Repaso de la redacción de Vavel acerca de todo lo que ha ocurrido en esta fulgurante campaña alavesista en la que han sido cumplidos todos los objetivos. El Alavés consiguió la permanencia de forma holgada, tras cosechar el noveno puesto, y también se dio el gusto de soñar con esa mágica final de Copa en el Vicente Calderón. 

Comienzo esperanzador

El Alavés empezó la temporada en el estadio Vicente Calderón frente al poderoso Atlético de Madrid, que había finalizado tercero la temporada anterior. Era el momento de demostrar de que pasta estaba hecho el Alavés, un recién ascendido con jugadores conocidos en Primera como Feddal, Ibai, Camarasa, Alexis Ruano, etc. 

El nuevo técnico alavesista Mauricio Pellegrino alineó el siguiente once: Pacheco; Kiko Femenía, Alexis, Feddal, Raúl García; Torres, Manu García; Edgar, Krsticic, Ibai Gómez; Toquero. Comenzaba el encuentro con un desliz: en el minuto 12 se lesionó el marroquí Feddal, y le sustituyó Laguardia. También jugaron Camarasa y Christian Santos, como revulsivos en la segunda mitad.

El equipo “babazorro” jugó muy replegado atrás ese partido y se dedicó a defender durante todo el encuentro. Ya en el descuento, con el punto casi en la maleta, Iglesias Villanueva pitó penalti de Laguardia sobre Fernando Torres. Gameiro no desperdició la oportunidad y anotó el 1-0 en el minuto 92.

Pero el “Glorioso” no se rindió. Tras una falta en medio campo, el balón le llegó al capitán Manu García, que conectó un perfecto derechazo que se coló en la portería de Oblak. Corría el minuto 94, y el árbitro pitó el final a continuación. Muy buen punto para comenzar la temporada del regreso a Primera.

Una semana después el Sporting visitó Mendizorroza. Casi lleno en el coliseo vitoriano para ver el regreso a Primera del equipo albiazul. El partido fue algo lento y aunque se vieron destellos de alguno de los fichajes, como Marcos Llorente y Theo Hernández, el equipo no pudo pasar del empate a cero ante un buen Sporting.

El Alavés sorprendió a todos en el Camp Nou

Hubo que esperar al 10 de septiembre para ver un nuevo partido del Alavés, tras el parón de selecciones, y fue en el Camp Nou. Pellegrino sorprendió al utilizar tres centrales, con Alexis, Laguardia y Raúl García, y con Kiko y Theo en los laterales. La estrategia le salió bien al argentino, ya que el equipo consiguió vencer por 1-2. Ante un Barcelona con muchos suplentes en el once, y con Messi, Suárez e Iniesta en el banquillo (aunque los tres entraron en la segunda parte) el “Glorioso” realizó un gran partido, sobre todo defensivamente, y aprovechó las pocas ocasiones que tuvo, que Deyverson e Ibai convirtieron en goles. Una gran victoria para presentarse en Primera y darse a conocer al mundo.

Tras un gran comienzo, el equipo se atascó

Los siguientes partidos fueron complicados con una sola victoria en 6 partidos. Los de Pellegrino  venían de sacar 5 puntos en las tres primeras jornadas incluyendo un empate en el Vicente Calderón y la famosa victoria en el Camp Nou. Todo era un poco raro para el club, ya que tenían que jugar dos jornadas seguidas en casa en un lunes. El primero fue contra el Deportivo de la Coruña, que acabó con un empate a cero.

Antes de la siguiente jornada en casa frente al Granada les tocaba visitar Mestalla entre semana, donde el equipo albiazul cayó por 2 a 1 en un partido lleno de polémica,  donde los chés obtuvieron la victoria en la recta final del partido con un penalti riguroso. Además el primer gol del Valencia fue en propia puerta de Víctor Laguardia. El goleador para el Deportivo Alavés fue alguien inusual esta temporada: Gaizka Toquero

En la siguiente jornada llegaría la ansiada primera victoria en Mendi, donde los vascos se impusieron por 3-1  con goles de Edgar, Camarasa y Deyverson.

