No hubo milagro, pero hubo algo mejor aún, honor. Esta vuelta de Copa del Rey se podía tomar como un puro trámite, como un simple amistoso con escaparate de lujo, pero el CF Fuenlabrada de Antonio Calderón optó por otra vía, la más difícil y a su vez admirable: la de competir con todo lo que tenían, la de mostrar con orgullo su escudo al todopoderoso vecino y, sobre todo, la de hacer historia poniendo contras las cuerdas por momentos al Santiago Bernabéu. Enfrente todo un Real Madrid que no rindió con su segunda línea desaprovechando una gran oportunidad para mostrarse.

El que les escribe les va a ser sincero: como amante del fútbol de bronce, mientras uno veía el discurrir del juego, veía la propuesta azulona y observaba su impecable ejecución, aparte de la estupefacción del momento y de la situación, solo podía emitir una irradiante sonrisa. Al fin y al cabo, aquellas épocas pasadas en las que las sorpresas con los grandes se sucedían temporada sí y temporada también ya son historia -al menos con el presente modelo- y el desarrollo de lo que muchos tildan de fútbol moderno deja cada vez menos lugar a este tipo de utópicos escenarios. El testarazo al larguero del Cata, la maestría por la medular de Milla, el descaro de Yaw, el orgullo final para terminar empatando...Se sintetiza fácil: orgullo.

Esta noche de fútbol copero en la Castellana quedará para los anales de la historia del club fuenlabreño, pero también para todo el conjunto de la Segunda División B, demostrando que no se está tan lejos del profesionalismo.

Todo comenzó como un manojo de nervios allá por las 21:30 de la noche, con las gradas del Bernabéu repleta de escudos fuenlabreños y con las camisetas azulonas -aparte del ''contractual'' rectángulo blanco de uno de los fondos- dando color al partido. Estar allí ya era un premio para la ciudad, pero los hombres de Calderón pronto evidenciaron que, además, querían dar juego a la lluviosa noche del martes.

Hugo Fraile avisa y Milla se presenta

Tras unos primeros minutos de posesión blanca, los kirikos soltaron pequeñas pinceladas en forma de picotazos de Matheus, que seguramente jugó su mejor partido desde que llegó en verano. En una de esas acciones del '9' visitante, llegó la que sería la ocasión más clara del encuentro y de la que muchos más tarde se acordarían: tras un saque de banda de Ismael, Matheus caracoleaba y servía al área chica un balón inmejorable a Hugo Fraile que mandaría fuera por milímetros ante un Keylor batido por completo. ¡Qué ocasión!

Repliegue intensivo y rápidas transiciones ofensivas tras recuperación, ese era el plan. Y todo siempre desde la elaboración desde atrás, sin ningún tipo de pelotazo ni juego directo para terminar de desmontar uno de los grandes tópicos falsos (en muchos de los casos) del fútbol de Segunda B. Por aquel entonces, es decir, nada más comenzar, el partido ya emitía un claro olor a noche grande para los fuenlabreños en un duelo que se aceleraba cada vez que los azulones entraban en contacto con el esférico. O quizás cada vez que se acababan las inacabables posesiones de balón de los de Zidane, todas ellas con nula profundidad y hacia un solo sentido: el choque frontal con la impecable zaga liderada a la perfección por Juanma y Cata Díaz.

El apellido Milla volvía a lucir en el Santiago Bernabéu

El encuentro se resumía como aquello que pasaba desde que el CF Fuenlabrada hacía desde que recuperaba el balón hasta que dejaba de pisar campo contrario. Poco más se podía decir del rival, que no parecía tener la mejor noche en ambos laterales con Theo y Achraf totalmente desfortunados y con muchas caras jóvenes y nuevas con más ímpetu y ganas de gustar que acierto. Ya rozando la media hora de juego y con todas las cartas expuestas sobre la mesa ya, llegó un momento para la historia del modesto poniéndose por delante en el luminoso del Bernabéu gracias a un soberbio obús de Luis Milla a la salida de un córner. Bien es cierto que quizás el costarricense Keylor Navas, que volvía hoy a la titularidad, pudo haber hecho más, pero el apellido Milla volvió a lucir en este escenario

