El Real Madrid de esta temporada es uno de los mayores desastres de los últimos tiempos en este deporte. ¿Cómo un equipo que arrasaba allá por donde pasaba hasta el mes de agosto ha podido caer tan bajo? Esa es la pregunta que todo el mundo se hace. Un equipo que trituraba a sus rivales tanto en la competición doméstica como en la continental, que ganó con una superlativa facilidad ambas supercopas frente a rivales como Manchester United y FC Barcelona, ahora no es capaz de ganar dos partidos seguidos. 

El partido de Mestalla fue, como la manita al Sevilla, un simple espejismo. Cuando parecía que el equipo blanco iba a volver a alzar el vuelo con vistas al duelo con el PSG y no descolgarse más, vuelve a pinchar. De la misma manera de la que el año pasado ganó gran parte de sus partidos. Con un gol en el 90. Esta vez fue Ramos quien sufrió la historia en sus propias carnes. El Real Madrid se sitúa a 18 puntos del líder, que pueden ser 21 si el FC Barcelona logra otra victoria en su partido de este domingo. La mayor desventaja con respecto al líder de la competición en la historia del club y que igualaría el anterior récord negativo del club marcado en 1996 con el Atlético de Madrid como líder y campeón meses después.

Si el historial de Zidane no fuera el que es y no tuviese el crédito que se ha ganado, merecidamente, probablemente el técnico ya no estaría al mando de la nave blanca. La realidad es que el Real Madrid a día de hoy está metido en una pelea que, a priori, no era la suya. El Villareal y la Europa League están a dos puntos. El descenso y el liderato están practicamente a la misma distancia. El objetivo, nos vendan lo que nos vendan, es entrar en la Champions League. El despropósito puede ser aún mayor si esto no sucede. Al borde de un ridículo histórico que puede consumarse en el Parque de los Príncipes.