Alguno de los mejores jugadores de la historia del Deportivo de La Coruña nacieron en las Islas Canarias, ya sea en Arguineguín o Arucas, la mejor época de la historia de club coruñes tiene, en parte, acento canario. 

Todo comenzó en el verano de 1998, cuando Augusto César Lendoiro puso los ojos en un delantero argentino que había llegado a la UD procedente de Vélez Sarsfield, su nombre era José Óscar Flores, pero para el mundo del fútbol siempre fue el Turu. El argentino, que había llegado a Gran Canaria con la Copa Libertadores y la Intercontinental bajo el brazo, dejó 800 millones de las antiguas pesetas en las arcas del club pio pio, su destino era el noroeste peninsular. En A Coruña cayó con buen pie, formando parte de la plantilla que consiguió el único campeonato de liga de la entidad en el año 2000. Además, se convirtió en una auténtica bestia negra para el Celta de Vigo lo que provocó un idilio con la grada que se transmitía a través de un cántico: “Turu, Turu, Flores, tira la bomba, tira la bomba”.

Pero el Turu no fue el único jugador que llegó procedente de la UD Las Palmas en 1998, junto a él lo hizo un joven lateral derecho llamado Manuel Pablo. Nadie en A Coruña se imaginaba que aquel jugador canario defendería la camiseta blanquiazul durante 18 campañas. Manuel Pablo vivió los mejores momentos del Deportivo, también alguno de los peores, tanto en lo individual como en lo colectivo. Una de las primeras imágenes que vienen a la mente del aficionado del Deportivo es el gol de Makaay contra el Espanyol que le daba a los gallegos su único título de liga. Ahí estaba Manuel Pablo asistiendo al delantero neerlandés. 

También estaba ahí en 2001, cuando Everton Giovanella fue al suelo para disputar un balón dividido y se llevó por delante la tibia y el peroné de un Manuel Pablo que parecía que no tenía techo. Se recuperó para estar en Highbury, Delle Alpi, Olímpico de Munich, San Siro, Old Trafford o en O Dragao.  Años más tarde, se acabaron los paseos por Europa y el equipo terminó descendiendo a Segunda División, pero siempre acompañado de aquel joven lateral derecho de Arucas. 

Hasta la ribera del Manzanares tuvo que viajar el Deportivo para fichar a un jugador que había despuntados años atrás en el Estadio Insular, nuevamente un exjugador pio pio se convirtió en un icono del club y de la ciudad gallega, en este caso era Juan Carlos Valerón.  El Flaco asombró al mundo del fútbol portando la camiseta blanquiazul, siendo uno de los jugadores de más calidad que han nacido en España. Pero encontró en las lesiones de rodilla su gran lastre. Fue pieza clave en las noches europeas del Depor, pero también un faro que dirigió la nave blanquiazul en la Segunda División. No se puede entender a Valerón sin Manuel Pablo, ni a Manuel Pablo sin Valerón, pero tampoco se puede entender al Deportivo sin estos dos jugadores, dos de los diez más importantes de la historia del club para su afición. 

El Depor siguió pescando en el mercado canario pero la suerte era irrepetible. De una misma tacada llegaron dos de los jugadores más prometedores de la UD Las Palmas por aquel momento: Rubén Castro y Momo. Ninguno de los dos llegó a cuajar en A Coruña como sus predecesores, Rubén Castro tuvo que salir rumbo al Benito Villamarín para convertirse en uno de los mejores goleadores de la Liga Española, mientras que Momo apenas disputó seis partidos con la elástica blanquiazul. 

El último en llegar fue Aythami Artiles, un joven central que perteneció al Depor entre 2007 y 2013, tres de esos años cedido en el Xerez C.D. Durante esos años los gallegos descendieron por primera vez en veinte años a Segunda División y Aythami demostró su compromiso con el club renovando su contrato ese mismo año.