El ridículo de esta semana ha sido la gota que ha colmado el vaso para los dirigentes sportinguistas. A pesar de que parecía que Paco Herrera iba a contar con toda la confianza de los mismos durante una semana más, lo cierto es que el tiempo se ha agotado. Y la verdad es que la afición, y quien saben si los jugadores, también van a agradecer este cambio. Porque se seguía viendo un equipo sin proyección, sin dibujo, sin idea de juego, a pesar de que ya llevamos semanas y meses de competición.

En el Molinón la semana pasada se desesperó todo el mundo, hasta tal punto de llegar a decir que no querían volver al estadio. Todo muy raro dentro de un ambiente como el rojiblanco, en el que normalmente todo suelen ser apoyos al equipo. Quizás ese debería haber sido ya el detonante para que hubiese un cambio dentro del banquillo. Pero eso no ocurrió, y en Barcelona el Sporting, en la primera parte, hizo uno de los ridículos más grandes jamás recordados en Gijón. 

Aún así, Álex Pérez aseguró que la culpa no estaba ahí, si no en los jugadores, quizás si hubiesen salido de otra manera al campo, hubiese sido otro resultado. Y la segunda parte tampoco estaba tan mal si nos ponemos poco exigentes así como conformistas. Pero la paciencia se ha agotado completamente. Por eso ya nada será igual a partir de este domingo en El Molinón. Todo esto a la espera de que siga siendo el tiempo suficiente como para que se pueda reaccionar y sigan en pie las opciones a ese ascenso directo que sigue siendo el objetivo de todos y cada uno de los seguidores y jugadores del equipo asturiano. El domingo, frente al Tenerife, ¿Se verá una nueva imagen de los sportinguistas?