Cuando lo inesperado se convierte en esperado, cuando lo que no es habitual pasa a serlo, cuando los calificativos se acaban, es que algo pasa. Eso sucedió el pasado domingo en el Nuevo Arcángel. Cuando un partido donde tienes el marcador a favor por 2-0 y donde estás jugando con superioridad numérica desde el minuto 33, tu rival consiga empatarlo en cinco minutos, y que encima la sensación sea de no poder hacer más, es para pensar en causas.

Más debe hacerlo y sobre todo pensar en soluciones, cuando algo parecido sucedió la semana pasada en el nuevo nervión donde tras ir ganando 1-0 con uno más, vio como el filial sevillista empataba el partido, y gracias, pues Pawel Kieszek volvió a ser San Pawel y salvar al equipo de una nueva derrota.

Esto recuerda a la primera etapa de Paco Jémez al frente del club blanquiverde cuando en los últimos minutos de los partidos los rivales empataban el partido tras ir el Córdoba ganando, o bien se llevaban el partido si el partido iba empatado. Pero en aquel caso las causas eran las de un equipo que iba a ganar y que a veces dejaba la defensa a expensas de que pasaran estas cosas.

En este caso la sensación es bien distinta. El efecto Merino no se ha notado, el equipo no sabe lo que es conocer la victoria con el gaditano en el banquillo y la situación cada vez se torna más en desesperada.

El domingo quizá el equipo adoleció de falta de autoridad para cerrar el partido, y estas órdenes deben llegar desde el banquillo, con un cambio de planteamiento que bien pudo darse en el descanso, o bien con los cambios, donde jugadores como Sergio Aguza o Edu Ramos quizá hubieran dado ese poso de control al equipo en el centro del campo que hubiera hecho más improbable que la Cultural Leonesa consiguiera empatar la contienda.

Está claro que ya no hay solución y todo lo que se diga es agua pasada pero el equipo no supo demostrar esa autoridad con la que manejar un partido en estas situaciones.

Tampoco ayuda mucho la moral del equipo, que ve como cada vez es más baja cuando pasan estas cosas y que la victoria balsámica no llega.

El mercado invernal cada vez está más cerca, y quizá para la afición es el asidero más cercano al agarrarse aunque este mercado, ya conocemos que no es seguro de nada.

El Alcoraz, campo donde el Córdoba consiguió su último ascenso a segunda, es la oportunidad para que vuelva a ser el campo talismán, sea el estadio donde el punto de inflexión sea real y la primera victoria llegue al casillero de un club al que sumar de uno en uno no le es suficiente.