Envuelto en una atmósfera de preocupación por las lesiones (Guedes, Garay, Murillo, casi Zaza),  por el fondo de armario de la plantilla (13 convocados del primer equipo) y con un ojo puesto ya en el mercado de fichajes; el Valencia CF hacía frente al compromiso, y al reto, de los dieciseisavos de la Copa del Rey frente al Real Zaragoza.

A priori, parecía una jornada para dar descanso a lo más habituales y salir al terreno de juego con los jugadores que menos minutos habían disputado hasta el momento. No obstante, ese hecho podría llevar a una relajación y exceso de confianza que Marcelino quería evitar a toda costa.

Todo el equipo se abrazó con Rober Ibáñez para celebrar su diana como muestra de unión y cohesión de grupo

No en vano los valencianistas saltaban al césped de Mestalla con una ventaja de 0-2 cosechada en La Romareda. Sin embargo, “torres más altas han caído” y si no, que se lo digan al Athletic Club,la Real Sociedad o el Real Betis. De esta forma, hasta cinco jugadores (teóricamente) titulares el próximo domingo contra el Getafe CF iniciaban el encuentro contra el equipo maño: Paulista, Vezo, Parejo, Pereira y Zaza.

De todos modos, el equipo se mostró muy serio y ordenado tácticamente desde el primer segundo de partido. A pesar de los cambios realizados, el once blanquinegre jugó en base al sistema implantado por el técnico asturiano. Las ideas están más que asumidas y trabajadas en Paterna: presión asfixiante en la salida de balón del rival, rigor táctico, máxima intensidad, solidaridad en las ayudas y verticalidad en las contras.

Debido a estas cualidades llegó el primer gol de los che: presión en zona de tres cuartos que provoca la pérdida maña y Santi Mina ejecutó de primeras una pared perfecta con Simone Zaza

La segunda parte fue otra historia, los valencianistas subieron un par de marchas y sometieron a un rival que tampoco le perdió la cara al partido en ningún momento. De esta manera, los mismos jugadores volvieron a ser protagonistas en el segundo tanto: el delantero gallego perforó la portería rival tras aprovechar el rechace del disparo del italiano (muy activo como siempre) y realizar una genial maniobra para deshacerse de Valentín.

A partir de aquí, el romanticismo y el misticismo se hicieron los dueños de todo Mestalla. Robert Ibáñez, canterano valencianista, salió al terreno de juego y obtuvo su más que merecida recompensa. Después de superar una terrible lesión en los ligamentos de su rodilla, manteniéndolo un año y nueve días en el dique seco, marcó el tercer gol después de recibir otra asistencia de Zaza y definir a la perfección dentro del área pequeña. Todo el equipo se abrazó con el atacante para celebrar su diana como muestra de unión y cohesión de grupo.

Rober Ibáñez, feliz protagonista al conseguir su redención particular. Fuente: Valencia CF.
Robert Ibáñez, feliz protagonista al conseguir su redención particular. Fuente: Valencia CF.

Para cerrar el encuentro, Rubén Vezo (jugador cuestionado anteriores temporadas y lesionado desde el Santiago Bernabéu) mostró estar preparado capacitado para afrontar el reto de la titularidad con un gran gol de cabeza en un córner, el cual hay que sumar un partido muy serio del portugués.

Por último, cabe destacar el esperado debut del jovencísimo extremo de Foios (hasta siete valencianos saltaron al verde). Ferrán Torres, con tan solo 17 años se fundaba por primera vez con el equipo primer la elástica del equipo de toda su vida. Con el número "30" tuvo viente minutos para dejar detalles de su calidad y demostrar que clase de jugador es: un auténtico puñal por la banda (un Vicente Rodríguez diestro para los más nostálgicos). Además, le dio tiempo a asistir Vezo en el último gol del partido. De igual manera, sería justo destacar el partido de Nemenja Maksimovic, quien presentó argumentos para ser tenido más cuenta por los técnicos valencianistas.

Por parte del Real Zaragoza hizo el gol del honor Jorge Pombo, quien cabeceo de forma letal un gran centro de Javi Ros, haciendo inútil la estirada de Jaume Domenech.