Diciembre estaba hecho para el Real Madrid. Un título para ganar y tres enfrentamientos que conformaban un estímulo necesario para encarar 2018 con el mejor ánimo posible. Pero no. Zinedine Zidane ha vuelto a caer en en las redes de la confusión, tejidas con críticas desde todos los sectores del madridismo. La euforia desatada tras la consecución del Mundial de Clubes se ha visto apagada en noventa minutos por un chaparrón de fútbol blaugrana.

La alineación del Real Madrid ya vaticinaba una de las posibles polémicas en el caso de que el conjunto madridista saliera mal parado ante el Barcelona. Zidane prefirió contención a atreimiento y apostó por Kovacic para tapar a Messi. El peor perjudicado no fue Isco, que se quedó los noventa minutos en el banquillo, sino el Real Madrid. La opción de contener al Barcelona e intentar un gol tempranero falló, el Barcelona se sobrepuso a la situación y acabó tocando la gloria. Nada pudo salir peor.

Cierto es que la falta de efectividad de la dupla compuesta por Karim Benzema y Cristiano Ronaldo exime en parte ciertas responsabilidades de Zidane. El Madrid fue auténtico vendaval en la primera parte. Varane mostró la seguridad de sus mejores temporadas, Kovacic fue omnipresente y logró anular totalmente a el ‘10’ culé y Ronaldo hizo un despliegue físico difícil de recordar. Sin embargo, al Madrid se le olvidó que el fútbol es un deporte de circunstancias: si aprovechas las oportunidades, el rival lo hará por ti.

Las preferencias de Zidane, consideras correctas posteriormente en rueda de prensa por su persona, han encendido la mecha de las opiniones negativas. Asensio saltó al terreno de juego huérfano de su mejor compañero de vestuario. En lugar de Isco estuvo Bale, que falló a un metro de la línea de gol y que no aportó el desequilibrio necesario. A la falta de verticalidad se le sumó el caos defensivo y la inferioridad numérica con la expulsión de Carvajal. Un conjunto de factores que hicieron imposible el triunfo para el lado local.

Catorce puntos virtuales componen una franja dolorosa, que separa el desconcierto del Real Madrid del excelso rendimiento azulgrana. Enero dejará multitud de partidos en los que Zidane, salvo alguna decisión directiva, deberá encontrar una estabilidad favorable para sus hombres. El Madrid ahora es un equipo desfallecido, que acaba de darse un golpe de frente con la realidad de La Liga. Dubai ya ha quedado atrás y Europa espera lejana en unas semanas providenciales para el devenir madridista.