El siguiente duelo era más complicado: tocaba visitar al Sevilla en un campo tan difícil como lo es el Sánchez Pizjuán. El Alavés plantó cara y apunto estuvo de dar la sorpresa cuando Víctor Laguardia empataba en el minuto 84. Pero un golazo de Ben Yedder acabó con las ilusiones del Deportivo Alavés.

Tras este encuentro, otro andaluz se enfrentaría al Alavés, en este caso sería el Málaga. Los albiazules  se adelantaron pronto con un gol de cabeza de Deyverson,  pero en el minuto 86  Roberto Rosales empataría el partido con un auténtico golazo. El Alavés siguió buscando la victoria  pero eso hizo que aumentara la desesperación y Theo hizo una entrada  que fue sancionada con una tarjeta roja. El partido acabaría con empate a uno.

Dura derrota en Anoeta

En la siguiente jornada,  el Alavés tendría uno de los peores partidos de la temporada, en la visita a Anoeta. El partido acabaría con 3 a 0 y con un Alavés sin ideas. Los vitorianos pudieron incluso ponerse por delante en el marcador, pero varias ocasiones falladas le privaron de ello.

Tras este varapalo, llegaba el momento de la vuelta del Real Madrid a Mendizorroza. En un partido donde hubo de todo,  el Alavés se adelantaba  con gol de Deyverson en el minuto 7, pero tras un penalti convertido en tanto y un tiro de Cristiano que rebotó en Feddal hicieron que el Alavés se marchara por detrás al descanso. En la segunda parte los albiazules se volcaron al ataque y eso hizo que dejaran espacios atrás, recibiendo otros 2 goles. Con el marcador de 1-4  acabaría la vuelta merengue a Vitoria.

Trayectoria del Alavés en la Copa del Rey

Toca repasar la trayecotria copera del Alavés. Los partidos correspondientes a la Copa del rey son especiales. Sobre todo, para los equipos más modestos. En muchas ocasiones, se han producido sorpresas, viendo cómo quedan eliminados equipos de categorías superiores por equipos humildes que ponen todo su empeño en esos partidos.

Desde que al Deportivo Alavés le eliminó el Mallorca en Semifinales el mismo año que el equipo albiazul retornaba a la primera División después de más de 40 años, de la mano de José Manuel Esnal, Mané, el peregrinar de los babazorros en la Copa ha sido bastante pobre. Tan sólo en la temporada 2003-04, consiguió llegar de nuevo a Semifinales, para ser eliminados, esta vez por el equipo que se proclamaría campeón frente al Real Madrid, el Real Zaragoza.

Y, cuando los aficionados tenían casi olvidadas las sensaciones de los vibrantes partidos nocturnos de la Copa en Mendizorroza, ha llegado esta temporada gloriosa para el equipo. Su primera participación en una Final de la Copa del rey ha renacido toda esa ilusión que el alavesismo tiene dentro y ha explotado en una marea humana, que se ha concentrado en la capital, para disfrutar acompañando a su equipo en esa cita histórica.

Dieciseisavos: Deportivo Alavés-Nastic de Tarragona

Para llegar a esa fecha del 27 de mayo, tenemos que volver hasta el sorteo inicial que emparejó al Deportivo Alavés con el Nastic de Tarragona. El equipo catalán no había empezado bien la temporada y empezaba esta competición sin muchas esperanzas de éxito.

Mauricio Pellegrino colocó un equipo repleto de suplentes, que dieron la talla en el Nou Estadi tarraconense. Solamente Theo, Laguardia, Manu García y Toquero pertenecían al grupo de los elegidos por el míster y empezaba a considerar como los habituales en las alineaciones.

El partido de ida, celebrado el día uno de Diciembre, empezó con una fase de tanteo por parte de los dos equipos. En una primera parte bastante fría, tan solo se pudo ver una ocasión de los locales, en un fuerte disparo que salió rozando el poste de la portería defendida por Ortolá. El que sí acertó fue Toquero, quien con un potente disparo, puso el cero a uno en el marcador y se retiraron a los vestuarios. Al poco de iniciar la segunda parte, Toquero hizo el doblete con otro disparo que sorprendió al cancerbero local. Cuando parecía que ese iba a ser el resultado, Cristian Santos marcaba un polémico gol, al entender los aficionados y jugadores locales que se había ayudado con la mano. El caso es que el tanto subió al marcador y sentenció prácticamente la eliminatoria, dejando el partido de vuelta en Mendizorroza como de mero trámite.

