Karim Benzema es un hombre de pocas palabras, de poca sangre en el cuerpo y de un juego que invita más a la siesta que a ver un partido de fútbol. Pero en la soleada tarde de Mestalla esa tranquilidad del galo parecía haberse expandido como una gripe. Sus compañeros se mostraron igual que el galo, sin intensidad.

Pero afortunadamente para el madridismo, en esta ocasión ese juego desarrollado por su '9' sirvió para calmar la crisis, actuar con paciencia y finalizar callando los gritos del estadio ché con cuatro goles, los dos últimos perfectamente elaborados con sendas paredes. 

El ritual de Benzema

16.15 horas. Horario complicado para unos futbolistas blancos que todavía estaban 'tocados' por la eliminación en Copa del Rey. Esa moral traducida en desánimo, dejadez, una alegría en caída libre. El partido no podía tener otro síntoma que la pasividad y lentitud con la que el equipo movía el balón. Un Kroos impreciso, un Varane poco contundente atrás o un Cristiano fallón. 

Sin embargo, esas malas prácticas solo se verían por momentos. Espabilaron todos, en parte gracias a la inyección de felicidad por los goles. Dos penaltis clamorosos que el crack luso no iba a perdonar, demasiado se había fallado ya esta temporada, pensaría.

La segunda acción en el área del Valencia la provocó un jugador protagonista, pero que apenas se inmutó tras la falta. Y es que Benzema es un jugador con una parsimonia encima alucinante. Serio, vagando por el césped, a su ritmo de riesgo cero para infartos.

Eso sí, cuajó un buen partido a pesar de algunos pases regalados al rival. Sin prisas, pero sin pausa. Se movía entrelineas, tirado a la banda de Marcelo, combinando y oxigenando el juego madridista. En la segunda parte fue sustituido. Sorprendió su cambio de cara, enfadado. ¿Por el cambio o por no haber marcado? Solo él lo sabrá. 

Montoya y la grada valencianista

Claramente, el que se marcharía descontento con su papel sería Martín Montoya, autor de ambas penas máximas. Una por su entrada a ras de suelo que cazó a Ronaldo, otra por un empujón al ariete galo, el colegiado no dudó. Tarde para no recordar la del lateral derecho. 

Su homólogo pero del conjunto rival tuvo un mejor encuentro, volvió el gran Dani Carvajal, con la contundencia y rapidez necesaria en un equipo a medio gas. Nacho, nada que decir. Bueno sí, que Lopetegui estaba viendo el partido. De recital en recital el defensa. El Real Madrid necesita once como él. 

Tomaría nota el seleccionador, que escucharía a la perfección los continuos cánticos de la afición ché, que protestaba hasta lo más evidente. Por supuesto, los pitos tras los dos penaltis y ese "Así, así, así gana el Madrid". Casi los 90 minutos abucheando a Estrada Fernández, que lo hizo bastante bien. 

Un poco de agua sobre ese fuego que quema a Zizou

Lo dijo Mourinho hace unos días, que no quería "echar más leña". Pues si el portugués puso la manguera, contra el conjunto valencianista fue Marcelo quien decidió seguir enfriando el asunto. Lo suficiente para silenciar a la protestona Mestalla. El lateral participó en tres goles, siendo autor del tercero.

Sensacional pared con Marco Asensio, aunque Neto colaboró luego con una desastrosa colocación. El último tanto fue de Kroos. Otro que ajustó al palo un preciso disparo. Por fin acertaba el alemán. Sonrisas para todo un equipo que lo estaba pasando mal, victoria importante en un campo muy difícil. 

Zidane también se fue aliviado, pues escogió bien sus cambios. Lucas, Asensio y Kovacic dieron al equipo esa frescura adecuada. Cuando el Valencia más apretaba en busca del empate a dos, los blancos se hicieron con la pelota para no darse otro disgusto. Respiran tranquilos, igual que el ritual de Benzema.

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Sobre el autor
Iván Sevilla Fernández
Estudiante de Periodismo en la Universidad de Murcia. Amante del fútbol y de la vida. Con muchas ganas de aprender y crecer como persona y periodista.