Un clásico tiene sus condimentos, partido vibrante, un capítulo aparte y bonito al mismo tiempo. Como todo deporte, el fútbol no admite de lógicas y va más allá de un buen momento. La Sociedad Deportiva Eibar y el Athletic Club, este domingo, celebrarán el noveno enfrentamiento entre guipuzcoanos y bilbaínos. La pugna entre azulgranas y rojiblancos tuvo su génesis el 1 de noviembre de 2.011 (Copa del Rey, dieciseisavos de final) en el mismo epicentro de la jornada número dos de Liga este fin de semana: el Estadio municipal de Ipurúa. Luego de este compromiso hubo siete cotejos más, lo que resume un bagaje de ocho partidos entre sí.

Como todo análisis resulta enigmático y atractivo al mismo tiempo, dilucidar sobre qué aspectos se desarrollará este encuentro. En parangón con el curso precedente, los dos equipos preservaron el mismo estilo más allá de los intérpretes. Dos conjuntos intensos que se comprimen satisfactoriamente en las transiciones defensa-ataque, suelen utilizar las bandas con la proyección de sus laterales, desgastan a su contrincante en base a la presión, forman un doble delantero centro, el pivote asume un rol esencial para dar juego al resto del equipo, la defensa central se encuentra adelantada y otros patrones son comunes a ambos.

Retroceder el primer pase 

Uno de los puntos a enfatizar y sobre el cual se circunscribe un factor clave es la salida de balón rasante desde la zona de máquinas. Tanto el Getafe como el Panathinaikos colocaron en problemas al Athletic Club, obligando al pivote defensivo (Beñat Etxebarría/Mikel Vesga/Mikel San José) a desplazarse en demasía hacia un costado o más adelantado pero con sus receptores en situación de incomodidad, es decir, presionados de espaldas y siendo esta circunstancia una invitación a la pérdida, por lo que el poseedor del balón debe reiniciar el juego con los centrales o abrir a banda para encontrar un pase alternativo.

Aquí observamos el embudo del primer pase. Fuente:Livetv.sx
Aquí observamos el embudo del primer pase. Fuente:Livetv.sx

Prosiguiendo con esta faceta del juego, resulta vital para llevar a cabo este comportamiento dentro del campo por intermedio de una presión. Esta puede ser de dos maneras: escalonada (al estilo del Getafe) sin ahogar en el tercio superior sino aguardando el avance del balón dominado y de escasos metros entre líneas (defensa, medio campo, delantera). La otra opción de la intensidad es la asfixiante, tal como le vimos al Eibar en La Rosaleda durante determinados segmentos del partido o aquella que intentó ante el Barcelona en Ipurúa. Esta presión es también conocida por conformar parejas entre rivales a lo largo y ancho de todo el campo, frecuentemente utilizada por Ernesto Valverde ante Barcelona.

Amplitud ofensiva 

Otro de los aspectos fundamentales una vez conseguida la posesión y hostigado el rival es la ampliación de los ataques a través de la formación de sociedades y sobre todo la llegada de los laterales. Este es un matiz que caracteriza tanto al azulgrana como al conjunto rojiblanco, defensas de banda que se incorporan al tercio superior combinándose con el extremo del mismo costado y ayudados también con la añadidura del apoyo por parte del delantero centro.

Las parejas que propuso Mendilibar para la presión. Fuente: Tiki-Taka (Youtube).
Las parejas que propuso Mendilibar para la presión. Fuente: Tiki-Taka (Youtube).

Jugadores de la talla de Ander Capa, Óscar De Marcos, José Ángel y Mikel Balenziaga suelen cumplir esta función. Asimismo estos se relacionan futbolísticamente con atacantes tales como Rubén Peña, Markel Susaeta, Takashi Inui o Iker Muniain, contando con el circunstancial sostén para generar un tres contra dos del número nueve (Aduriz, Enrich, Charles, Williams).

Equipo corto y sólido 

La forma de juego y la filosofía tanto de Mendilibar como del 'Cuco' Ciganda, diagrama comportamientos similares. Dentro de las características que se asemejan y vital en el duelo de pizarras para dar un paso más hacia la victoria es la compresión entre líneas. Ambos han demostrado que resulta difícil de convertirles si actúan en bloque tanto en defensa como en ataque. El Eibar lo evidencia a la hora de presionar, una intensidad que incomoda al rival de turno cuyo objetivo tiene el propósito de la recuperación inmediata. Por el otro el Athletic en el rol defensivo arma una telaraña de nueve o diez jugadores detrás del balón con espacio exiguo entre sí y al que deben de entrarle mediante combinaciones rápidas, pero sobre todo certeras. 

La telaraña de los leones. Fuente: Livetv.sx
La telaraña de los leones. Fuente: Livetv.sx

A modo una réplica de lo que llevaba a la práctica el Eibar con Adrián González en el medio centro ofensivo durante la campaña precedente, ese experimento lo está desempeñando el Athletic con Iker Muniain. El navarro suele comenzar de extremo más bien atado a la banda izquierda. Pero cuando el equipo permanece desconectado y él aparenta desapercibido, producto de una presión y mejor fútbol del rival en donde Beñat se retrasa hasta llegar a líbero, Iker se posiciona como un centrocampista al estilo del clásico organizador para funcionar de puente entre el medio campo y la delantera.  Este es otro tópico clave, ya que el combinado eibarrés lo utiliza en menor medida.

El juego directo, una amenaza 

Uno de los puntos más fuertes que poseen los guipuzcoanos y bilbaínos es el fútbol rápido, de asociación llana. Ambos en un lapso de tres pases pueden llegar a gol con suma facilidad. A su vez esta propia medicina termina siendo el peor de los venenos porque en más de una ocasión han sufrido por esta vía. Por eso quien controle las incursiones en velocidad de Muniain, Williams y compañía por un lado, mientras que Rubén Peña, Iván Alejo, Capa o Inui pueden causar estragos en el blaugrana.

Muniain de enlace. Fuente:livetv.sx
Muniain de enlace. Fuente:livetv.sx