Life and Death’. Es una buena canción para recordar a Wilfred. Quizá porque recuerde lo frágil y efímera que es la existencia de un ser humano.

Wilfred Agbonavbare. ‘Willy’. Desafortunadamente, cuando Wilfred abandonó este precioso deporte llamado fútbol muchos todavía no habían nacido. Se ha hablado de él, se ha escrito de él, ha salido en televisión… Bondad. Bondad es la palabra que más se repite cuando se habla de Wilfred. Se puede hablar de los seis años que vistió la camiseta del Rayo, de los más de 3.500 minutos que defendió la portería vallecana, del penalti que paró a Míchel y que complicó el campeonato al Madrid, de la Copa de África que ganó con Nigeria… Se pueden hablar de muchas cosas sobre Wilfred, pero llama profundamente la atención que, se hable lo que se hable de él, siempre acaba apareciendo la palabra bondad.

Willy no tenía la vida solucionada

Quizá, un niño pequeño, acostumbrado a ver a las actuales estrellas del fútbol conducir sus ostentosos coches, lucir su ropa cara, firmar contratos de mucho dinero… quizá no asimile la historia de Wilfred Agbonavbare. Antes, jugar en Primera División o ser el portero internacional de tu país no significaba tener la vida solucionada. Y Willy no la tenía.

El portero nigeriano llevó el escudo del Rayo Vallecano durante seis temporadas. Se convirtió en una persona profundamente querida por la afición de Vallecas. Sus compañeros le apreciaban. Él era una de esas pocas personas que te encuentras y que jamás te pone mala cara. Bondad.

No se sabe a qué hemos venido a este mundo. No se sabe si Willy llegó a Vallecas a parar balones debajo de un larguero. Ni siquiera si Willy vino a pararle un penalti a Míchel y a quitarle una Liga al Madrid para dársela al Barça. A lo que llega esto es que, después de que Willy dejara de parar balones en el 97, comenzó otra vida para él. Quizá otra vida que no mereció.

El cáncer. El tratamiento. La ruina. La muerte

El destino le deparó a Wilfred una primera dura batalla después de las tantas que había tenido sobre el césped. Willy se instaló en Madrid después de retirarse del fútbol en el Écija. El nigeriano se instaló con su mujer en la capital, pero ésta cayó enferma de cáncer.

Cáncer de mama. Puñetero cáncer. Wilfred sufragó el tratamiento de su esposa, con problemas económicos, pero intentó salvarle la vida como pudo. Pero la vida golpeó, y Willy la perdió.

El tratamiento de su mujer dejó muchos problemas al que ya era exportero del Rayo. Como se ha dicho antes, el fútbol no dejaba tanto dinero en los noventa y Willy se arruinó. Sin embargo, la naturaleza del portero dicta que cuando estás en el suelo te debes levantar rápido para tratar de atajar el siguiente disparo. Wilfred se levantó, trabajó en diversos lugares. Esos lugares en los que trabajas mucho, pero cobras poco.

El sueño de Willy

"Me gustaría abrir una escuela de fútbol en mi país"

En 2014, Willy salió en un programa de televisión en el que aparecía trabajando en una empresa de mensajería. Wilfred confesó su sueño de poder abrir una escuela de fútbol en Nigeria, su país, donde no había podido ir durante diez años.

"Es un trabajo duro. Cualquier trabajo por la noche es duro. Pero después del fútbol tenía que hacer otras cosas. Por eso estoy aquí con ganas. Tengo que trabajar y tengo que trabajar".

Mentalidad envidiable. Fuerza vital, frente a todos los problemas que se pongan por delante. Como buen portero. Como un buen portero que se cae y se levanta, se cae y se vuelve a levantar. Te puede golpear el balón en la cara, pero ese balón no ha entrado, te golpea en la cara, pero nunca será gol.

Wilfred trabajaba duro en España para sacar dinero. Sacar dinero para mantenerse, pero, sobre todo, para proporcionar una vida a sus tres hijos. Los hijos de Wilfred vivían en Nigeria, mientras él pasaba las noches trabajando en Madrid. Noches frías. Soledad. Willy estaba solo aquí, solo quería trabajar para ayudar a sus hijos. Bondad.

El último partido de Willy

Por qué. Por qué un golpe más. Por qué un golpe más después de recibir tantos. Un golpe que acaba matando. Cáncer. Puñetero cáncer.

Poco después de aparecer en televisión, Wilfred comenzó su último partido. Salió por el túnel de vestuarios, decidido a luchar. Se colocó bajo palos y peleó, pero el árbitro pitó el final. El final del partido de Wilfred.

Willy padeció un cáncer óseo que finalmente propició su fallecimiento el 27 de enero de 2015. Al principio de la enfermedad, el exportero vallecano viajó a Estados Unidos para tratarse, pero volvió a España en sus últimos meses.

Arruinado, lejos de sus hijos y enfermo. Wilfred recibió la ayuda económica del Rayo Vallecano, entre otros, para poder ver a sus hijos antes de morir en el hospital de Alcalá de Henares, la última voluntad de Willy.

La vida fue dura hasta el final. Unos problemas burocráticos retrasaron la llegada de los tres hijos de Wilfred desde Nigeria y éste no pudo verlos antes de cerrar los ojos para siempre. Si todo hubiera ido sobre lo previsto, sus hijos hubieran llegado antes a España y Willy hubiera podido cumplir su último deseo.

Esta semana, el pasado viernes concretamente, se cumplieron tres años desde que el Gato de Vallecas se marchara. No tuvo una vida fácil, el destino fue injusto con Willy. Afortunadamente, Wilfred dejó el recuerdo de un buen portero, sí, pero aún más importante, de una buena persona.

Bondad, Willy.