Necesidad. Es la palabra que mejor define a la situación actual del Real Madrid Castilla. Solari y sus pupilos no convencen y la afición más fiel es consciente de ello. En cada partido disputado en el Alfredo Di Stéfano, los asientos blanquiazules instalados bajo la imagen de 'la Saeta' son testigos del silencio. Apenas se escuchan gritos de ánimo, solo algunos unánimes por parte de la grada de animación. El silencio -y los ocho puntos en siete jornadas- constata que algo pasa en Valdebebas. 

La última cita del Castilla dejó ver las carencias de Solari. El Madrid acabó con nueve jugadores tras la autoexpulsión de Óscar y la pifia de Luca Zidane. El guardameta comprobó las consecuencias de jugar con el riesgo y recibió la tarjeta roja que otorgó la victoria al Navalcarnero. Tácticamente la ausencia de Óscar privó al Castilla de la velocidad necesaria para hacerse notar. El juego directo del Guijuelo quiso anular al Real Madrid Castilla seguro en defensa pero improductivo en el ataque. Solari confió desde el primer instante el eje ofensivo en la figura de Dani Gómez, que se convirtió en el primer artífice de peligro del Castilla. Por su parte, Tejero volvió a la convocatoria para imperar en la banda derecha.

La tónica de Real Madrid Castilla, basada en desarrollar progresivamente su juego en cada cita, no desapareció ante el Guijuelo. Los salmantinos saltaron al verde del Di Stéfano con actitud y ganas de adelantarse en el electrónico en primera. Su juego directo se tradujo en ocasiones que intimidaron al titular Belman pero que la defensa, liderada por un astuto Jaime, supo solventar con facilidad. Con el transcurso de la primera mitad el Guijuelo se avergonzó y el Madrid dio un golpe -leve- sobre la mesa. 

La calidad individual fue el único factor que provocó cierta emoción en el público de Di Stéfano. Tejero recorrió la banda absorbiendo a todo lo que se enfrentaba mientras que Dani Gómez, con una especial conexión con el lateral, tuvo las más claras en la primera mitad. A ellos solo se les une el ánimo de Cristo por crear juego y la valiente actuación de Belman. La segunda parte esperaba para cambiar el ritmo de un partido descafeinado. 

Guijuelo y Castilla establecieron que la segunda parte debía de tener cierto frenetismo. Tras la reanudación el partido sufrió un cambio radical: las ocasiones cayeron para ambos lados y el Real Madrid experimentó una sensación familiar. El Guijuelo, al igual que el Talavera de la Reina, avisó en forma de gol anulado. Carmona se coló entre líneas para asistir a un adelantado Toni. El Di Stéfano enmudeció por momentos.

Dani Gómez siguió luchando cada balón que recibía mientras que Cristo, su mejor socio junto con Tejero, abandonó el campo sustituido en el minuto cincuenta. Salió Toni, que encendió la mecha de los primeros pitos a causa de su juego egoísta. Solari probó con la entrada de Mancebo, cuya presencia fue inexistente en el juego del Castilla. Todo hacía presagiar que los goles no llegarían y que las críticas acabarían cayendo. 

El empate sin goles deja a Solari al filo del abismo. Desde el inicio del campeonato, se ha dejado por el camino trece puntos y las primeras posiciones ya no se ven en el horizonte. El Real Madrid Castilla llama a la puerta del cambio radical y una renovación en el estilo de juego es verdaderamente necesaria. La impaciencia y las abundantes dudas predominan frente a un juego inexistente, carente de productividad y que impacienta al madridismo. La temporada es larga y el margen de mejora existe; sin embargo, la exigencia gana el pulso a la templanza

 

 

 

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Sobre el autor
Tomás Jiménez
Todos queremos volver a ver el fútbol con el que los jugadores se manchaban de barro. Escribiendo sobre la selección española y el Granada CF. Antes en Capital Deporte.