Ni los cinco goles en Sevilla ni los cuatro ante el Leganés sirvieron de mucho a un Atlético que derribó la moral construida en las últimas jornadas. Palo fuerte para los de Simeone, que no supieron plantear el partido desde el comienzo. Al contrario que otras veces y según reconoció el propio Giménez, el equipo no adivinó la estrategia que usarían los de Valverde que fue claramente superior  tácticamente durante la primera mitad. El mediocampo del Atlético se transformó en guardián del área grande durante prácticamente los primeros 45 minutos; ni siquiera Griezmann tuvo oportunidades de escapar en contraataque. De inició salió el Cholo con el habitual 4-4-2, y la sorpresa de ver a la dupla Gabi-Thomas pivotando la defensa. Por las bandas, Koke y Saúl para dar el aire fresco que finalmente no consiguieron aportar al equipo hasta la entrada de Ángel Correa en la segunda mitad. Muy conservador el equipo del 'Cholo', que consiguió instalarse atrás sin ofrecer prácticamente nada en ataque.

Borrón y cuenta nueva

Tras el descanso, Simeone sacó la artillería pesada. Lo que a priori parecía una locura resultó ser efectivo, puesto que el juego del Atlético mejoró encerrando al Barcelona en su campo y obligando a los culés al contraataque. Lástima que no cayese el gol.

Desapareció Vrsaljko del carril derecho en defensa, y entró en su lugar Correa para ofrecer diligencia en el ataque del Atlético. A la causa se sumó Gameiro, y después Lucas apoyando en la zaga. Simeone replanteó el esquema de una forma un tanto extraña pero sobre todo inhabitual para el argentino; 4-2-4 con Thomas entre el carril diestro ofensivo y defensivo, tres centrales atrás y la pareja Koke-Saúl en la medular. En la mediapunta permanecieron Griezmann y Correa y adelantados Diego Costa y Gameiro. Comenzó descansado y tradicional el Atlético, y terminó desenfrenado arriesgando su habitual posición defensiva.