Para el partido de la vuelta del día 22 de diciembre, el campo de Mendizorroza registraba una muy buena entrada para ver un partido, en el que estaba casi todo decidido. El equipo que saltó al césped era prácticamente el mismo que lo había hecho en Tarragona. Las poquísimas esperanzas que traía el equipo catalán se desvanecieron cuando Édgar Méndez marcaba el primer tanto, antes de cumplirse el primer cuarto de hora del encuentro. Muy poco después, Rubén Sobrino marcaba de penalti, casi al tiempo que los visitantes veían cómo se quedaban con diez, por doble amonestación de uno de sus jugadores y Kristicic ponía el que sería el definitivo tres a cero, antes del descanso. Los aficionados disfrutaron con el bocadillo en ese tiempo de descanso. La segunda parte discurrió sin nada reseñable y el tiempo fue pasando hasta que el colegiado pitó el final del partido y esperar al sorteo de los octavos de final.

Octavos: Deportivo Alavés-Deportivo de La Coruña

Hubo alegría entre los aficionados vitorianos al conocer el resultado del sorteo, porque el equipo gallego no estaba atravesando por buenos momentos y parecía un emparejamiento asequible. La trayectoria de los dos equipos había sido diferente, desde el empate a un gol que se produjo en Mendizorroza, en la cuarta jornada de la temporada. Así como el Deportivo Alavés llevaba una racha de buenos resultados, el Dépor estaba acercándose peligrosamente a los puestos de descenso y empezaban a oírse rumores del cese de su entrenador Gaizka Garitano.

A pesar de esas circunstancias, Mauricio Pellegrino no se fiaba y mandó a La Coruña un equipo más parecido al que estaba actuando en Liga. Recién empezado el año, el día 3 de enero, saltaban al césped de Riazor los jugadores de ambos equipos, para disputar el partido de ida. Apenas se había puesto el balón en juego, cuando Cristian Santos ponía un esperanzador tanto en el marcador alavesista. El equipo albiazul dominaba el encuentro y se encontraba a gusto en el campo. Fruto de ese juego, llegó la jugada del segundo gol. Édgar, de penalti, ponía el cero a dos, que desequilibraba la balanza a favor de los babazorros. Así se llegaba al descanso.

La segunda parte fue diferente. El equipo albiazul fue perdiendo terreno y, tan sólo las buenas intervenciones del cancerbero Ortolá, evitaron que los gallegos marcasen algún gol. La presión siguió en aumento y, a falta de un cuarto de hora para el final del partido, marcaban su primer tanto. A punto estaba el colegiado de pitar el final del encuentro, cuando el Dépor colocaba el empate en el marcador y los aficionados alavesistas desplazados hasta allí veían cómo se había desaprovechado la clara ventaja y volvían a Vitoria a esperar el desenlace en el partido de vuelta.

Una semana más tarde, el día 11 de Enero, se volvían a ver los dos equipos en el Estadio del Paseo de Cervantes. Había cierto nerviosismo entre la afición y Pellegrino tampoco se fiaba mucho de la aparente debilidad del equipo de Garitano y puso una alineación dispuesta a mantener el resultado y pasar a la siguiente fase.

Comenzó al partido con distintas ocasiones en ambos equipos pero fue Édgar el primero que acertó en colocar el balón en las redes del Dépor. El delantero albiazul se consolidaba como máximo goleador en Copa y marcaba su tercer tanto en el torneo. Sin tiempo para sacar del centro de campo, el árbitro mandó a los jugadores al vestuario.

