¡Cómo pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando Jorge García Torre, aquel tosco central gijonés que defendió la elástica del Sporting de Manolo Preciado, hizo estallar de alegría a El Molinón con un testarazo de película que valía tres puntos y una remontada épica. Sin duda, una gesta inolvidable para la parroquia sportinguista.

¿Cómo? ¿Qué no lo recuerdas? ¡Imposible! Quizá te refresque la memoria el hecho de que el técnico del equipo visitante fuese Oli… ¿Tampoco? ¿Y si te digo que solían vestir de amarillo, aunque aquella fría noche de otoño lo hicieran de rosa y azul? ¿Ahora sí, verdad? ¡Se trata del choque entre el Sporting y el Cádiz que acabó con un estrepitoso cinco a cuatro campeando en el luminoso!

Historia de un amago de infarto

El cuadro asturiano no pudo empezar peor aquel encuentro, y es que en el minuto 17 ya perdía por cero goles a dos. El primero lo anotaría Jonathan Sesma, después de una buena intervención de Roberto. Por desgracia para los locales, el meta lucense no pudo hacer nada para detener el segundo remate y la bola se acabó colando en la portería tras pegar en el travesaño. El segundo, de córner, sería obra del lateral diestro César Caneda. Los saques de esquina eran ya un quebradero de cabeza en 2006 y lo siguen siendo a día de hoy… Basta con recordar cómo logró el empate el Valladolid el pasado domingo.

El Cádiz pudo anotar el tercero desde el punto de penalti, sin embargo Abraham Paz estrellaría el cuero contra la madera. Esta acción supuso un punto de inflexión importante en el devenir del juego. Los rojiblancos, espoleados por su hinchada, consiguieron darle "la vuelta a la tortilla" gracias a los goles de David Barral, que este domingo volverá a El Molinón de la mano del Cádiz, Diego Castro y Gerardo. Éxtasis en la grada y mucha rabia contenida en el banquillo amarillo. ¡Tranquilo Oli, aún quedaba mucho por ver!

La montaña rusa de emociones no daba tregua. Como "todo lo que sube, baja", la escuadra amarilla iba a lograr el empate al filo del descanso por mediación de Sesma, que firmaba así su segundo tanto de la noche. A la caseta, una vez más, con "el rabo entre las piernas".

"¡Qué se acabe ya, por dios!"

Tras la reanudación, más de lo mismo. Edwin Congo ponía por delante al Sporting y a la afición al borde del infarto. "¡Qué se acabe ya, por Dios!", gritaba alguno. Nada más lejos de la realidad. ¿Adivinas lo que ocurrió a continuación? ¡Así es! El Cádiz iba igualar de nuevo. Esta vez, Abraham Paz, el "villano" de la historia, no perdonó a Roberto desde los 11 metros. Para el espectador neutral, puro espectáculo. Para aquel que lleva al Sporting en lo más profundo del corazón, un drama.

Como reza el himno, la fe de los pupilos de Preciado no decayó y Jorge, que acababa de entrar al terreno de juego en detrimento de Jony López, firmó el 5-4 definitivo. Los tres puntos se quedaban en casa.

Anclados en la más absoluta mediocridad

Once años después de aquella gesta, de aquel partido que quedará grabado a fuego en la historia del Sporting, la situación del club no dista demasiado de la que se vivía por aquel entonces: en Segunda División y con serias dudas del rumbo que seguirá el equipo el resto de la temporada. A la vera del Piles, las aguas parecen estar siempre revueltas…