Aprender de los errores para no volver a cometerlos, la clave.

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Sobre el autor
Jose Rafael Sánchez
Licenciado en ADE en Granada y aficionado al periodismo. Colaboro con Granada CF- Vavel