La etapa de Zinedine Zidane en el mandato del Real Madrid se ha caracterizado por las sucesivas rotaciones. El francés ha destacado por introducir cambios en cada ocasión con el objetivo de gestionar la plantilla de la mejor manera posible. De esta forma, varios jugadores se han asentado en el club madridista con un rol especial pero de vital importancia. Es el caso de Lucas Vázquez, uno de los suplentes más útiles de la élite del fútbol europeo.

El jugador gallego nunca ha conseguido la titularidad plena bajo Zidane. Sin embargo su presencia en el campo es trascendental, ya que la primera opción para las sustituciones tiene su nombre y apellidos. Los datos hablan por sí solos: fue el jugador que más partidos disputó en la anterior temporada (cuarenta y siete) y ha jugado en cincuenta y ocho de setenta partidos. El mejor comodín.

El compromiso de Lucas Vázquez con la camiseta blanca nunca ha faltado. Debido a sus características, siempre ha estado al margen a la hora de apostar por un once titular. Su explosividad, desborde y desequilibrio le han convertido en uno de los mejores revulsivos del panorama futbolístico. Por consiguiente, esta temporada está manteniendo la misma tónica que en la anterior. Ya es el jugador que más partidos ha jugado y en algunos de ellos ha dejado marca. Su gol en la vuelta de la Supercopa de España certificó la eliminatoria; a este se le suma el tanto anotado ante el Levante que evitó que el conjunto granota se llevara los tres puntos del Bernabéu.

El palmarés de Lucas Vázquez confirma que es una figura asentada en el alto nivel. Campeón de Supercopa de Europa y Champions por dos veces consecutivas, en cada torneo ha sido clave gracias a su condición. La capacidad para sorprender en los últimos minutos es una característica que comparten la filosofía del Madrid como la del propio gallego. Sin duda alguna, esta condición define al gallego como jugador hecho por y para el equipo.