En un día tan especial para Valencia, como el de la gran Ofrenda de flores de los falleros y falleras a la Virgen de los Desamparados, el Valencia CF también quiso sumarse a la fiesta de la ciudad con una auténtica exhibición de juego colectivo frente al Deportivo Alavés.

Incluso las condiciones meteorológicas pusieron de su parte para que el encuentro gozase de la mejor de las ambientaciones. La muestra de eso fue que tras el pitido inicial un cielo que había estado toda la mañana descargando agua empezó a despejarse para que el sol luciera casi con tanta intensidad como lo iba a hacer la plantilla blanquinegra.

Vendaval en la primera parte

Desde los primeros compases del partido, la festividad de la grada de Mestalla contagió a su equipo para que protagonizara un comienzo dominante. Sin embargo, el Alavés de Abelardo es un rival que exige a sus contrarios bajar al barro a través de su intensidad y muestra de ello fue las constantes faltas tácticas que produjeron para torpedear la circulación de balón che –sobre todo a Gonçalo Guedes-.

Así pues, los primeros actores principales del choque fueron los cancerberos, tanto Neto como Pacheco plasmaron sendas paradas de gran mérito ante los disparos de Sobrino y Parejo respectivamente.

A partir de este momento, los valencianistas pisaron el acelerador y aumentaron el ritmo para desbordar a un equipo tan bien armado atrás como los vitorianos en una primera parte que con alta probabilidad, haya sido la mejor de la temporada.

Fruto de este cambio de marchas llegó el primer gol del Rodrigo Moreno en el cual intervinieron hasta seis jugadores (Gayà, Parejo, Garay, Montoya, Soler, Rodrigo y Zaza) quienes en nueve pases fabricaron una auténtica obra de arte, digna de ser expuesta en el mejor de los museos de los contraataques.

Después de una magistral pared entre el italiano y el hispano-brasileño (el delantero nuevamente llamado a la Selección Española) celebrando su tanto mostrando la camiseta de su compañero, Francis Coquelin, quien ha sido recientemente operado de una operación de talón de Aquiles y ha recibido muestras de apoyo por todo el valencianismo.

De esta manera, con la maquinaria ya engrasada, los locales se desataron y gracias a una muy buena anticipación se consiguieron muchos espacios abiertos a los que atacar sin piedad y con la portería de Pacheco en el punto de mira. Ante esta superioridad blanquinegra llegó el segundo gol, con origen de un centro de Dani Parejo al botar una falta lateral y al remate pegado al palo de Simone Zaza.

Templaza y sobriedad tras el descanso

No obstante esto es fútbol y Primera División de España, y el menor de los errores puede llevar consigo el mayor de los castigos. Así fue como un Deportivo Alavés, que se veía desbordado al final de la primera parte, al inicio de la segunda consiguiera recortar distancias a causa de un fallo de Gayà en un intento de despejar un balón por alto. Finalmente, el cuero le llegó a Aguirregabiria para que se lo cediera a placer a Rubén Sobrino que no perdonó esta clara ocasión.

Algunos se pudieron preguntar si esto podría desconcentrar al equipo de Marcelino, nada más lejos de la realidad, la alegría para los babazorros solo duró siete minuto. Espacio temporal en el que los que tardó el Valencia en cerrar el marcador en otra contra eléctrica en la que Carlos Soler le daba la asistencia de gol a Laguardia para que el defensa, sin quererlo, batiera a su propio arquero.

Ovaciones para los seleccionados

Como colofón final para el gran estado de forma y confianza que atraviesa su equipo, el estadio al completo de Mestalla pudo brindar dos contundentes ovaciones a los jugadores convocados por Julen Lopetegui para los compromisos del combinado nacional y así escenificar una bonita metáfora de lo que ha sido el sacrificio, trabajo constante y profesionalidad de Rodrigo Moreno y Dani Parejo