Era una tarde gris en Lugo, tanto por el aspecto del cielo como por el del graderío (apenas 3.300 personas). Gris también para el Club Deportivo Lugo durante la primera hora de partido aunque, una vez más, la garra mostrada en los minutos finales permitió a los de Francisco dar la vuelta al marcador.

Falta de alternativas ante la presión ‘alfarera’

Comenzó el partido con un Alcorcón agresivo en la presión, que apenas dejaba espacio para sacar la pelota jugada. Ante este planteamiento, el Lugo era incapaz de jugar al espacio para intentar romper la presión y sus jugadores se mostraban demasiado estáticos, recibiendo siempre la pelota al pie. La única forma de intimidar el área rival era utilizando las bandas. Las jugadas de peligro llegaban a cuenta gotas y en la mayoría de casos tras centros laterales.

Al Lugo le costaba encontrar algo de clarividencia en ataque y el Alcorcón aprovechó para marcar su gol, también tras un centro lateral. El tanto de Dorca evidenció un claro desajuste entre los centrales albivermellos al rematar completamente solo en el área pequeña. Tras el gol, el equipo madrileño se vino arriba y contó con ocasiones muy claras para aumentar la ventaja, pero la falta de acierto y una parada antológica de Juan Carlos lo impidieron. El Lugo estaba en apuros.

Acierto total con los cambios

Al sobrepasar la hora de partido, Francisco decidió dar un giro al partido e introdujo a Carlos Pita para tener una salida más fluida desde atrás. El cambio se notó. El gallego está en un gran momento de forma y lo demostró desde el principio. Se erigió en timón del equipo y lo dirigió  hacia la victoria. Con él había menos estatismo, más ideas y más peligro. El ya mencionado Albarracín,  y Mario Barco –que entró sustituyendo a Iriome- fueron decisivos. El charrúa anotó el primer gol a pase de Leuko, y el riojano dio la vuelta al luminoso con un cabezazo inapelable tras un centro teledirigido de Campillo. Era el minuto 86 y el Lugo lo había vuelto a hacer, 2-1 y los tres puntos se quedaban en casa pese a haber empezado perdiendo.  La garra y una excelente última media hora bastaron.