Pocas semanas han sido tan convulsas en la historia reciente del Real Murcia como la que está a punto de terminar. Los intereses enfrentados de Raúl Moro y Mauricio García han sido protagonistas por encima de lo que sucedía en el césped, mientras la plantilla y cuerpo técnico se centraban en su trabajo pese a las nóminas que se les adeudan. Solo la llegada del partido ante el Granada B ha permitido que se hable, por un día, solo de fútbol en la casa pimentonera. Se ha notado este aspecto en el importante desplazamiento de la afición murcianista a la ciudad deportiva nazarí, que fue la única que llenó hoy las gradas de este complejo.

El partido comenzó con el filial granadino controlando el juego de ataque y la posesión del balón, aunque sin plantear serios problemas a la zaga del Real Murcia. Muchas de las jugadas morían cuando el balón atravesaba algún charco fruto del aguacero que cayó durante todo el encuentro. Chrisantus, principal baza ofensiva en el once visitante, apenas creó peligro al incurrir constantemente en fuera de juego. Santi Jara tuvo al cuarto de hora la primera ocasión importante para el conjunto de Salmerón, gracias a un potente disparo que atajó en dos tiempos Escandell.

Poco a poco, el Real Murcia se sacudió la presión, le hizo frente a la tormenta y fue quitándole el balón al filial. Jordan se mostró incisivo en la banda izquierda y solo le faltó una pizca de precisión a la hora de conectar con Chrisantus, que hoy notó la ausencia de Pedro Martín como compañero de batallas. No obstante, el nigeriano estuvo cerca de adelantar a los suyos con un mejorable cabezazo tras un buen centro de Jara. El Granada B, por su parte, esperaba con calma su oportunidad y, aunque no generaba oportunidades claras en sus llegadas, consiguió terminar el primer acto presionando en el área murcianista.

Molo: una de cal y otra de arena

De la misma forma siguió el partido a la vuelta de los vestuarios aunque, esta vez, el Real Murcia despertó antes de su letargo y se vio con capacidad de llevarse el partido sobre un terreno cada vez más impracticable. Las jugadas a balón parado eran uno de sus filones y en una de ellas, poco después del descanso, llegaría el primer gol de la tarde. En una falta provocada por Jordan, Mateos armó un tiro directo que se coló en las mallas de Escandell, que no estuvo precisamente acertado en la acción. La alegría pimentonera se vio pronto empañada con la lesión del propio excentral del Real Madrid, que obligó a hacer el tercer cambio demasiado pronto.

Aunque más fastidió a la parroquia grana el tanto del empate nazarí y la forma en que llegó. Molo falló tras una cesión imprecisa de Jara y dejó el balón en bandeja a Juancho López para que este batiera a Biel Ribas en un mano a mano. El colombiano dejó tocado al rival, no se conformó con la igualada y pasó a ser el más incisivo de los suyos provocando faltas peligrosas y tarjetas a jugadores visitantes. Pero ni David Grande ni Carlos Neva –las otras referencias ofensivas en el filial– estuvieron a la altura de la intensidad de su compañero.

Eso permitió al Real Murcia llegar a los últimos diez minutos con opciones de llevarse el choque. Chrisantus avisó con un centro chut y, en la última jugada del partido, nuevamente a balón parado, Molo se resarcía de su fallo marcando de chilena el gol de la victoria. El central llevó así la euforia al equipo y a una afición que sigue manteniendo viva, día tras día, la llama de la histórica entidad pimentonera, que seguirá en promoción de ascenso al menos una jornada más.