El inicio de la segunda parte coincidió con una situación preocupante para el equipo albiazul. La expulsión de Theo por doble amonestación dejó al equipo mermado y con un marcador incierto. Pellegrino tuvo que reforzar la defensa, a costa de renunciar a un ataque más intenso y el equipo se fue echando hacia atrás. Fruto de esa presión del Dépor llegó el tanto del empate. Todavía quedaba media hora de juego pero el Deportivo Alavés demostró una vez más que su defensa era de las más sólidas del campeonato y resistieron hasta el final, terminando con el mismo resultado que se dio en el partido de Liga cuatro meses antes. Sufriendo más de lo necesario, se consiguió pasar a cuartos, que era el objetivo inicial.

Cuartos: Deportivo Alavés-Alcorcón

El bombo fue generoso con los intereses del Deportivo Alavés. Cuando todos los aficionados oyeron que el próximo rival alavesista era el Alcorcón, se empezaron a frotar las manos, viendo a su equipo en la siguiente ronda. Pero quedaban 180 minutos por disputar y, en la mente de todos, estaba la idea de las múltiples sorpresas que se dan en este torneo.

Al ser de menor categoría el equipo madrileño, el partido de ida tenía que ser fuera de Vitoria. Y, apenas una semana después, el miércoles 18 de Enero, se presentaban en el estadio Santo Domingo con muchas ganas de agradar a sus aficionados. Una alineación similar a la que había conseguido el pase a cuartos era la encargada de esa misión tan bonita de meter al equipo en semifinales y seguir soñando. El partido resultó más complicado de lo que parecía inicialmente.

Faltaban dos minutos para la finalización del encuentro y los aficionados madrileños empezaban a abandonar sus localidades. En el minuto 88, Ibai Gómez sustituía a Katai. El entrenador alavesista buscaba un revulsivo y frenar a un Katai, que tenía una tarjeta amarilla y estaba un poco más revolucionado de lo normal. La apuesta le salió de maravilla a Pellegrino. Nada más saltar al césped, le llegó un balón y soltó un zurdazo desde la frontal del área, que se coló en las redes del Alcorcón. Un minuto más tarde, el colegiado expulsaba a un jugador del equipo madrileño por una clara entrada por detrás. Y cuando estaba terminando el tiempo de prolongación, Ibai hacía su doblete particular al ejecutar con maestría una falta sobre el capitán Manu García, al borde del área. El equipo albiazul volvía a Vitoria con un 0-2 muy favorable y que nadie imaginaba a falta de dos minutos para el final. Los aficionados madrileños que abandonaron sus localidades no daban crédito del resultado.

El martes, 24 de Enero, se volvían a encontrar en Mendizorroza los dos equipos. Parecía un partido fácil, tras el resultado obtenido en la ida. Nada más lejos de la realidad. El acoso del Alcorcón fue constante desde el inicio del encuentro. El nerviosismo empezó a aparecer en las gradas, viendo las múltiples ocasiones que el equipo madrileño estaba desperdiciando. Sabían que un gol pondría la situación bastante complicada porque se veía al equipo de Pellegrino sin opciones de reacción. Los números son claros y dicen lo que pasó sobre el césped. El equipo del Alcorcón lanzó 17 veces a puerta, frente a los cuatro del equipo local. Y once fueron los saques de esquina de los madrileños frente a los cuatro del Alavés.

Lo importante fue que se consiguió el objetivo y el equipo pasó a la siguiente ronda. Se colaban en semifinales, trece años después. En aquella ocasión, el Alavés fue eliminado por el Zaragoza, equipo que acabaría siendo campeón frente al Real Madrid.

Semifinales: Deportivo Alavés-Celta

Sólo quedaban cuatro equipos en el bombo. El Barcelona quedaba emparejado con el Atlético de Madrid y el Deportivo Alavés se tenía que enfrentar al equipo gallego. De nuevo, el equipo albiazul había salido beneficiado en el sorteo.

El equipo celtiña estaba inmerso en las tres competiciones y parecía que daba más importancia a la Europa League que al resto. De hecho, en Liga estaba perdiendo fuelle. El primer partido tocó en tierras gallegas. La afición alavesista, como siempre, se volcó con el equipo y fueron varios los autobuses fletados para acompañar al equipo en Balaídos. Las 15 horas de autobús, el día infernal que se presentaba y el poco tiempo de estancia en Vigo no fueron obstáculos para que hubiera más de mil gargantas animando al equipo.

