Cuatro minutos bastante locos impiden al Real Oviedo salir de ese pequeño bache que, parece, viene atravesando en las ultimas fechas. Un punto de nueve posibles –en casa, contra el Albacete Balompié- permite a los asturianos seguir en playoff de ascenso a Primera División aunque ajusta aún más, si cabe, las cosas en esta, como saben, difícil categoría.

Al inicio, respeto

Comenzaba el partido en La Romareda y ambos equipos parecían respetarse, sin ocasiones claras de peligro ni muchísimo menos una idea de juego clara por parte de ninguno de los dos. El Zaragoza, como siempre vertical y peligroso, trató de hacerse notar buscando siempre peligrosos centros por la banda de Álvaro Benito para que, aunque debutante, uno de los mejores delanteros de Segunda, buscara el remate.

Por su parte, el Real Oviedo trataba de buscar esa calma a partir de la cual levantar su propio vendaval. Imposible. Un público, el maño, entregado en todo momento, y un equipo, también el maño, agresivo –deportivamente hablando, por supuesto- no permitieron al Real Oviedo ejercer esa cierta dosis de control que el equipo carbayón necesita para sacar adelante sus partidos.

A pesar de todo eso, los 22 protagonistas se fueron al descanso con el resultado gafas campeando en el marcador, dejando a merced de las prisas el devenir de un resultado que antes del minuto 80 sería casi definitivo.

Y con la segunda parte, la locura maña

¿Quién iba a ser si no? El ‘9’, la referencia, la punta de lanza del Zaragoza, el de Santiago de Compostela. Llámenlo como quieran. A veces dudo si se apellida Iglesias o se apellida “gol”. Corría el minuto 69 cuando Forlín no pudo evitar que el delantero gallego recibiese una asistencia del recién incorporado Oliver Buff.

Con toda la tranquilidad del mundo, y como si la marca del defensa cántabro del Real Oviedo, Christian Fernández, no existiese, hizo un movimiento de pívot de fútbol sala, girándose sobre sí mismo y lanzando un potente y cruzado disparo imposible para Alfonso Herrero. Uno a cero y el respetable enloquecía. El ‘9’ del Real Zaragoza había vuelto a mojar.

Los jugadores del Real Zaragoza celebran el tanto del delantero gallego, Borja Iglesias
Los jugadores del Real Zaragoza celebran el primer tanto del equipo maño, obra de Borja Iglesias. | Imagen: Real Zaragoza.

No le había dado tiempo al Real Oviedo casi a reponerse de un duro golpe como el que supone encajar un gol contra el que hoy por hoy es ya un rival directo y con todos los fantasmas del pasado que ello despierta, cuando cayó el segundo mazazo. No sin algo de fortuna, todo hay que decirlo.

Ocurrió tras una falta de contundencia del delantero aragonés, Miguel Linares, quien, en tareas defensivas no pudo evitar que el balón entrase en el área en los pies de Pombo. El dorsal número ocho del Zaragoza lanzó un pase que nunca encontró rematador pero que sí que acabó dentro de la jaula del portero de Toledo, Alfonso Herrero. Juan Forín fue el desafortunado que, tras dos rebotes, hizo que el balón entrase llorando en la portería defendida por un guardameta ya vencido a un lado. Dos a cero.

“Y ahora compite”. Pensarían los pupilos de Juan Antonio Anquela. Un Anquela que vio que a pesar del mazazo recibido en cuestión de cuatro minutos, la situación era todavía reversible. Y metió más pólvora en el terreno de juego. Forlín, cabreado con su actuación, dio un puñetazo al banquillo del que relevó al ariete carbayón Toché. También tuvieron minutos el italiano Fabbrini, que va cogiendo ritmo de competición y parece ir dejando destellos de su calidad, y el ghanés Yeboah, que junto con Diegui pasó a formar una banda derecha un tanto calamitosa.

Ya no se competía contra el equipo rival, un buen Zaragoza, sino que también se hacía contra el cronómetro del electrónico de La Romareda y contra un árbitro que, sinceramente, no contentó ni a unos ni a otros, ni siquiera a su abogado defensor, Isaac Fouto.

Volvió a aparecer el defensa con alma de delantero, pero fue insuficiente

Con la llegada del descuento, llegaría, como ocurrió la temporada pasada, el gol del Real Oviedo que recortaría distancias. El tanto de Carlos Hernández que de nada serviría ya que se estaba jugando prácticamente en el tiempo de descuento, periodo del que, por cierto, se disputó la mitad.

Durante todo el partido se vivió un bonito duelo entre Borja Iglesias y la defensa del Real Oviedo
Durante todo el encuentro se vivió un bonito duelo entre Borja Iglesias y la defensa del Real Oviedo. | Imagen: Real Zaragoza

Lo cierto es que el Real Oviedo parece algo apático en el apartado físico. Fatigado y sin ideas y con un calendario que tampoco acompaña, el conjunto carbayón ve cómo si no gana al filial blaugrana, se podría quedar fuera del radiador de los playoff de ascenso a la máxima categoría del fútbol nacional.

Piensen que si se saben la alineación del Real Oviedo de memoria no es que sean mejores aficionados que los demás, simplemente se trata de que el Real Oviedo juega siempre con los mismos 14 jugadores, y eso en una categoría como la Segunda División, una auténtica carrera de fondo, una maratón, con sus 42 peldaños incluidos, siempre acaba pasando factura. Veremos si ocurrirá así ante el filial blaugrana, el próximo viernes en el Carlos Tartiere.

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