¿Cómo se resuelve un encuentro en el que los dos equipos se mostraron todo su respeto hasta que el árbitro pitó el final, en el que el balón circuló sin poseedor claro por la medular del terreno de juego, en el que los balones divididos fueron la tónica general durante los noventa minutos y en el que las ocasiones de peligro brillaron, casi, por su ausencia? La respuesta es muy sencilla: con un ejercicio notable de efectividad, el que cumplimentó el CF Fuenlabrada en su visita a la Ciudad Deportiva Wanda Atlético para llevarse los tres puntos contra el Atlético de Madrid B, materializando con dos dianas sus escasos acercamientos al marco defendido por Miguel San Román.

El derbi madrileño cayó a favor de los azulones, ya experimentado en esta materia tras enfrentarse al CDA Navalcarnero y contra el Unión Adarve en este arranque de competición. En el cómputo general fue mejor, no por exhibir un alto nivel de fútbol ni por contar con un despliegue de oportunidades, sino más bien por cometer menos fallos que su rival, por aplicar ligeramente una marcha más de intensidad, por creer en la victoria y por mantener un grado de concentración inquebrantable, una mezcla de ingredientes que facilitó que asaltara el otrora conocido como El Cerro del Espino.

Apenas hubo ocasiones, todas ellas con disparos mansos desde fuera del área. Había más respeto entre ambos que intenciones de hacer daño

Porque pese a esa resolución ya contada, fue precisamente el Atlético de Madrid B el que arrancó el derbi con más autoridad que su contrincante. Sin llegar a ser un dominador claro ni tener la posesión como aliado principal, sí fue protagonista en los primeros compases. El Fuenla se dejaba de hacer, cerraba líneas y hacía que los escasos disparos desde fuera del área no supusieran demasiado peligro para Jordi Codina. Los acercamientos despertaron al conjunto visitante que, por medio de la velocidad y el ímpetu de Yaw, empezaron a probar con el paso de los minutos la consistencia bajo palos de Miguel San Román sin demasiado éxito.

La excelente dirección de juego que ejecutaron por partes iguales tanto Rubén Fernández como Toni Moya en la sala de mandos no encontró ninguna continuidad en la zona de tres cuartos de campo. Al Atlético B se le hacía de noche cada vez que alcanzaba esa franja del terreno de juego y tampoco se veía apoyado en los costados por Arona Sané, que más que eléctrico estuvo electrocutado. Mismo estado en el que estaban los de Antonio Calderón cada vez que superaban la telaraña tejida por el colchonero Roberto Olabe, imprecisos en los pases y con un Dioni bien controlado por la pegajosa marca de Antonio Montoro.

Perdonó Ródenas, mató Álvaro Bravo

El excesivo respeto que se demostraron y los minutos de cortesía durante los que se tantearon encontraron un parón con el ingreso de Álvaro Bravo, que la temporada pasada se desempeñaba en las filas del Juvenil DH del Real Madrid dirigido por José María Gutiérrez 'Guti'. El excanterano madridista se negó a firmar el aparente pacto de no agresión que se veía sobre el verde y su gran dinamismo contribuyó para ver a un Fuenlabrada con más peso, con más peligro. A ese crecimiento, de menos a más según avanzaron las agujas del minutero, también ayudaba la mala imagen del filial rojiblanco, espeso, sin criterio y sin ninguna finalidad cuando tenía el balón en sus pies.

Su impacto no se hizo esperar y eso que el Fuenla pudo jugar a contracorriente. Del posible 1-0 el partido viró inmediatamente al 0-1 que el Atlético B fue incapaz de levantar. Los colchoneros pudieron ponerse por delante en el marcador si Alberto Ródenas hubiese hecho bueno el magnífico centro lateral enviado por Sergi González pero su académico testarazo fue repelido por la mano salvadora de Jordi Codina, que estrenaba titularidad por primera vez en el campeonato doméstico tras competir en la Copa del Rey contra el Mérida y el Calahorra (un gol encajado en 180 minutos). Inmediatamente después, las tornas cambiaron de bando: un centro de Mikel Iribas desde la derecha encontró en el segundo palo a Dioni, que aprovechó la mala basculación y el pésimo cierre de la zaga para no fallar al enviar el cuero al fondo de las mallas.

El dinamismo de Álvaro Bravo acabó por romper el partido a favor del Fuenlabrada

Con el gol que rompió la igualdad del marcador, el Atlético B se hizo más pequeño aún. Se descosió, se descompuso y empezó a dejar huecos en su entramado defensivo. Arriba tampoco mejoraban las cosas, con un Christian Perales que entró de revulsivo con un espíritu combativo que no era seguido por sus compañeros de equipo. Y es que unos andaban cabizbajos por los resultados y otros a la gresca verbal con un ‘Cata’ Díaz que regresaba a Majadahonda para competir contra el filial de un equipo al que un día defendió. El argentino fue protagonista no por su movilidad, reducida a una única cuadra del campo de la que no se movía, sino por una asistencia de tacón dentro del área para que Hugo Fraile clavara el balón en la misma escuadra ante la atónita mirada de San Román, principal espectador de ese sutil toque que supuso el definitivo 0-2.

Con diez minutos por delante, el filial madrileño capituló antes de tiempo por la contundencia del resultado. Así las cosas, el Fuenlabrada mira arriba, apunta alto y escala posiciones en la tabla de clasificación, firmando un pleno de triunfos a domicilio. En contraposición está un Atlético B que se está deshinchando, que encadena dos pinchazos consecutivos tras una magnífica racha de victorias, y que espera cambiar de rumbo aprovechando la oportunidad de conquistar la semana que viene Matapiñonera.

Puntuaciones VAVEL

3

Álvaro Bravo

2

Toni Moya

1

Luis Milla