La regularidad no ha sido una de las señas de identidad del Real Zaragoza desde su descenso a Segunda División. En junio se cumplirá un lustro desde aquel trágico desenlace en La Romareda frente al Atlético de Madrid que acabó con el descenso de categoría tras varios años coqueteando con él. En todo este tiempo han pasado un total de ocho técnicos por el banquillo del Municipal y una infinidad de jugadores tras varios proyectos fallidos.

En el primer proyecto, en el último año de Agapito Iglesias al frente del club, Pitarch y Moisés eligieron a Paco Herrera para intentar devolver al Real Zaragoza a Primera División. El proyecto fracasó y Víctor Muñoz cogió el equipo a falta de 12 jornadas para salvar la hecatombe que hubiese supuesto un posible descenso. Tras un verano convulso que acabó con el cambio de propiedad, la Fundación Zaragoza 2032 contrató a Martín González de director deportivo y Víctor siguió en el banquillo, pero duró pocas jornadas. En su lugar llegó Popovic, quien estuvo a seis minutos de ascender al Real Zaragoza a Primera en Las Palmas. En la temporada siguiente, el club renovó su confianza en el preparador serbio, quien no supo mantener al Real Zaragoza en la parte alta de la clasificación. Ese mismo invierno, renovación total. La Fundación destituyó a Popovic y a Martín González y confió en Julià y Lluís Carreras para la segunda parte de la temporada. El equipo consumó otro fracaso en Palamós y Carreras dimitió. La temporada pasada hubo hasta tres inquilinos en el banquillo zaragocista (Milla, Agné y Láinez) y un nuevo cambio de director deportivo tras la llegada de Lalo Arantegui.

FOTO: Real Zaragoza
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Con todos estos precedentes, era obvio que la regularidad brillaba por su ausencia en el club, tanto institucional como deportivamente. Es por ello que el nuevo director deportivo se propuso hacer un proyecto a dos años y dotarlo de estabilidad. Tras la enésima revolución veraniega, Natxo González era el técnico elegido para entrenar la nave zaragocista tras su buena campaña en el Reus. El objetivo era claro: la estabilidad. Lalo no quería tirar todo por la borda a las primeras de cambio y lo volvió a dejar claro en la presentación de Alfaro, último fichaje zaragocista. Es por ello que el técnico vitoriano sigue contando con el respaldo del director deportivo, pese a firmar los peores números de un entrenador en Segunda con el Real Zaragoza y de encontrarse a solo tres puntos del descenso.

Pese a esta cierta estabilidad que desde el club y desde la dirección deportiva se quiere transmitir, la realidad deportiva es bien distinta. El cuadro maño no destaca por su regularidad en los resultados y se muestra incapaz de encadenar tres victorias consecutivas. Comenzó el primer tramo de Liga con muy buenas sensaciones en cuanto a juego, que no se transformaron en puntos. El momento de mayor auge llegó en la semana que se logró derrotar a Numancia (3-0) y Lorca (0-2). Ese domingo visitaba La Romareda el Club Atlético Osasuna, con todo lo que conlleva ese duelo. Era el partido perfecto para agarrarse a los puestos altos de la tabla, pero los blanquillos no pasaron del empate (1-1), y comenzó un bache tanto en juego como en resultados que lastró al equipo durante el final de la primera vuelta.

FOTO: Real Zaragoza
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Con el inicio de la segunda vuelta, el Real Zaragoza lograba sumar los tres puntos en La Romareda ante el CD Tenerife (1-0), recuperando algunas de las buenas sensaciones del primer tramo de la temporada. Sin embargo, en la visita a Granada de nuevo se dio un paso atrás tras caer derrotados por dos goles a uno. Por ello, el partido de este próximo viernes frente al Córdoba cobra tintes de “final”, ya que se debe comenzar a sumar de tres en tres y a adquirir una regularidad en los resultados del equipo para alejarse de los puestos peligrosos y, quién sabe, poder acercarse a cotas mayores.

Por todo ello, lo único claro a día de hoy es la necesidad imperial del Real Zaragoza de lograr un alto nivel de regularidad a nivel deportivo para poder aspirar a volver al lugar que le corresponde, la Primera División.