El Cádiz repite la historia un año después. Un partido plácido, con ventaja de dos goles en el marcador y llevando más peligro sobre el marco rival, tiene un desenlace desastroso. Al igual que contra UCAM Murcia, el rival empata en los últimos minutos y se lleva con muy poco, la ilusión de todos los aficionados del Carranza. Una segunda parte para olvidar, donde los jugadores no mantuvieron la concentración defensiva, y en la que nos dejamos dos puntos que están prácticamente firmados. Pero en el fútbol, al igual que en la vida, no hay que dar nada por hecho. La Cultural y Deportiva Leonesa, rasca un punto que les sabe a gloria. Los amarillos suman otro punto que de nada les sirve.

Un arranque fulgurante

Con muchas sustituciones con respecto a los últimos onces iniciales de Álvaro Cervera, empezaban los locales el partido. Kecojevic y Villanueva se juntaban por primera vez en liga, dejando esta jornada al capitán Servando en la grada, por la carga de partidos acumulados. En el centro, Álex Fernández acompañó a Garrido. Como media punta, Alberto Perea, en la primera participación como titular en su nueva casa. La delantera la ocupó Carrillo.

Los primeros minutos fueron de comunión con la grada. El público asistente al estadio gaditano esperaba que su equipo hoy luchara como nunca para darles una alegría que se les resiste desde hace ya más de un mes. Y así fue, a base de pelear cada balón, de ganar cada duelo individual, de defender con orden y salir rápido al ataque, como se adelantarían los amarillos.

Un saque de puerta del excadista Jesús Fernández, que se fue por falta de minutos y hoy jugaba su segundo partido de los diez que llevamos de Liga, fue interceptado por Garrido. Este cabeceó para que Carrillo se hiciera con el esférico, y se quedase solo frente a la portería. Unos segundos de auténtica angustia en Carranza, que no celebraba un gol desde el 8 de septiembre. El delantero murciano finalizaba delante del portero, este tocaba el balón pero no lo suficiente. Por fin. Éxtasis en la Tacita con el tanto marcado, y una piña en el campo.

Carrillo se abraza con sus compañeros | Fuente: LaLiga
Carrillo se abraza con sus compañeros | Fuente: LaLiga

A los pocos minutos, Salvi, probaría fortuna con un disparo desde la frontal del área y volvía a poner en aprietos a la defensa leonesa, que se veía superada constantemente por la velocidad de los extremos del Submarino amarillo. Tanto fue así, que a la media hora de juego, una recuperación en el centro del campo, permitió una apertura rápida a banda, donde estaba Álvaro García, que centró y obligó a Iván Garrido a meter el pie, con la fortuna de que su despeje acabara dentro de las mallas.

La suerte se alió con el Cádiz en el segund gol | Fuente: LaLiga

Una ventaja, que los locales supieron administrar en los quince minutos que restaron hasta el descanso. Alberto Perea se permitía el lujo de lucirse cada vez que recibía la pelota, dejando detalles de la gran calidad que atesora. Garrido, inconmensurable, ganaba cada salto y deshacía la posesión de los visitantes, con muchas recuperaciones.

Albero Perea dejó grandes jugadas durante la primera parte | Fuente LaLiga

El comienzo de una historia ya vivida

Pero esto es Cádiz, y la suerte se vio desde temprano, que no duraría mucho. El primero de los síntomas cinco síntomas que padecería el conjunto local, antes de la debacle final, sería la fortuita lesión de Salvi, en el minuto 35. En su lugar entraba Nico Hidalgo. El segundo síntoma sería la paulatina dejadez defensiva, que a punto estuvo de costarle un disgusto antes del descaso, al dejar a Martínez disparar delante de Cifuentes, que mandó la acción a córner.

Una vez comenzada la segunda parte, el tercer síntoma se pudo vislumbrar. El Cádiz no llevaría ningún peligro por la banda derecha en los segundos cuarenta y cinco minutos, y la razón era bien sencilla. Las apariciones de Nico Hidalgo eran como las de ese juvenil que destaca en las inferiores, le quieres dar la oportunidad en el primer equipo, pero ante la presión y los nervios del estreno, hacen que no pueda completar ni una sola acción de manera óptima. Sin regate, sin pase, sin centros, sin disparos, sin desmarques, sin ayudas en defensa… Nico Hidalgo en estado puro.

El cuarto síntoma era la precipitada y completamente equivocada sustitución de Alberto Perea, uno de los mejores hasta el momento. Con razón, no le sentó nada bien el cambio por su compañero Abdullah. Poco a poco, el Cádiz iba dando pasos atrás, y la Cultural empezaba a enlazar posesiones largas y desquiciantes.

Vuelve la pesadilla

El quinto y último síntoma fue el primer gol del rival. La desidia y la cobardía reinaban entre los amarillos, que regalaron un balón a Emiliano Buendía cerca del área, y este cedió a Señé, autor del tanto. Tras este hecho, a muchos cadistas se le aparecieron los fantasmas del pasado, y recordaban aquel partido lluvioso de 2016, cuando el UCAM conseguía empatar un partido que se dio por ganado al descanso.

Señé fue el autor del primer tanto de la Cultural | Fuente: LaLiga

No hizo falta más. El espectro nubló el cielo de Cádiz, la brisa paró, la afición calló, dando paso al rezo y a la súplica, pero de nada sirvieron. Señé condujo la pelota por banda izquierda, puso el centro a la derecha, donde Ariday controló sin oposición alguna, batiendo a al cuadro cadista. Villanueva salió a tapar el disparo con más miedo que otra cosa, y el balón se fue por debajo de sus piernas. Cifuentes se estiró, pero sus 38 años ya le pasan factura y le restan agilidad.

Ariday puso el empate en el marcador | Fuente: LaLiga

"¡Carranza no se abandona!" Ese era el cántico de la grada del fondo sur, dando a entender que la masiva estampida de aficionados en el partido contra Osasuna no podía volver a pasar. Y no pasó, como tampoco pasó que el Cádiz lograra un gol más. Se escapó la felicidad, una victoria que les haría respirar. Ahora, toca mirar abajo, pues allí estará el equipo al término de la jornada.