Durante toda la semana el tiempo se presentó oscuro, revuelto y lluvioso en la capital. Especialmente el sábado en la zona del sur, donde una jornada atrás cayó un tremendo tornado en forma de duras palabras. Julio Velázquez, entrenador de la Agrupación Deportiva Alcorcón, fue el protagonista de las mismas. La derrota frente al Córdoba desató la ira del técnico salmantino y los rayos y centellas se acumularon en el Estadio Municipal de Santo Domingo. Siete días más tarde, casi medio millar de aficionados del Real Valladolid emularon a los cordobeses de la semana anterior haciendo pensar que podría ocurrir algo similar en las gradas y que no gustase en absoluto al míster. Sin embargo, contra todo pronóstico, a pesar de las horribles condiciones meteorológicas, la afición alfarera respondió y, el equipo, a su manera, también.

Puede parecer que los 2.100 aficionados totales que se acercaron hacia el humilde estadio sean pocos, pero teniendo en cuenta todos los inconvenientes del tiempo, las malas sensaciones que trajo el equipo del choque anterior y el desencanto con Julio Velázquez, son dignos de admirar y ha de reconocerse su tremenda valentía y lealtad. También quiso agradecer dicha actuación precisamente el entrenador de los amarillos en la rueda de prensa posterior al duelo. “Quiero dirigirme a toda la afición que ha venido a apoyar al equipo y darle las gracias porque sé lo tremendamente difícil que es venir con todo el agua que ha caído, el frío y los malos resultados recientes”, dijo.

Ahí está la clave. En agradecer y responder con buenas sensaciones en el verde, lo cual sucedió en el encuentro frente al Real Valladolid, donde los alcorconeros consiguieron sacar un punto y no encajar gol. Sin embargo, no parece suficiente. La falta de puntería y de resultados favorables empieza a cansar. El descenso se encuentra a tan solo tres puntos y se quiere ver una mejoría casi inminente. No hay margen de error. Es ahora o nunca. Y afortunadamente, el Alcorcón depende de sí mismo para reaccionar, dejar atrás la tormenta y caminar hacia tierras despejadas.