La vida en Heliópolis vuelve al caos en su máximo apogeo. Llegaba el Cádiz al Villamarín con el único pensamiento de pelear porque podía la eliminatoria, después de haber perdido la ida de los dieciseisavos en el Ramón de Carranza ante el Real Betis por 1-2. Esa renta permitía a los de Setién mantenerse con cierto alivio, a pesar de que el once estaría plagado de suplentes.

El Cádiz, por su parte, dispuso también en el verde una alineación llena de suplentes habituales, algo que acabó volviéndose en contra del Betis. El Cádiz goleó y humilló a los verdiblancos en una noche para olvidar, algo que costará, sin embargo, a los 25.000 aficionados que vivieron bajo un manto de gélido viento el bochorno consumado el jueves.

La posesión vuelve a ser irrelevante

Quique Setién llegó a Sevilla con la máxima de imponer un estilo de juego atractivo y nada resultadista, algo que, desde el comienzo de su era, ha ido postrando, fracaso tras fracaso, la confianza que había sobre él. Ante el Cádiz, enfatizó a sus jugadores que lo importante era mantener la fidelidad a su filosofía, algo que conseguían hacerlo con facilidad. El encuentro acabó con una posesión de balón repartida entre ambos equipos muy favorecedoramente para el Betis, quien, con un 71%, regaló sendas oportunidades al Cádiz.

Para los visitantes, llegar a la portería que defendía Dani Giménez fue sumamente fácil. Debido a inmensos y grotescos errores en las entregas desde el centro del campo y la propia línea defensiva, el Betis facilitaba las galopadas por las bandas y los pases al espacio en largo que plantaban a sus delanteros solo ante el meta bético. Por ende, mucho toque y pocas nueces practica el Betis, que, además de fallar pases claros que provocan jugadas de gol a favor del rival, no consiguen generar peligro con claridad en tres cuartos del campo contrario.

Una defensa desastrosa que no se corrige

Un equipo de Segunda División que se presentaba en el Benito Villamarín con un once inundado de suplentes, consigue anotar 5 goles al Real Betis, equipo de Primera División que no es capaz de ser contundente en su propia área. Regalaron seis saques de esquina al Cádiz, de los cuales llegaron dos de los cinco goles encajados. Además, sendos errores en las marcas —en su mayoría, culpa de Rafa Navarro, el peor bético del partido— provocaron un desorden mayúsculo en la posición defensiva del equipo, mareándose entre ellos y dando sencillas posibilidades al Cádiz de internarse por banda para centrar.

Según Setién, “no conseguimos mejorarlo (el aspecto defensivo)”, algo que suena sin duda a excusa mal preparada. Que un equipo de Primera División encaje tal goleada en su campo ante un equipo de categoría menor es bochornoso.