En todo lo que restó del primer acto, ni una sola ocasión clara de gol se registraría por el lado local, a los que solo les quedaban las intentonas desde fuera del área. El Real Madrid de los centros laterales en situaciones adversas, hoy mutó a el de los tiros lejanos. Sí que tuvieron un absoluto dominio del cuero ante un Fuenla que no parecía ni llegar a estar incómodo sobre el césped para retener el resultado favorable. Se llegaba al descanso soñando, sabiendo que estaban a un gol de hacer algo más grande aún de lo que ya estaban gestando.

Tras el paso por vestuarios, la vida seguía igual. El Fuenlabrada incomodando cada vez que el Madrid les prestaba la redonda y el Madrid encomendado a que la lucidez de Ceballos se terminara cuajando en un acierto en los metros finales. Todo este escenario con lo peligroso del marcador para los blancos, pero siempre con ese consuelo de saber que una acabarían encontrando.

El larguero privó al Cata Díaz de un momento para la historia

Los primeros 15' del segundo acto, fueron destinados al sueño fuenlabreño. Siempre con testarazos como protagonistas, el Fuenlabrada tuvo fracciones de segundo en las que pudo llegar a verse con el impensable 0-2 como real. Primero, en un córner que cabeceó a la perfección Matheus en el primer palo y que salvó Keylor; y después, con otro balón parado que el argentino Cata Díaz mandaba al larguero haciendo vibrar toda Fuenlabrada y parte de Madrid. Un cabezazo que llegó a bajar desde las gradas a ese incómodo compañero de batallas en el verde: el pitido de tu público.

Gareth Bale dicta sentencia a una utopía

Quizás en ese testarazo se acabó la utopía, porque de haber entrado quizás esta crónica se habría virado hacia un matiz más épico aún. Quien sabe. Lo que sí tuvo un efecto absolutamente diferencial en el partido fue la entrada de Gareth Bale apenas un minuto después. Aquella ocasión pareció hacer reaccionar a Zidane y metió su mejor pieza en verde. Este, como no podía ser de otra forma, marcó las diferencias en su primer contacto con el balón poniendo un centro con el exterior a Mayoral que remató a las redes previo toque en un larguero que esta vez sí fue benevolente.

Un fuerte mazazo para los de Calderón que les hacía despertar de un sueño que parecía real. Y más aún cuando apenas cinco minutos después, Borja Mayoral se aprovechaba de otra acción de Bale (en fuera de juego para más datos) para hacer el segundo (2-1) y terminar de finiquitar la agonía blanca. Ahora sí, ya solo quedaba disfrutar (más aún) de la oportunidad de jugar en una catedral futbolística como esa. Pero a pesar de todo, el Fuenlabrada nunca le perdió la cara al partido, ni hincó la rodilla ante la superioridad del rival, sino que siguió aguantando y buscando una vuelta más al encuentro.

Portilla puso justicia en el último minuto empatando con total merecimiento

Un par de buenas paradas de Pol Freixanet hicieron que el barquito del Fuenla no se terminara hundiendo ante los mejores minutos de un Madrid espoleado por los goles y por la salida de Quezada. Todo esto permitió vivir el último momentazo de la noche cuando el Fuenlabrada, contra todo pronóstico, en su enésimo arreón del choque conseguía empatar para demostrar una vez más que cuando dicen que es ''el mejor visitante de toda Europa'', es por algo: Portilla robaba en el centro del campo a Seoane, Cristóbal montaba la contra hacia Quero, este asistía para Portilla de nuevo y, tras un disparo a los pies de Navas, batía al costarricense para sellar el empate (2-2) en un duelo que no dio para más ya.

Así acabó un partido tremendo, con un Calderón que, como comentó más tarde en rueda de prensa, no cabía (de orgullo) dentro del elegante traje que vistió para la ocasión. Y es que no fue para menos, Antonio...