Ya lo dijo en una rueda de prensa previa al encuentro ante el Dépor, "si ganamos mañana nos permitimos soñar". No se ganó, pero probablemente el sueño sigue más vivo que nunca, y Mendilibar tras regresar ante el conjunto coruñés, quiere hacerlo realidad.

Se notó su presencia en el banquillo, sin duda. El Eibar salió de nuevo con garra, y aunque el segundo entrenador también lo estaba haciendo correctamente, el comandante es el comandante, y su presencia es necesaria para dirigir a una nave que esta temporada quiere alcanzar una nueva fase. 

Ahora recibirán a un rival duro, grande, enorme, que ha eliminado al PSG de Champions y que acumula más Champions League que ningún otro. A un equipo cargado de potencial, en todos los aspectos, tanto en los once que juegan como en los que esperan su lugar.

Mendilibar deberá especular con el cansancio que traigan algunos de París, además de utilizar esa particular presión que distingue al Eibar en este reciente, y ya no tan reciente, tramo de la temporada.

Si el Eibar está dispuesto a soñar, debe hacerlo consiguiendo cosas grandes, contra el Atlético se falló, contra el Barcelona también, pese a que ambos fueron disputados. Pero éste, dadas las condiciones de un equipo que tiene como misión imposible lograr la Liga, debe ser el punto de inflexión, el partido que haga hablar del conjunto armero, que haga que se escuche su nombre como pretendiente a llegar a algo histórico.

Y para ello vuelve Mendilibar, porque ante el Dépor ya estuvo, pero ante el Real Madrid será diferente. Es un reto, de esos de los que le gustan al técnico, y no cabe duda de que irá a por todas, como siempre ha hecho, sin achacarse ante un rival que no cesará en su intento de asaltar Ipurúa