Que la imagen y el rendimiento del equipo valencianista ha dado un giro de 180 grados respecto a la temporada pasada es un apunte demasiado a estas alturas del año. Sin embargo, hay que centrarse en las causas de esta evolución, la mayoría de las cuales señalan a la figura de Mateu Alemany.

Desde la llegada del mallorquín, hay una decisión que define su trayectoria como dirigente: la elección de Marcelino García Toral como hombre fuerte y de confianza en el banquillo.

Solo hay que apreciar que se está consiguiendo el mejor arranque liguero de la historia de la entidad, llevando una racha de imbatibilidad de 15 partidos sin perder (entre Copa y LaLiga), segundos en la competición doméstica y clasificados para octavos de Copa.

La afición disfruta, llena de orgullo y sentimiento, de un equipo que se ha ganado merecidamente la total libertad para soñar.

Puede que a estas alturas del campeonato pueda fallar la memoria y que el buen momento del equipo oculte el duro camino que se ha dejado atrás para llegar a este estado de gracia y felicidad.

Mateu Alemany dejó su sello personal durante el correoso mercado de fichajes. Este crucial periodo se caracterizó por el esfuerzo, trabajo duro, paciencia y cabeza fría para traer los mejores jugadores y más comprometidos posibles.

Debido a las contingencias económicas se formó una plantilla corta, la cual debería recurrir a los prometedores activos procedentes de la Academia. Esta decisión vino reforzada  por la sublime campaña del Valencia Mestalla, quien comandado por Curro Torres, llego a la fase final de ascenso a la Liga 123 contra el Albacete.

En este detalle ya se puede observar la intención de Mateu Alemany con la política interna sobre los canteranos. Además la explosión de Carlos Soler (a quien se recompensó con una mejora contractual este año) con el primer equipo sumaba argumentos a su favor.​

En este sentido, durante la Junta General de Accionistas el Director General del Valencia CF hizo unas declaraciones respecto a la nueva mentalidad encara en dar importancia a la cantera valencianista.

Empezó alegando que los cambios planteados irían encaminados no tanto en el aspecto deportivo sino en lo social. Eso es debido a que, tanto ahora como antaño, se forma a futbolistas de gran calidad y le provocaba un gran malestar ver como jugadores de la Academia fichaban por otros equipo a muy temprana edad; como los ejemplos dados en el Mundial Sub-17 de Abel Ruiz (FC Barcelona) y Víctor Chust (Real Madrid).

David Silva, campeón del Mundo, dos Eurcopas y dos Premier League, lel mejor canterano de los últimos tiempos. Fuente: Vaencia CF. 

Para evitar esta fuga de talentos reconoció que había que hacer una gestión efectiva y una apuesta real para trabajar al 99% con jugadores valencianos menores de 16 años.

No le falta razón a Mateu en su intención de basar una parte del primer equipo en jugadores que representen esa motivación de toda la vida por vestir la camiseta blanquinegra. Y es que hay que tener en cuenta que de Paterna, en los últimos años, han salido diamantes tan brillantes como David Silva, Isco Alarcón, Raúl Albiol, Jordi Alba, Vicente Guaita, Joan Bernat o Paco Alcácer.

Por todo ello, el partido contra el Real Zaragoza representa un punto de inflexión en los valencianistas. Después de dos años defenestrados, huérfanos de referentes en la plantilla y sin ningún jugador con el cual identificarse, el valencianismo vive ahora momentos realmente felices.

Por eso, si a un primer equipo comprometido y aguerrido se le suma la calidad y la ilusión de los canteranos Jaume Domenech, Nacho Vidal, Nacho Gil, Toni Lato, Robert Ibáñez, Carlos Soler y Ferran Torres, lo que da como resultado es una férrea conexión entre jugadores y la afición. Una afición que disfruta, llena de orgullo y sentimiento, de un equipo que se ha ganado merecidamente la total libertad para soñar.

Robert Ibáñez, feliz protagonista, junto a otro brillante canterano como Toni Lato. Fuente: Valencia CF.
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