Foto de La Liga
Foto de La Liga

A las once de la mañana de aquel lluvioso dos de Febrero, salían los autobuses desde el aparcamiento de Mendizorroza con destino a Vigo. Quedaban ocho horas de viaje por delante. Entre cánticos y una buena muestra de banderas, camisetas y bufandas albiazules, la caravana llegó a las inmediaciones del estadio para presenciar el partido de ida.

Mauricio Pellegrino, como si se tratase de un partido de Liga oficial, puso el equipo casi titular. Incluso, colocó a Pacheco bajo los palos, consciente del peligro y potencial del equipo gallego. Fue un partido de ida y vuelta y sin muchas ocasiones en ninguno de los dos equipos. Se llegó al final del encuentro con el mismo marcador del inicio del partido y la larga vuelta hasta la capital alavesa estuvo compensada con ese aparente buen resultado cosechado por el equipo.

Seis días después, Mendizorroza presentaba una de las mejores entradas de la temporada. Los aficionados eran conscientes de la importancia del encuentro. Estaba en la mente de todos la posibilidad de pasar a la final de la Copa del rey, por primera vez en los 96 años de historia del equipo albiazul. La ciudad entera se volcó en ese partido y se veían más banderas y elementos albiazules por las calles.

La alineación que presentó Pellegrino era la considerada como de gala para el equipo. Los Pacheco, Femenía, Laguardia, Feddal, Theo, Llorente, Manu García, Ibai Gómez, Toquero, Camarasa y Deyverson tenían la responsabilidad y el honor de incluir sus nombres en la historia, si conseguían el ansiado paso a la final.

El partido tuvo más nervios que calidad. El miedo de ambos equipos a que le marcasen un gol hacía que el encuentro no tuviese la calidad esperada. Se puede decir que un tiempo fue para cada equipo. Apenas un tiro al palo puso en pie a los aficionados alavesistas se convirtió en la ocasión más clara para los locales. El segundo tiempo transcurría con las mismas características que la primera parte. Cuando todos esperaban la prórroga, Pellegrino puso en el césped al goleador del torneo. Al filo del minuto 80, Édgar Méndez saltaba al campo. Y, apenas dos minutos más tarde, se metía habilidosamente en el área celtiña y con un disparo fuerte y cruzado hacía estallar el estadio. Los aficionados no se lo creían. Estaban a diez minutos de hacer historia. En el campo, el equipo supo defender el resultado y contrarrestar los ataques últimos del Celta, hasta que el colegiado Mateu Lahoz pitaba el final del encuentro y la alegría se desbordaba entre jugadores, técnicos y aficionados.

Tras unos minutos de celebración en el césped por parte de los jugadores, agradeciendo a la afición el apoyo durante todo el torneo, la gente se fue haciendo sus cálculos para asistir a la final que tendría lugar en el Vicente Calderón, en lo que se empezaba a llamar el partido de las despedidas.

Tocaba centrarse en la Liga

Casi sin tiempo para asimilar la clasificación para la final de la Copa del Rey, los de Pellegrino se encontraban jugando un anticipo de esa cita. Les tocaba recibir en Mendizorrotza al Fútbol Club Barcelona, que había eliminado días antes al Atlético de Madrid. El técnico argentino decidió rotar después del esfuerzo realizado días antes y el resultado no fue el deseado. 0-6, con un Barcelona ultra-efectivo, especialmente tras la reanudación, marcando cuatro dianas en menos de diez minutos. No hubo reproches para un equipo que estaba en el camino de cuajar una temporada histórica, aunque sí cierto pesar por la abultada forma en la que había llegado la derrota.

Lo mejor para olvidar un mal resultado es ganar el siguiente partido. Y así hicieron los vitorianos, que con más oficio que eficacia o juego derrotaron el Riazor al Deportivo, volviendo así a la senda de esa sensación tan reconfortante que es la victoria. El Alavés era undécimo después de 23 jornadas y ponía tierra de por medio con el descenso, 14 puntos.

