Corría el verano del año 2000. El Tenerife, comandado en la presidencia por un Javier Pérez cuya figura era cada vez más cuestionada, comenzaba un nuevo proyecto en Segunda División con vistas a recuperar la categoría que dos años antes había perdido de manera estrepitosa, con una plantilla de alto valor que no dio la talla en ningún momento de la temporada.

Entre las contrataciones de aquella nueva plantilla que estaría dirigida por Rafael Benítez se encontraba un joven a la par que desconocido Martí. El centrocampista balear, que contaba con 25 años cuando cambió su isla natal por la chicharrera, apenas había disputado algún minuto en la máxima categoría y sólo había militado en el club donde se forjó como futbolista, el RCD Mallorca.

Muy pronto se hizo con un brazalete de capitán que jamás abandonó durante las tres temporadas que defendió los colores del Tenerife (2000/2001, 2001/2002 y 2002/2003). Un fijo en los esquemas de todos los entrenadores bajo cuya dirección disputó numerosos encuentros (casi 120 encuentros en tres temporadas), se erigió como un líder tanto dentro como fuera del campo. Ya lo decía Vitolo, que debutó junto a Pep como blanquiazul con solo 18 años: era la extensión del entrenador sobre el césped. La jerarquía, personalidad y señorío que imprimía al equipo sólo podía significar algo: debía acabar como técnico algún día.

Martí en su presentación como futbolista birria. Fuebte: clubdeportivotenerife.es
Martí en su presentación como futbolista birria. Fuente: clubdeportivotenerife.es

A la finalización del verano de 2015 ya José Luis obtuvo su título de entrenador nacional tras haberse retirado del balompié como jugador en el equipo donde se crió. No quedaba más que sentarse a esperar la llamada de algún club que quisiese confiar en los servicios de un jugador curtido en tantas batallas de Primera y Segunda División. Una llamada que no tardó demasiado en producirse: en noviembre recibió una oferta procedente de la Isla. Y no, no de su Mallorca natal, sino de su otro hogar: Tenerife. El conjunto chicharrero parecía transitar sin rumbo hacia un naufragio seguro tras el desastroso inicio de temporada sufrido de la mano de Raúl Agné.

Igual que como futbolista, el Tenerife confió en sus servicios sin apenas contar con experiencia. La apuesta era clara: repatriar un viejo líder del vestuario tinerfeñista con el que tanto afición como plantilla se sintiera identificados para poder revertir aquella complicada situación. No pudo ser mejor su debut en el Heliodoro: venció por 2-0 a un Alavés que llegaba lanzaba hacia el ascenso. Tardó seis jornadas en sufrir su primera derrota como entrenador del Tenerife y logró sacar al equipo de aquel delicado camino.

Al mando de la nave blanquiazul en la temporada 2015/2016 estuvo 31 partidos, de los que ganó 11, empató 12 y cayó derrotado en ocho. El Tenerife se salvó de manera holgada e incluso coqueteó hasta el final del campeonato con los puestos de 'playoff' de ascenso a Primera. Algo que, a principios de temporada, parecería utópico.

El técnico del Tenerife a su llegada en 2015. Fuente: clubdeportivotenerife.es
El técnico del Tenerife a su llegada en 2015. Fuente: clubdeportivotenerife.es

Su sello fue esencial para la mejoría del conjunto insular. El juego combinativo, con buen trato de balón y elaborando las jugadas desde su propio área resultó ser clave. Pero, sobre todo, el apartado defensivo. A Martí le gusta que su equipo sea solidario, que las líneas estén juntas y que la presión hasta la recuperación del balón sea su mayor característica. Le valió esta solidez defensiva para convertirse en una de las revelaciones de la temporada.

La renovación del preparador tinerfeñista no se hizo esperar y se confió en él para la campaña 2016/2017. Se podría definir a ésta como la etapa de consolidación de Martí en los banquillos. Pese a un inicio titubeante de campaña, mantuvo posteriormente al Tenerife en los puestos altos de la clasificación y quedó a un solo gol de lograr el ansiado ascenso. Sus números, sensiblemente mejores que el ejercicio anterior, pese a que durante muchos momentos de la temporada parte de la prensa y la grada estuviese en desacuerdo con los cambios que ejecutaba durante los encuentros así como determinadas alineaciones en partidos clave.

Ahora comenzará una nueva temporada, con ilusiones renovadas, en su segundo hogar. Su objetivo no es otro que el de tocar con sus propias manos un ascenso que la pasada temporada se volatilizó como por arte de magia cuando parecía todo hecho. Antes de partir con rumbo a tierras sevillanas tras fichar por el conjunto de Nervión, en el verano de 2003, prometió regresar a Canarias para devolver al Tenerife a la élite. Esta vez tendrá la oportunidad de cumplir con su promesa, desde la banda del Heliodoro Rodríguez López.