Era el encuentro que abría el domingo 7 de mayo y la mañana de ese domingo había despertado radiante en lo meteorológico. A la hora del partido, coincidiendo con la que marca ese momento tan euskaldun del Angelus, el sol daba una claridad especial a las gradas de Mendizorroza. Con casi veinte grados de temperatura ambiente y más de 19.000 espectadores, se esperaba con ansiedad a que el colegiado valenciano Juan Martínez Munuera hiciese sonar su silbato para que comenzara el encuentro.

Duelo tras la victoria alavesista en el Villamarín

Nadie esperaba que el Alavés se presentase a ese encuentro en la posición en la que lo hacía. Estaban décimos en la clasificación y en ningún momento de la temporada habían pasado dificultades que hiciesen peligrar su permanencia. Por si todo eso fuera poco, se habían clasificado con todos los honores, después de eliminar al Celta de Vigo en semifinales gracias al gol de Édgar Méndez, para disputar la Final de la Copa del Rey frente al Barcelona en el partido que serviría como despedida al viejo Estadio del Vicente Calderón madrileño, el 27 de mayo.

Jugadores del Alavés, celebrando un gol. Fuente: deportivoalaves.com
Jugadores del Alavés, celebrando un gol. Fuente: deportivoalaves.com

Con un equipo plagado de reservas, el Alavés llegaba tras vencer en el Benito Villamarín por uno a cuatro. A pesar de comenzar perdiendo, los pupilos de Mauricio Pellegrino supieron reaccionar y demostrar al técnico que cualquier jugador alavesista tiene sitio en el equipo y marcaron cuatro goles en la segunda mitad. Esa victoria les consolidaba como uno de los mejores equipos a domicilio de toda la competición.

Con la ausencia obligada de Laguardia, tras la lesión en el partido frente a Las Palmas, las dudas de los aficionados estaban en el planteamiento de Pellegrino en cuanto al sistema que iba a emplear frente al Athletic.

El Athletic a consolidar su posición en Europa

Así como el Alavés llegaba al duelo con la única meta de satisfacer a sus aficionados y tratar de conseguir una victoria en un derbi tan especial, los bilbaínos llegaban con la esperanza de consolidar su plaza europea con una victoria en Mendizorroza. En ese momento, estaban en la lucha junto al Villareal y Real Sociedad, pero miraban de reojo a la posible carambola que les metía en Europa tras la posible victoria del Barcelona frente al Alavés en la Final de Copa.

Una de las alineaciones del Athletic Club de Bilbao. Fuente: athleticclubdebilbao.com
Una de las alineaciones del Athletic Club de Bilbao. Fuente: athletic-club.eus

También llegaban a Vitoria tras una abultada victoria en el siempre difícil estadio de Balaídos. Un inspirado Raúl García facilitó el triunfo rojiblanco y colocaba a su equipo como sextos en la clasificación. La única noticia desestabilizante del equipo no llegaba en forma de sancionados o lesionados sino por los rumores del abandono de su meta titular, Gorka Iraizoz,  al finalizar la temporada.

Sabedores de que las estadísticas eran favorables para los rojiblancos, ya que tan solo habían perdido en una ocasión, en la temporada 2000-01, gracias a los goles de Cosmin Contra y Javi Moreno, que consiguieron dar la vuelta al encuentro tras el gol de Roberto Ríos, se presentaban con optimismo en el cuidado césped de Mendizorroza.

Resumen del encuentro

El encuentro empezó con dominio visitante. Los de Valverde parecían que traían la lección bien aprendida y salieron con la misión de no dejar actuar al Alavés. Lo cierto es que, en los primeros lances del partido, los rojiblancos ya dispusieron de dos sendas ocasiones. La primera de ellas fue en un disparo de Beñat que repelió el poste y en la segunda, Aduriz fallaba incomprensiblemente en boca de gol. A partir de ese momento, apareció el hombre del partido. Marcos Llorente estaba en todas las partes y cortaba balones para distribuir juego a sus compañeros. Poco a poco, los pupilos de Pellegrino se fueron haciendo con el encuentro. Tanto Beñat como San José se encontraban una y otra vez con el muro que significaba el madrileño, hasta que el árbitro señalaba el camino a los vestuarios.

Iñaki Williams se lamenta de una ocasión fallida. Fuente: eitb.eus
Iñaki Williams se lamenta de una ocasión fallida. Fuente: eitb.eus

La segunda parte empezó como la primera. Iñaki Williams tuvo en sus botas el cero a uno, pero falló al cruzar en exceso el balón en la meta defendida por Pacheco. Unos minutos después, fue Kepa el que tuvo que intervenir con acierto para detener un fuerte disparo de Kiko Femenía. El balón fue a corner y fruto de esa jugada llegaría el gol alavesista. Tras un rechace en el saque de esquina, le llegó el esférico a Theo Hernández . Se llevaban jugados ocho minutos cuando Theo lanzó un potente disparo con la zurda que sorprendió a Kepa Arrizabalaga y suponía el único gol que reflejaría el marcador al final del encuentro.

A partir de ese momento y con el jolgorio en las gradas, con una afición alavesista incansable en los noventa minutos, el Athletic lo intentó de todas las maneras pero se encontraba siempre con la red defensiva planteada magníficamente por el entrenador argentino. Cuando el colegiado pitó el final del encuentro, los jugadores albiazules se abrazaron y fueron a agradecer a los aficionados de la grada de animación el apoyo recibido. Era la segunda victoria del equipo albiazul frente a los leones y lo querían manifestar en el césped.