La victoria de la jornada siguiente en Mendizorrotza ayudó a aumentar la distancia a 16. Una victoria con un especial buen sabor, pues los babazorros tuvieron que remontar un gol de valencianista Soler. Y lo hicieron, además, con dos zarpazos. El primero de Ibai, desde fuera del área. El segundo, de Katai, con una clase magistral de como regatear al portero sin siquiera tocar el balón.

Si febrero empezaba con la clasificación para la final de la Copa del Rey, marzo lo hacía con una derrota inesperada en Granada. Una mala primera parte de un irreconocible Alavés dejaba el partido con el 1-0 en contra al descanso. Pese a la mejoría de la segunda mitad los babazorros no consiguieron la remontada y cayeron por 2-1. 

Foto de La Liga
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Días después el Alavés recibía en casa al Sevilla de Sampaoli. Día especial, pues el Alavés dejó a un lado por un día su habitual uniforme albiazul para ponerse las rallas rojas y azules de Baskonia. No fue mal el nuevo uniforme, pues consiguieron un buen empate contra un Sevilla que se adelantó en el marcador.

En la jornada 27 los de nuevo albiazules viajaban a Málaga para poner a prueba el mito del “entrenador nuevo, victoria segura”. Míchel se estrenaba en el banquillo boquerón. Lo hizo con derrota en un duelo en el que la suerte sonrió a un Alavés que se adelantó en el marcador, pero que en pocos minutos se quedó con diez y encajó el tanto del empate. Cuando el partido agonizaba y el Málaga se volcaba sobre la meta de Pacheco, un contragolpe babazorro terminó con Édgar poniendo el 1-2 que llevaba el júbilo a los valientes albiazules que se habían trasladado hasta La Rosaleda. Sumaban los de Pellegrino 37 puntos, quedándose a una victoria de los 40 que se marcaron de objetivo en verano. Esos 40 llegaron de la mejor manera posible, en la siguiente jornada y con un derbi en Mendizorrotza. Deyverson, al borde del descanso, marcaba el único tanto de partido, que daba la victoria a los vitorianos frente a una tibia Real Sociedad.

Adios a Europa

Esa victoria conseguía mantener vivo un sueño europeo que quedaba a cuatro puntos. Sin embargo, tres partidos en los que los babazorros encajaron tres derrotas borró la posibilidad de llegar a Europa vía Liga. Sólo ganar la Copa les daría la oportunidad de volver a Europa más de quince años después.

La primera derrota llegó en un marco muy exigente, el Santiago Bernabéu. Pese a todo, los babazorros aguantaron, y no encajaron el 1-0 hasta el minuto 30 en una primera parte en la que tuvieron opciones de marcar. Sólo el 2-0, en el minuto 84, terminó con sus opciones de puntuar. El 3-0, pocos minutos después cerraba el marcador para un Alavés que había competido pero que no conseguía sacar un resultado positivo. Se alejaba Europa, ya a 7 puntos, pero aun con opciones de asaltar el séptimo puesto.

Esas opciones pasaban por ganar el próximo partido, a priori accesible. Osasuna llegaba con 11 puntos en su casillero, a dieciséis de la salvación y con una sola victoria en casi 30 jornadas de Liga. Pellegrino decidió rotar, y bien por conformismo o por un fallo de concentración, un sobresaliente gol de Berenguer en los minutos finales daba los tres puntos a los navarros y dejaba al Alavés con Europa ya casi fuera de su alcance. Europa se terminó de marchar días después, frente al RCD Espanyol. El cuadro perico, peleando por lo mismo que los vitorianos, hizo valer su fortaleza en casa y se llevó los tres puntos con un solitario gol de Piatti. Partido a vida o muerte que terminaba con los vitorianos en la lona. Se esfumaba el sueño europeo. O al menos de momento. 

Con el turbo al Vicente Calderón

Llegaba el tramo final de la temporada. Y lo hacía de una forma atípica, con el fantasma del descenso fuera de la cabeza de los jugadores del Alavés. No en vano, llegaban al partido que cerraba la jornada 32 recibiendo en Mendizorrotza al Villarreal matemáticamente salvados después de la derrota del Sporting. Salvación lograda con varias jornadas de antelación respecto a lo previsto en verano.

