En el fútbol también hay reencuentros. Reencuentros, sentimientos y, por supuesto, goles. Eso es lo que se vivirá el próximo domingo a las 16:00 horas en el Ángel Carro. Vuelve el hijo pródigo. No aquel que se marchó para hacerse hombre, sino aquel que se fue tras hacer historia en el club y que vuelve embarcado en su nueva aventura. En esta ocasión Manu será rival, no compañero, a pesar de que probablemente vea buena parte del partido desde el banquillo, eso sí, visitante.

Fueron diez largas temporadas, muchas victorias y muchas derrotas. Sobre todo, mucho esfuerzo. Manu llegó en 2007 tras haber sido uno de los mejores jugadores de aquel Ourense que peleaba en Segunda División B con el Lugo. Desde el primer momento fue imprescindible, llegando a ser capitán y a convertirse en el hombre que anotó aquel histórico penalti con el que el Lugo volvía a la división de plata. Tras el debut de Lugo en Segunda División en la temporada 92/93 y el posterior descenso ese mismo año, pasaron 20 años hasta que el equipo volvió a ascender, en el año 2012.

La pasada campaña no fue la mejor para Manu, primero Leuko, y luego Kravets, le arrebataron el puesto. Fue su peor año en el cuadro lucense en cuanto a números, tan solo 23 partidos disputados para un futbolista habituado a jugarlo todo. Decidió cambiar de aires, su momento en el Lugo había pasado y se fue sabiendo que había dejado huella, esa huella que tanto recuerdan en la ciudad amurallada.

En la Cultural tampoco es el dueño del carril izquierdo. Dos partidos como titular, 180 minutos, en diecisiete jornadas. La segunda juventud buscada por el jugador no llega de momento. Lo que sí que está claro es que en la primera de sus juventudes logró conquistar a una ciudad entera