Desde la llegada del tándem “Mateu Alemany-Marcelino García Toral” la realidad valencianista ha dado un giro de 180 grados. Después un periodo de tiempo surrealista, en el cual todo valía, se ha instaurado la sensatez y la exigencia. Tras una limpieza de vestuario más que necesaria, se ha conseguido el mejor arranque liguero de la historia del club y se ha vuelto a conectar con la grada. Esta nueva situación ha provocado que el Valencia CF esté en pleno proceso de recuperar su estatus como uno de los equipos más importantes de LaLiga y de Europa.

Por todo eso, ahora que el proyecto deportivo parece tener los mimbres necesarios para pensar en conseguir cotas más elevadas, desde Valencia VAVEL hemos querido hacer un inciso y reflexionar sobre qué sería lo más conveniente para los de la capital del Turia.

Así pues, hay que poner atención en que en esta temporada solo hay dos competiciones y la plantilla cuenta con una rotación corta -la cual está siendo bien complementada por las perlas de la cantera- pero las lesiones están haciendo acto de presencia. Por lo tanto, estos factores invitan a pensar si se debería dar prioridad a una competición ante la otra, con el fin de alcanzar los máximos logros posibles.

Hasta que la presión y las fuerzas aguanten (Amit Gayà - @amitgaya18)

Nadie podría esperarse un resurgimiento del Valencia con tanta fuerza, pero tras dos años de tensión y de protestas, las alegrías han vuelto a Mestalla. Esto es debido a la apuesta acertada en Marcelino. El conjunto che es un equipo muy bien formado y tiene las ideas de juego que plantea el asturiano muy claras. La principal clave de su éxito es su efectividad y su capacidad goleadora pero, por el contrario, en defensa sigue habiendo muchos aspectos por pulir. El sistema de juego que se ha visto en los partidos del Valencia de este año (sobre todo contra los equipos “grandes” de la liga) es el de esperar atrás y atacar a la contra de forma muy rápida. Un sistema que, de momento, le ha funcionado bastante bien: solo ha perdido un partido de los 17 oficiales que ha disputado esta temporada y, hasta el empate frente al Barcelona, ha protagonizado una racha de nueve partidos seguidos ganando.

La clave está en si podrá aguantar la presión, sobre todo de la afición. La temporada es muy larga y quedan muchos partidos por disputarse, pero si el objetivo se mantiene a lo largo del tiempo, las expectativas irán creciendo y la afición pedirá más, pudiendo pasarle factura a un equipo tan joven y en pleno progreso como el valencianista. No obstante hay que resaltar que después de estar casi en el pozo durante dos años, la afición debería quedar más que satisfecha si el equipo acaba entre los cuatro primeros.

A partir de la segunda vuelta  es cuando se va a demostrar si el nuevo Valencia es capaz de optar al título de LaLiga o al menos de acabar entre los cuatro primeros. Costará ganar los partidos mucho más a partir de enero, cada partido que se juegue será muy importante -tanto para el propio Valencia como para el rival- debido a que en la segunda vuelta es cuándo se empiezan a decidir posiciones para el final del campeonato. 

"El Valencia de Marcelino es un equipo muy consistente, pero tendrá que aguantar la presión debido a la situación en la que se encuentra"

Sin embargo, si sigue aguantando a este espectacular nivel en LaLiga es probable que en Copa del Rey no esté tan centrado. En referencia al torneo del “KO”, este es un torneo que siempre queda en segundo plano para muchos equipos aunque eso no quiere decir que no vayan a mostrar la máxima competitividad y profesionalidad posible. Sin embargo, la emoción de ganar LaLiga o la sensación de jugar la considerada mejor competición a nivel de clubes del mundo, la Champions League, no son comparables con jugar la Copa. El campeonato liguero demuestra la preparación y la regularidad de toda una temporada y las competiciones con eliminatorias, muchas veces son cuestión de suerte y de cómo llegar y plantear ese partido determinado.

Los fichajes de la actual temporada del Valencia han respondido muy bien (Kondogbia o Guedes, los más destacados) sobre todo en la parte más ofensiva del equipo pero debido al caso de Zaza ya se está buscando un sustituto para la delantera. Por lo tanto, los jugadores que puedan llegar en enero y su capacidad para adaptarse a la idea que plantea Marcelino, serán decisivos en la consecución de los objetivos de la plantilla valencianista.

Las Copas se celebran, los segundos puestos no (Nacho Sanchís - @sanchis14)

Que es muy probable que el Valencia baje el ritmo, es algo que ninguno quiere creer, pero que puede pasar. Todos los aficionados che desean estar en la lucha por la liga cuando queden cinco jornadas, pero la posibilidad de que eso suceda es muy difícil, y más jugando dos competiciones.

El fondo de armario de este equipo es muy escaso. Se está demostrando con las bajas de Guedes y Murillo –y si se lesiona Kondogbia ni pensarlo-.

Pero una vez dicho eso, en ningún momento el equipo debería plantearse tirar la Copa por estar en la pomada de la liga las últimas jornadas. Porque la Copa es la Copa. Probablemente la mayor parte de la afición prefiere quedar cuarto en liga esta temporada y ganar la Copa, a quedar segundo, pero caer en la próxima eliminatoria (lo que vendría a ser desechar una competición).

En la Copa, en apenas ocho partidos te plantas en una final. Es un mes y medio de competición muy intenso -enero y febrero-, en el que cuando te quieras dar cuenta estás fuera. Y dentro de poco Marcelino tendrá que decidir. Cuando los Parejo, Soler, Kondogbia o el propio Guedes cuando regrese lleven acumulación de minutos: ¿cuándo deberán descansar? Pues para ganar un título, en liga.

Con la ventaja obtenida en la competición doméstica sobre rivales directos como Villarreal o Sevilla, el equipo se lo puede permitir. Ojo, no hay que tirar la liga, ni mucho menos. Pero si Marcelino ha de poner a los menos habituales en una competición durante el mes de enero y febrero, quizás sería mejor que fuera en liga (siempre y cuando la eliminatoria de Copa esté apretada).

Porque la afición preferiría cien veces verse el mes de marzo, cuarto clasificado en Liga pero con una final de Copa en el bolsillo, que seguir segundo pero haber caído un año más. Y, ojo, otra cosa a tener en cuenta es que el susodicho bajón que pudiera pegar el Valencia en liga durante el próximo mes debido a su escaso fondo de armario, sería el mismo que muy probablemente sufrirán Madrid o Barcelona en el mes de febrero y marzo, con sus duras eliminatorias de Champions League.

Un título da mucho más prestigio internacional y refresca la ilusión de los aficionados. No puede ser que desde 2008 este club no haya ganado ni un solo título. Y lo que es peor, no puede ser que desde 2008 este equipo no haya llegado a una final –habiendo caído en tres semifinales, dos de Europa League y una de Copa del Rey-.

Ganar una liga es mucho más bonito, por supuesto, pero también más difícil. La Copa está más al alcance de la mano. A los que comparan este equipo con aquel que ganó la liga en 2014, habría que recordar que, previamente, el bloque Atlético había ganado una Copa del Rey.

Piénsenlo, volver a teñir las calles de Valencia de naranja, y vivir una inolvidable noche en Mestalla celebrándolo. Piensen en el Ayuntamiento plagado de gente celebrando un título –que no se celebra desde 2004-. Piénsenlo.