Con 40 puntos en el casillero y sin nada en juego, los vitorianos corrían el riesgo de caer en la autocomplacencia y dejarse llevar. Como la hormiga de la fábula de Esopo, podían haber pensado que lo mejor era hacer acopio de fuerzas para la final de Copa del Rey que les enfrentaba con un gigante hambriento como el Fútbol Club Barcelona. Sin embargo, decidieron que la mejor manera de llegar en óptimas condiciones al acontecimiento de la temporada era seguir dejándose el alma en el campo, para satisfacción de unos aficionados que quieren ver a su equipo jugar bien y ganar.

En el primer partido llegaba uno de los rivales más en forma del campeonato, el Villarreal, que peleaba por hacerse un hueco en puesto europeos. Una primera parte a un excelente nivel, culminada con dos goles de Ibai y Ely, daba los tres puntos a los vitorianos. Ni el acoso ofensivo del submarino amarillo, que recortó distancias por medio de Bakambú, consiguió dejar a la afición vitoriana sin una victoria que celebrar.

Dos días después, también en Mendizorrotza y también contra un equipo que estaba realizando un gran año, el Eibar, los vitorianos buscaban dar otro zarpazo. Paradójicamente, en un partido que parecía más asequible y que se puso de cara tras la expulsión de Riesgo, los vitorianos no consiguieron celebrar ningún gol. Tampoco lo hizo el cuadro armero, satisfecho con el empate, y ambos equipos se repartieron los puntos.

El de la jornada 35 es uno de los partidos que con más cariño guardarán en su memoria los aficionados babazorros. Al fin y al cabo, que su equipo, más acostumbrado a la seriedad y el rigor defensivo que a la eficacia ofensiva, marcara cuatro goles, era un acontecimiento que celebrar. Y no empezó bien el duelo en un Benito Villamarín engalanado que celebraba una tardía Feria de Abril. El partido llegó al descanso con 1-0, con un Alavés con muchas rotaciones. Pero esas rotaciones fueron capaces de cambiar el partido en menos de quince minutos. Krsticic, Sobrino y Santos ponían el 1-3 que en el 90 redondearía Katai con una sobresaliente definición. El Glorioso se iba de feria y se consolidaba en mitad de tabla.

La primera de las tres últimas jornadas premiaba a los aficionados con un derbi frente al Athletic Club en Mendizorrotza. Un enfrentamiento especialmente deseado en Vitoria, que había pasado demasiados años sin la posibilidad siquiera de soñar con disputarlo. Para culminar la fiesta, Theo Hernández marcaba con un zarpazo desde el borde del área su primer gol en Primera División. Mendizorrotza vibraba con su equipo y clamaba que estaban listos para intentar lograr la gesta en el Vicente Calderón. Una semana después, frente a un Celta con la mente aún en Manchester los babazorros vencieron por 3-1, llevando a seis su racha de partidos invictos, algo que no lograban en Primera desde el año 2001.

El empate en Leganés de la última jornada de Liga, en un gran partido entre dos equipos que un año antes estaban en la categoría de plata, ponía el broche de oro a una temporada sobresaliente. Regreso a Primera después de diez años, novena plaza en Liga y clasificación para la final de la Copa del Rey. Volvía a salir el sol en Vitoria después de muchos años de tempestad. Y todavía quedaba la oportunidad de poner el broche de oro.  

Llegaba la oportunidad de hacer historia

Llegaba la final de Copa. Tras meses de espera, días de ansía, llegaba el momento que todo el mundo llevaba esperando. Tras una fulgurante racha en la recta final de Liga, con toda la plantilla enchufada, era el momento. Momento de sorprender al mundo. Momento de contarle al planeta fútbol que lo de Dortmund no se olvida. Esa final ante el Liverpool caló muy hondo, y era el momento de revertir la historia. Alavés y Barcelona afrontaban una final mágica. Para unos, una obligación. Para otros, el mejor sueño jamás contado.

