Este artículo se refiere en especial al fútbol porque se puede considerar que es el deporte rey por excelencia, completamente mundializado y que más aficionados y dinero mueve. Sin embargo, ciertas consideraciones se podrían trasladar, quizás, a otras modalidades deportivas, o incluso a algún otro sector que no tenga relación con el deporte. Ahora bien, aquí se hablará de los futbolistas.

En primer lugar, se debe aclarar el significado de mitificar que es, según dice la Real Academia Española, rodear de extraordinaria estima determinadas teorías, personas, sucesos, etc. Pues bien, en este caso nos referiremos a personas, a los jugadores de fútbol, en especial.

Messi, actual jugador del FC Barcelona, es también conocido como el Dios del fútbol, o así por lo menos lo denominan no solo aficionados del Barça, a través de las redes sociales. Es más, se juega con su dorsal, el diez, colocando el número entre la de y la ese, por lo que obtenemos como resultado D10S. Pero es que en todos los equipos del mundo está “el jugador”, ese jugador especial, goleador, el principal del equipo. Se podría hablar tal vez de una jerarquía en el mundo del fútbol. En primer lugar, están los grandes, las estrellas de los equipos más conocidos y, después, están los grandes futbolistas del resto de equipos. Se aplica el adjetivo grande a quienes cualquier aficionado de un equipo determinado calificaría como “el mejor jugador de este equipo”.

Los futbolistas se dedican al fútbol como su profesión, y como cualquier otro trabajador, deben ejercer su trabajo de la mejor manera posible. Ahora bien, todo el mundo cuenta con un margen de error, pero, ¿y ellos?

Se podría decir que la afición no les permite cometer fallos, y cuando los cometen, dejan de ser tan dioses y pierden cualidades. Cuando deja de ocurrir algo a lo que uno está acostumbrado a ver, llega la crítica. ¿O no se está opinando muy recientemente sobre la falta de goles por parte de Cristiano Ronaldo a lo largo de lo que va de temporada? Falta de goles en cuanto a los que se está acostumbrado a ver por su parte.

La sociedad tiene tan mitificados a los futbolistas que tal vez ha llegado un momento en el que han dejado de ser jugadores de fútbol para pasar a ser mucho más que eso. Han pasado a ser personajes completamente mediatizados, y mitificados, sobre los que a diario se juzga sobre cómo realizan su trabajo. Tal vez esa sea una presión a la que se enfrentan que no debería formar parte de su carrera deportiva. Ellos tan solo se dedican a realizar su trabajo, sí, delante de un gran público con derecho, por supuesto, a opinar. Pero esa opinión pública puede ser un factor determinante a la hora de disputar un partido para un jugador, ¿o no ha habido casos de futbolistas que han sentido la necesidad de cambiarse de equipo para intentar desprenderse de ciertas críticas y comenzar de alguna manera de cero?

No hay que olvidar que por muy jugadores de fútbol que sean, son personas, y como todos, también pasan por etapas mejores y peores a lo largo de su vida, y no solo a lo largo de su vida, sino en un mismo año o incluso en un mismo mes. Jugar un mal partido puede deberse a muchos factores y no por ello se es mejor ni peor.

Hay que destacar uno de esos factores, uno que va más allá de la vida personal, y esa es la atención. La atención es algo muy importante para cada uno de nosotros, hay trabajos que requieren un alto grado de ella para su realización, pero en especial requieren de ella los deportistas. Estos deben prestar atención a muchos estímulos continuamente, sin desviar la atención de sus propios movimientos y acciones.

La focalización consiste en mantener completamente la atención en algo, haciendo caso omiso a los factores o circunstancias externas a ello. Pues bien, el foco de atención en el fútbol es muy amplio. Los jugadores deben prestar atención a muchos elementos, y hay otros externos que pueden interrumpir esta atención. Los futbolistas prestan atención al balón, a las posiciones de sus compañeros, a las de los rivales, a las señales del árbitro, a las direcciones del entrenador… Pero, además, hay distracciones tanto internas como externas. Internas en cuanto a los pensamientos de la persona misma, como pueden ser sobre errores cometidos anteriormente, sobre el temor por realizar algo mal, o incluso la fatiga. En cuanto a los agentes externos, estos podrían ser las acciones de la grada, el ruido, la provocación del rival, o los factores meteorológicos, entre otras cosas.

Así pues, el margen de error crece si se tiene en cuenta ya solo el factor de la atención. Por tanto, quizás la sociedad debería empezar a pensar en todas estas cuestiones antes de criticar una mala acción de un jugador, o todo un mal partido. No son dioses y como personas no pueden realizarlo todo siempre perfecto. Desde luego que es su trabajo esforzarse y estar al cien por cien con el equipo y dar todo de ellos, al fin y al cabo, para ello se les paga, para ello les pagan sus clubes.

Lo que tampoco puede ser una consideración definitiva es que el hecho de marcar más o menos goles determine ser mejor o peor jugador de fútbol, y aquí se pone en alza el debate entre Cristiano Ronaldo o Messi. Tener gol es un factor muy importante y bueno para un futbolista, pero hay muchas más cualidades que deberían considerarse también.

La perfección como tal no existe, cada persona tiene una visión diferente sobre lo que es perfecto y no lo es. Si bien se puede determinar de extraordinaria estima a determinadas personas estableciendo sobre ellas una mitificación, considerándolas como un ser sumamente perfecto, o al menos dentro de su dedicación. Esto es lo que ha pasado con los futbolistas, y ha rugido una necesidad de establecer un ranking en el que tiene que haber un líder, un dios. El resto de jugadores de fútbol tan solo aspiran a intentar parecerse lo máximo posible a ese dios o esos que luchan por tal posición.

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Julia
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