La Sociedad Deportiva Eibar no atraviesa un buen momento en este inicio de temporada. El equipo de José Luis Mendilibar sufrió el pasado sábado su segunda derrota abultada consecutiva, esta vez ante el Celta de Vigo en Ipurúa. El 0-4 fue un marcador que retrató las carencias defensivas del conjunto armero, especialmente a balón parado. Unas carencias que ya mostró, por cierto, media semana atrás, cuando perdió por 6-1 contra el FC Barcelona.

El equipo, aunque no se plantó mal en el césped en un principio, fue sucumbiendo a cada diana hasta acabar dando una mala impresión, sobre todo atrás. Antes de que el primer tanto subiera al marcador el Eibar había creado ya peligro suficiente para ponerse por delante. Sin embargo, en fútbol juegan tres líneas y el guardameta. Fallaron dos.

En el minuto 16 una falta botada por Pione Sisto desde la banda izquierda ya dejó en evidencia a la zaga: tres hombres se quedaron solos ante Dmitrovic y uno de ellos, Gustavo Cabral, remató de cabeza casi a placer. Primer tanto como vaticinio de lo que vendría después. Seis minutos más tarde el Celta calcó ese gol. En una situación idéntica, solo cambió el rematador, Sergi Gómez, quien puso tierra de por medio redirigiendo con la diestra.

El tercer gol 'celtiña' llegó gracias a un nuevo centro de Pione Sisto, esta vez no a balón parado sino en una jugada nacida en el pico del área. El autor del tanto fue Pablo 'Tucu' Hernández y quien quedó en evidencia, además de la defensa, fue esta vez el portero: Marko Dmitrovic despejó mal un balón que, no exento de potencia, aun así parecía fácil de atajar porque iba al centro.

Wass cerró la cuenta en el 72 rematando con la pierna derecha un pase de la muerte. El balón se coló por arriba. De ese gol la lectura que se hace es la mala disposición de la línea de atrás, que permitió que tres jugadores -dos de ellos libres de marca- llegaran en una contra frenética. Remató Wass pero pudo ser otro porque tuvo opciones el Celta para elegir.