Siete jornadas de liga llevaba ya el Eibar sin conseguir una victoria hace tan sólo dos jornadas. El entrenador del conjunto armero, Mendilibar, ha peligrado considerablemente como técnico del club, pues los resultados no eran nada buenos. Y no sólo se basaba en eso, se culpaban sus tácticas, sus continuas rotaciones, y demás aspectos que hacían que, según muchos, el club no ganase.

Pero si algo ha hecho Mendilibar recientemente es ratificarse como entrenador del conjunto vasco. Lleva dos victorias consecutivas, pero no es eso lo que más convence, sino cómo juega el equipo. Las rotaciones han hecho al equipo descolocarse a veces, desestabilizarlo, y en muchas ocasiones la afición no ha comprendido algunas. Todo apunta ahora a que gracias a éstas, el bloque al completo funciona, todos pueden servir en sus respectivas posiciones y la competitividad por el puesto supone un reto para muchos miembros de la plantilla.

Y es que el tiempo le ha acabado dando la razón al entrenador natural de Vizcaya. Las claves han sido trabajo, esfuerzo y paciencia, y por fin el Eibar comienza a vislumbrar un futuro mejor esta temporada. No se puede hablar de retos mayores a la salvación, pues hay que mantener la línea que actualmente lleva el equipo. Han caído en Copa, pero lo importante es cómo han caído. Y es que ya no es ese equipo frágil de hace algunas jornadas que podía encajar más de dos goles por partido, es más, las estadísticas no mienten. Veinticinco goles en once partidos, desde hace dos jornadas, dos goles en contra, uno de ellos de penalti. 

Arriba también se ha mejorado, vuelven los goles de Charles y Enrich, vuelven los desbordes de Alejo, la calidad de Inui. Por supuesto el mediocentro sigue funcionando bien, posiblemente lo que mejor funcionaba jornadas atrás. Mendilibar sólo necesitaba tiempo, tiempo para demostrar una vez más que debe ser él quien esté al mando de un Eibar que ahora, ve la luz al final del túnel.