Todo cambió en la jornada nueve. El Girona iba hacia abajo. No ganaba desde la segunda jornada. La caída libre les precipitaba cada vez más al fondo de la tabla y las posiciones del descenso eran cada vez más cercanas. Los de Machín veían como bajaban y bajaban y el miedo se apoderaba de las gradas de Montilivi, que veían que quizá no eran equipo de primera.

Pero en Riazor esa caída frenó en seco. Apareció Portu para detenerla. El murciano marcó en el 71’ para deshacer el empate a uno y conseguir la segunda victoria del Girona. La primera fuera de casa. Los rojiblancos vieron la luz al final del túnel, vieron como Portu apagaba el fuego del infierno para subir un poco más hacia el cielo. A partir de ahí, todo fue a mejor.

Las  resurrección de los de Machín se confirmó con la victoria en la jornada siguiente frente al Real Madrid, demostrando que el Girona había venido para quedarse.  Siguieron esta senda victoriosa contra el Levante, y aguantaron dos jornadas más sin perder frente al Betis y la Real Sociedad.

Los buenos resultados continuaron. El Girona siguió el camino de la victoria que empezó en Riazor y fueron escalando posiciones. Hasta llegar al día de hoy. 19 jornadas más tarde, los de Machín se encuentran en la séptima plaza, algo impensable a principio de temporada. Con la salvación asegurada, los rojiblancos esperan seguir subiendo para conseguir el sueño de la Europa League.

Fue un punto de inflexión para el Girona en Riazor, y ahora el Deportivo busca lo mismo en Montilivi. Los de Seedorf necesitan una victoria que les dé un poco de impulso en la lucha por la salvación, y el partido de mañana supondría un gran golpe de efecto frente a un rival que ‘a priori’ es el gran favorito.

El partido tenía todos los números de ser un encuentro entre dos rivales directos para la permanencia. Pero el Girona desafió las leyes del fútbol y se coló en la lucha por la Europa League. Metido de lleno en ella, no se puede permitir  un tropiezo. Esta vez, no puede haber ningún punto de inflexión.