Llegó en el mercado estival y sin ser el máximo goleador, ni el mayor regatedor, está siendo de lo mejor de este Betis. Puede que los nombres de: Joaquín, Sergio León o Fabián estén sonando con más fuerza, viendo los números que están haciendo. Es innegable el valor que tienen para el equipo, pero sería injusto olvidarse de Andrés Guardado.

Reconvertido y liberado

La polivalencia como bandera. El mexicano no tiene problemas para adaptarse a una posición distinta sobre el verde. Lo ha demostrado a lo largo de su atestada carrera. Ha llegado a actuar de lateral izquierdo, extremo izquierdo, de pivote y hasta de interior, puesto que ocupa, hoy por hoy, en el Betis de Setién. El míster es consciente de su potencial, de la calidad que atesora y  de lo luchador que es; por ello, le ha dado un rol transcendental en el once.

Sobre el papel, lo ha reubicado como interior, en línea con Fabián, y por delante de Javi García. Pero sabedor de sus cualidades, le ha premiado con la libertad de movimientos tan deseada por muchos. Libertad que le permite moverse, con o sin balón, a lo largo de la frontal atravesando el pasillo central hasta llegar al interior opuesto y desde ahí, buscar diversas alternativas que generen el mayor peligro posible.

Es un jugador muy desequilibrante, fundamental en el esquema de Setién. Hace mejores a los suyos. Es un lujo para el conjunto verdiblanco poder contar con un jugador de su nivel. Asimismo, está en todas partes, y ahí es cuando sale en escena su garra, esfuerzo, entrega y compromiso. Porque de nada vale valer, si no estás dispuesto a correr

El jugador que todo entrenador querría tener, tiene nombre y apellido, se llama: Andrés Guardado. ​Ha madurado y con ello, ha desarrollado facetas de su juego que no eran propias del mismo, como pueden ser: la precisión y la visión de juego. Está claro que la Real Sociedad lo tendrá que tener entre ceja y ceja, si no quieren que despliegue todo su fútbol, haciendo mejor a los suyos y aumentando las posibilidades de triunfo para los de Heliópolis.