El Alavés llegaba de una magnífica racha y no debía de pasar desapercibido. La garra y la actitud de esos últimos partidos de Liga debía verse en el Vicente Calderón. En frente, uno de los tres mejores equipos del planeta tierra. En frente, el mejor jugador del mundo. En frente, la dificultad por antonomasia.

Pellegrino tenía un plan. Su idea empezaba por un cambio de esquema. Defensa de cinco con Vigaray, Feddal y Ely de centrales y Kiko y Theo en las alas. Por delante, Manu García y Llorente custodiarían el centro del campo. En la punta de ataque, tres hombres con el cometido de sorprender a los Piqué, Umtiti y compañía: Ibai Gómez, Deyverson y Edgar.

En el Barcelona, nada por descubrir. Once de gala con Mascherano sustituyendo a Sergi Roberto y Alcácer a Luis Suárez, además de Cillessen en portería. Comenzaba el encuentro, comenzaba el sueño.  El objetivo culé era claro: control y más control. Liderado por Messi, el FC Barcelona comenzó teniendo la pelota y moviéndola sin prisas. Pronto el Alavés comenzó a avisar a base de contraataques y recuperaciones de balón en campo rival.

Entre toda esa incertidumbre, Messi bailaba. Jugaba con el rival, lo mareaba, lo desquiciaba. Todo pasaba por frenar al '10', pero parecía imposible. En el minuto 30, lo que parecía inevitable se hizo realidad. Pared marca de la casa Neymar-Messi que acabó como siempre: tiro desde la frontal con el interior del pie izquierdo y 1-0. Se adelantaba el favorito, que equipo obligado a ganar.

Pero por un momento, el sueño se mantuvo vivo. Dos minutos después, Theo maravillaba al mundo con una excelente ejecución de falta que acababa en el fondo de las mallas. Un tiro imposible desde el flanco derecho que se colaba por el lado del portero, ante un Cillessen abatido y sin opciones. Se deslizaba Theo por el césped del Calderón, festejando un gol que poca trascendencia tendría después, pero que reavivaba la esperanza.

Al filo del descanso, llegó el gran castigo para los vascos. Primero Neymar, y luego Alcácer, acabaron con las esperanzas 'babazorras'. El 2-1 llegó obra de una gran circulación de balón, que acabó en apertura a André Gomes para que este, con un gran pase de la muerte, dejara a Neymar libre de marca y en perfectas condiciones para poner a su equipo por delante. En el descuento, Messi se inventó un pase interior mágico tras una internada desde la derecha que Alacácer no desaprovechó. Tras un año duro, el ariete definía bien cruzándola y poniendo la final cuesta arriba para los de Pellegrino. Tocaba remar.

La segunda parte fue de dominio alterno, donde los albiazules tuvieron alguna ocasión, pero el marcador no se movería, llegando con el tres a uno hasta final. Los cambios no surtieron efecto, y los Óscar Romero y compañía no supusieron ningún cambio en el electrónico. Terminaba así la Final de la Copa del Rey. Una entrega de la Copa en la que ningún aficionado del Glorioso se movió de sus asientos, animando a los suyos mientras los jugadores, con lágrimas en los ojos, se resistían a ir a los vestuarios en un gesto de agradecimiento a una afición que ha dejado huella en todos los campos que ha visitado a lo largo de la temporada y que tiene mucha parte de culpa en los éxitos obtenidos por el equipo.

Una final que servía de despedida al entrenador Luis Enrique, al entrenador alavesista Mauricio Pellegrino, al colegiado del encuentro Carlos Clos Gómez, a los cedidos albiazules Theo Hernández y Marcos Llorente, al Estadio Vicente Calderón y a varios jugadores en ambos equipos.

Terminaba un partido que ha dejado muchas imágenes difíciles de borrar en las mentes de los más de 20.000 aficionados alavesistas que regresaron a la capital alavesa y quedan a la espera de futuras noticias de fichajes y despedidas que conformen el nuevo Deportivo Alavés que comenzará la próxima temporada con la misma ilusión con la que ha terminado la 2016-17.