La inestabilidad deportiva que rodea en los últimos tiempos al Sporting de Gijón peligra con rotundidad los deseos del club de ascender a la élite en el término de la presente campaña. Seis partidos sin cosechar una victoria es una dinámica muy negativa para cualquier conjunto, pero en especial para un conjunto que tiene aspiraciones de jugar la siguiente temporada en Primera División. A nueve puntos del equipo que marca el ascenso directo, y a cinco de la zona de promoción, el club asturiano pasa por un momento crítico que le sitúa a la misma distancia del play-off que de los puestos de descenso a Segunda B.

Una plantilla confeccionada para ejecutar un curso excepcional ha decepcionado con sus carencias en el juego, unas dudas que ya existían en los primeros compases de la temporada, aunque los buenos resultados parecían acompañar al equipo, que llegó a ser líder en alguna de las primeras jornadas. Sin embargo, la inexistencia de una idea clara de juego acabó pasando factura al grupo, hasta el punto de alejarse de su objetivo y, ¿por qué no decirlo?, quizás tener que pugnar por cotas poco ambiciosas para una entidad como el Sporting.

Desde el periodo de pretemporada, la inseguridad empezó a alojarse en los planes de Paco Herrera, que no tenía claro cuál sería su once de gala para la primera fecha liguera. Este sería el inicio de la problemática que envuelve al equipo en el momento actual. Con el paso de las jornadas, parecía que esas dudas se iban disipando del banquillo rojiblanco, aunque todo al contrario. La falta de claridad se hizo más intensa, insostenible para el técnico catalán, que sin exactitud en la búsqueda de la solución, pagó las pobres prestaciones de su equipo con su destitución en las últimas horas.

A rey muerto, rey puesto. La oficialidad de la retirada de Paco Herrera de su cargo como entrenador ha supuesto la llegada de Rubén Baraja, que tendrá la misión de retomar el descendente rumbo que ha tomado el conjunto rojiblanco y situarlo donde, por historia y mediatización, se merece. Su primera meta será devolver la alegría al banquillo, una tarea que pasará por lograr la primera victoria en seis partidos. El camino no será sencillo, con una plantilla rota por la crisis de resultados, la clave se centrará en detectar las partes más vulnerables del equipo, para empezar a trabajar y sacudir al grupo del letargo. Restan 24 jornadas de competición, el momento idóneo para averiguar si las aspiraciones del club pasan por el ascenso o por la permanencia una jornada más en la división de plata del fútbol español.