Si algún jugador había destacado durante la pretemporada y rindió a un buen nivel en Tenerife fue Aleix Febas. Sin embargo, el catalán no aparecía en el once titular zaragocista y se descubría como factor sorpresa en el banquillo. Su sacrificio en la alineación significó un trivote formado por Zapater, Eguaras y Ros en el medio campo. Buff, Pombo e Iglesias se ocuparían de las tareas ofensivas. En la línea de atrás, Ángel volvía al lateral zurdo tras superar las dolencias que le apartaron de la convocatoria en Tenerife y en consecuencia, Benito recuperaba su banda natural. El cambio de táctica daría sus frutos, pero el fútbol no siempre depende de tus méritos.

Se trataba de una tarde apática por cuestiones climatológicas. Avecinaba tormenta. Solo una victoria zaragocista podía servir de paraguas. El Granada inició más y mejor que su rival. Enseguida se hizo con el balón y los blanquillos no estaban para nada cómodos, incluso chispeó un córner nazarí y un disparo lejano nada más empezar el partido. Los maños también botaron un córner que fue rematado por Ángel, sin peligro. Un comienzo interesante. Pasado el trance inicial, el Zaragoza se asentó en el campo, empezaron a jugar al fútbol y se equilibró la balanza.

Borja Iglesias la pudo decantar pasado el cuarto de hora de partido. Un regalo de Álex Martínez en un fallido pase a su portero dejó solo al delantero frente a Varas, disparó con poco ángulo al muñeco y desaprovechó una gran ocasión de poner por delante a su equipo. A la jugada siguiente, Machís intentó engañar al árbitro, se tiró dentro del área y Vicando Garrido no picó. Sí que pitó, con acierto, una falta al borde del área y amonestó a Jesús Valentín. Tras un error de Eguaras en un pase atrás, el defensa canario cortó un contraataque de tres contra tres que derivó en el primer tanto del partido. El ex zaragocista Pedro Sánchez fue el encargado de lanzar dicha falta y la coló por debajo de la barrera imposible para Ratón.

En el mejor momento del conjunto aragonés había llegado el 0-1 en contra. La grada aplaudía para que no decayera el juego con el que el Zaragoza dominaba poco antes del varapalo. La presión adelantada de los locales surtía efecto, pero tras el robo, faltaba el último pase. A través de largas posesiones los maños trataban de cumplir con el guión previsto. Por su parte, el repliegue de los de Oltra y su colocación defensiva maniataban las intentonas blanquillas. El Granada funcionaba a contraataques, y de casi todos sacaban provecho. Eguaras, al igual que Valentín, recibiría amarilla cortando una de estas contras.

Merecía el Zaragoza un gol bajo la lluvia. Los centros de Benito desde el costado derecho, los lanzamientos de falta o córners botados por Buff y las combinaciones al borde del área no terminaban de ser finalizados a puerta. Javi Varas se iba de rositas al descanso y Borja Iglesias lamentándose. La superioridad del Zaragoza era ambigua, no era clara del todo. La sensación de que el partido no estaba controlado se apoderaba de los locales, incapaces de hacer la igualada y con un punto más de presión negativa que su rival.

Borja Iglesias no logró abrir la segunda mitad con gol. Buff le habilitó en el área pero el ariete estuvo desacertado e impaciente. Mientras, Toquero, Oyarzun y Febas ya calentaban. El paso por vestuarios daba continuidad a lo acontecido en la última media hora de la primera parte. Faltaba tranquilidad en el cuadro aragonés, en cambio, al Granada le empezaba a sobrar. Se estiró Navas para impedir el gol del Zaragoza. Benito introdujo un pase aéreo entrelíneas y Pombo la empaló con dureza. No era todavía suficiente. El Zaragoza se agolpaba y lo intentaba de todos los colores, los cuales no terminaban de formar el arcoíris del gol. 

La batuta de Eguaras seguía dirigiendo y los locales vivían en terreno de juego andaluz, aunque les faltaba chispa y suerte. Borja Iglesias había llevado loco a Germán todo el partido. Los agarrones recibidos por el delantero gallego durante 70 minutos dieron su fruto y al final, una de esas faltas la cometió Germán dentro del área, señalando así el árbitro penalti. Borja Iglesias fue el encargado de lanzarlo y marcó raso a la izquierda para igualar el marcador. El gol zaragocista coincidió con la entrada al campo de Toquero. Locura a tientas en la grada.

Tras el empate el Zaragoza fue a por el segundo, implantando un monólogo de buen juego y superioridad durante los segundos 45 minutos. Toquero estuvo a punto de estrenarse con la elástica blanquilla, pero el derechazo se fue al poste e impidió el 1-2. Todo se ponía de cara para el conjunto blanquillo. Baena, que ya llevaba amarilla, no calculó en una entrada sobre Ros y se llevó la segunda. El Granada con uno menos, se empequeñecía más aún. Y de nuevo, Javi Varas. Zapater puso la falta directa a la escuadra pero el meta andaluz logró despejar a córner.

Turno para Papu a falta de cinco minutos para el final. Seguía apretando el Zaragoza, que ya superaba la quincena de remates. Por su parte, el Granada se encerraba a la espera de algún fallo grosero del Zaragoza. Los minutos pasaban entre aplausos, nervios y más ocasiones del Zaragoza: de cabeza, por raso, desde fuera del área, etc. El premio no llegaba. La parroquia blanquilla se alegraba cuando el cartel del cuarto árbitro señalaba cinco minutos de prolongación. El Zaragoza ganaba tiempo, pero las prisas y el cerrojo granadino añadían dificultad a la consecución del segundo tanto.

Es un tópico que la injusticia del fútbol a veces se ceba con uno de los dos equipos participantes. Y el Zaragoza, que no va sobrado de suerte casi nunca, volvió a ser víctima de esta singular afirmación. Vicandi Garrido señaló el final del partido. Al final no hubo victoria, pero la gente reconoció el esfuerzo y el fútbol por el que pagan cada fin de semana. Hubo comunión y también, paraguas.